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La criatura con el cerebro atómico (1955)

La criatura con el cerebro atómico
69 min.
5,5
201
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Sinopsis
Un gángster financia a un científico para crear cadáveres revividos con fuerza sobrehumana, que el primero utiliza con fines de venganza. La policía está desconcertada, puesto que las pruebas químicas apuntan a la naturaleza irreal de los crímenes. (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Terror Zombis Serie B
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Creature with the Atom Brain
Duración
69 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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7
Una de las más entretenidas oldies de fantaterror jamás rodada.
Frank Buchanan (Michael Granger) ofrece ayuda financiera al Dr. Wilhelm Steigg (Gregory Gaye), para proseguir con sus investigaciones en EEUU sobre reactivación de cadáveres con finalidades pacificas (mas que nada como mano de obra cualificada), logrando a base de engaños que este utilice sus conocimientos para instalar energía atómica en cadáveres robados de la morgue, convertirlos en forzudos zombies, y a través de ellos vengarse de sus enemigos, todo ello dirigido desde un laboratorio en el que a través de unas cámaras de televisión y un micrófono pueden dirigirlos hacia su objetivo e incluso darles la charla antes de matarlos a través de la boca del cadáver.
La policía, a cuyo mando esta el capitán Dave Harris (S. John Launer), descubre que las huellas dactilares y la sangre encontrada en el lugar de los crímenes (procedentes de los zombies) emiten un extraño resplandor en la oscuridad y las llevan a analizar al laboratorio policial que dirige el Dr. Chet Walker (Richard Denning), el cual en un pis pas (memorable el modo de análisis) descubre que las evidencias son radioactivas y que solo pueden pertenecer a “una criatura con rayos atómicos de fuerza sobrehumana e inmune a las balas”.
Todo esto a modo de presentación durante los primeros minutos de su corto metraje (69 min.), a partir de aquí tenemos una muy entretenida e imaginativa joyita de serie B, narrada en tono serio y con la acción corriendo de forma trepidante, con unos diálogos y explicaciones científicas que dentro de su extravagancia llegan a sonar perfectamente plausibles (no llega a los extremos de la también escrita por Curt Siodmak “El monstruo magnético 1953”, pero por ahí van los tiros), en base a lo absorbente de la trama mientras vemos a la policía y el Dr. Chet Walker trabajando a contrarreloj para detener a quien esté detrás de los zombies (acaban de desaparecer 8 cadáveres de la morgue), la sociedad enterada de la situación a través del telediario (los investigadores y la prensa son uña y carne) y los malhechores aparcando sus venganzas para centrarse en dirigir los zombies, primero contra los investigadores (están al tanto de quiénes son y lo que saben a través de las noticias) y luego al sentir que les pisan los talones sembrando el pánico en la sociedad como medida de presión para que abandonen su búsqueda.
Sigue en spoiler por falta de espacio:
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Zombies atómicos antes de George A. Romero
Curioso precedente de "La noche de los muertos vivientes" , en la que un mad-doctor, a sueldo de un mafioso, resucita cadáveres tras una trepanación y los conduce por control remoto para satisfacer las ansias de venganza de tan particular mecenas. El caso es que los "cadáveres atómicos" avanzan lentamente y levantan las manos, con primeros planos, desgarrones en su piel y ojos vidriosos pero amenazantes, debieron impresionar a un joven George A. Romero.

La película en sí es el típico y rutinario producto cincuentero, donde nos cambian los alienígenas de corchopán, o los monstruos de tiempos remotos por unos zombis bienvestidos que ejercen de involuntarios sicarios. La policía y el omnipresente ejército buscarán a los culpables de esos crueles asesinatos.

Hay dos escenas de esas que pondría en un brete a las fuerzas vivas del Ministerio de Igualdad. En una, el marido cansado llega a casa y le pide a la mujer sumisa que le prepare un martini mientras él se sienta en el sofá. La otra es al final, cuando la niña recibe una muñeca a la que quiere ponerle un nombre masculino y cuando le reprenden los padres ella contesta "¡diré a mis amigas que es un marimacho!" ¿Primer alegato a la transexualidad en los juguetes o transfobia desatada de los padres?
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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