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Cuentos de hadas para dormir cocodrilos (2002)

Cuentos de hadas para dormir cocodrilos
100 min.
6,2
114
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Sinopsis
Esta historia narra el viaje de un hombre hacia sus orígenes en busca de su salvación y la de su pequeño hijo, que padece de autismo. La trama se entreteje con diversos acontecimientos históricos: la Guerra de Reforma, la Revolución Mexicana, la migración a los Estados Unidos y la época actual, que modifican los destinos de un hombre y sus descendientes. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Autismo / Asperger Enfermedad Siglo XIX Revolución Mexicana
Dirección
Reparto
Año / País:
/ México México
Título original:
Cuentos de hadas para dormir cocodrilos
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2001: Premios Ariel: 7 premios incluyendo Mejor película y director. 14 nominaciones
8
Cuentos de hadas para dormir cocodrilos
Maldición poética. El cine mexicano de Ignacio Ortiz nos acerca en esta ocasión a la contemplación de un árbol genealógico de duraznos, ese de las raíces profundas, cuyos nombres han sido escritos por el horror. Cuatro generaciones cuyo destino fue repetir la traición mítica del hombre asesinando a su propio hermano, el desterrado eligiendo hacer justicia por su propia mano. Una justicia absurda sólo comprendida en los marcos tramposos de las circunstancias históricas: la intervención francesa y la repartición de tierras en los años en que Benito Juárez estuvo en el poder, la revolución y sus saqueos, la aparición de sequías y vientos estériles en un campo antes conocido por su abundante cosecha, la migración hacia el norte. Los fraudes legales a la orden del día.

Así, el Caín (Arturo Ríos) que renunció al sueño por atreverse a mirar de frente los ojos profundos del coyote, dueño ya de un nombre falso comprado con el dinero que heredó su hermano además de una extensión de tierra en el paisaje árido de Oaxaca, funda el linaje de los Arcángeles con unas manos que aunque invisible habrán de llevar el crimen y sus malos presagios en la sangre, oculto como el latido de un revolver enterrado hace tiempo a los pies de la casa familiar.

Los tiempos cambian pero la sangre es parecida al agua, esa ‘joven memoria del olvido’, y el lenguaje cinematográfico de Cuentos de hadas para dormir cocodrilos (2002) rescata esa visión del mundo poética pues, apartando de la mira los merecidos premios, cediéndole la humildad y aprecio correspondiente al espectador, no podrá éste negar que el guión es maravilloso aun cuando se enfría por momentos. Puedo decir, sin ánimo de sonar hiperbólica, que la película de Ortiz comparte cierto aire enrarecido a cuyo encuentro acudimos en la narrativa de Juan Rulfo o los poemas coléricos de Rosario Castellanos o La feria de Juan José Arreola, restando el humor. Medio siglo después la adaptación de principios y mediados de siglo XX es una nostalgia bien cuidada, una imagen estrechando la mano del espíritu pictórico pues los colores del film, quizás por su cercanía al paisaje de la sierra como espacio donde reina la cámara, son otoño acariciado por el sol, una estación desteñida.

Después de una década su visión es cercana, por apostar más que al árbol a su sombra, el film es un recordatorio y una reflexión sobre los sueños y las pesadillas que engendra una realidad que acaso es dictada por la sangre, y los sacrificios acechando consciencias con su brillo de armas blancas, es también pese al asombro que lo acompaña una mirada fría de las pasiones que el mexicano atesora aún en medio de ese sentimiento de pérdida tan común a los hombres cuya tierra es suya porque alguien, acaso una sombra extranjera, se las ha dado. No será lo mismo verla a solas que acompañado de la respectiva familia y eso dice mucho de ella. Es la película ese cauce en el que vamos como niños radiantes siempre a punto de ahogarse, siempre a nada de cruzar a la otra orilla.
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1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
Cuentos plagiados para dormir latinos.
Un mal logrado largometraje con tintes telenovelescos de los años 90, malas actuaciones y secuencias apresuradas que, con alevosía y ventaja, mete en la licuadora dos clásicas historias (Caín y Abel + Pedro Páramo).

Además de intentar aprovecharse de un recurso narrativo propio de relatos como Forrest Gump y Cien años de soledad, donde los sucesos se entrelazan con la historia real, pero empleándolo de forma atroz.

Todo esto sin conceder un sólo crédito a Juan Rulfo ni a Moisés y mucho menos reconociendo la influencia de ninguna de las obras antes mencionadas.

#MéxicoMágico
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