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Las sandalias del pescador (1968)

Las sandalias del pescador
157 min.
6,8
4.102
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Tráiler (ESPAÑOL)
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Sinopsis
Después de pasar veinte años como prisionero político en un campo de trabajos forzados en Siberia, el arzobispo ucraniano Kiril Lakota (Anthony Quinn) es inesperadamente liberado por el presidente de la Unión Soviética (Laurence Olivier), que había sido su carcelero en Siberia, y enviado al Vaticano como asesor. Una vez en Roma, el Papa Pío XII (John Gielgud), que está gravemente enfermo, le nombra Cardenal. Mientras, el mundo vive en un estado permanente de crisis, con la Guerra Fría como telón de fondo. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Guerra Fría Religión
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Shoes of the Fisherman
Duración
157 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1968: 2 nominaciones al Oscar: Mejor banda sonora, dirección artística
1968: Globos de Oro: Mejor banda sonora. Nominada Mejor película - Drama
1968: National Board of Review: Mejor película
Curiosa película de historia-ficción en la que un religioso ruso es elegido Papa de Roma en medio de una grave crisis entre China y la URSS que amenaza con desembocar en una guerra nuclear. A medio camino entre el drama interno del protagonista -un estupendo y comedido Anthony Quinn-, el análisis crítico del funcionamiento del Vaticano y la fábula político-social, la película se resiente al intentar abarcarlo todo, y, pese a su larga duración, se queda inevitablemente corta en todas las tramas secundarias: ni el conflicto chino-ruso, ni los problemas de un sacerdote con una peculiar visión del cristianismo, ni, sobre todo, la crisis matrimonial de un comentarista de televisión, están bien engranadas en la historia principal. Pese a ello, se deja ver, más que nada porque el correcto pulso narrativo de las escenas individuales nos distrae de los errores generales.
[FilmAffinity]
"Impagable Quinn (...) Anderson vuelca en una puesta en escena de aparente gelidez un abanico de emociones ante las que no se puede permanecer impasible."
[Diario El País]
5
3
Positiva
1
Neutra
1
Negativa
8
"Jesucristo nuestro señor, cuyo vicario soy, fue coronado de espinas..."
Sin ser un religioso confeso ni creer firmemente en la existencia de Dios, siempre me he sentido atraído, o mejor dicho fascinado, por el mundo paralelo que significa la religión, muy especialmente la católica, a la que respeto enormemente a pesar de no practicarla. La jerarquía eclesiástica, con sus cardenales, obispos y arzobispos. La política que desarrolla la Iglesia desde el interior del Vaticano. La diplomacia que practica su pequeño a la par que gran Estado, con el resto de los países del mundo. El nivel de influencia que puede tener la palabra del Papa sobre los demás o, al menos, sobre sus cientos de millones de fieles. La forma en que la Santa Sede pretende acercarse al mundo para hacerles llegar la religión que defienden. Las catedrales, las vestiduras y los ornamentos sagrados. La espiritualidad gobernando una mente. Pero también los pecados que pueden significar las envidias, rivalidades e imposición de opiniones entre los propios párrocos, manifestadas en, por ejemplo, en una votación sobre la elección de un nuevo Pontífice. Son elementos sumamente importantes que siempre he buscado contemplar en el cine y que, afortunadamente, he podido encontrar en esta notable, absorbente e interesantísima película en la que su narrativa de un excelente guión y la magnífica interpretación de su principal protagonista, hacen todo el trabajo, combinado todo esto, eso sí, con una maravilloso vestuario, fotografía y música, que se encargan de representar con gran acierto la parte artística de la película.

Película, he dicho. Y es que algunos hombres de poca fe (aprovechando el recurso religioso) ponen trabas a esta historia, tan ficticia como perfectamente aceptable, olvidando que lo que se muestra en ella es el resultado de una producción cinematográfica. Se pueden hacer películas sobre policías que saltan de una a otra azotea. O dramas en los que las situaciones se resuelven con una táctica engañosa. Hemos visto de todo en el cine, dentro de productos aparentemente realistas. Pero nos cuesta asumir que se pueda hacer una película generalmente respetuosa con la Iglesia, marcada por un obvio tono religioso que nos deja ver que en alguna parte, y en algún momento, puede haber algún Dios que nos esté observando y sea Él quien marque los designios de nuestra vida. Cierto es el escepticismo respecto a cuestiones de fe, pero desde luego creo que para ser testigo de una buena película de estas características no hace falta ser licenciado en teología, pues de ella podemos sacar cosas muy buenas sin tener la sensación de una mano que intente manipularnos. En “Las sandalias del pescador” se muestra a una Iglesia, la verdadera, con sus devenires, preocupaciones y tópicos asignados. Con sus criticadas opulencias, en forma de piedras preciosas, coronas de oro o tronos milenarios.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
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35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Deuda pagada
Cuando era joven destrocé sin piedad esta película en el Cine-Club de curas al que iba, liberando torrentes de juvenil indignación contra el sacerdote que lo dirigía y tutelaba. No se lo merecía del todo. Antes que nada, decir que no era el típico producto que ofrecían esos establecimientos, que tiraban más bien por el lado que hoy llaman gafapasta: Bergman, Fellini, Tarkovski, Buñuel…, la primera de Fassbinder que vi en mi vida (que incluía el primer plano de un miembro sexual masculino que vi en una pantalla y que de alguna forma me inmunizó para los restos) fue en este Cine-Club. Hoy voy a gastar tiempo y espacio en decir lo que no dije en su día.

Creo, padre, que en esta película hay cuatro aspectos que deben considerarse.

El primero, al que dedica más tiempo la película, es el político. Qué debe hacer la Iglesia frente a la crisis mundial –cualquier cosa que ésta sea, desde el hambre hasta la guerra nuclear. Es lo peor de todo. Se sirve un menú que incluye reuniones de líderes mundiales que hablan a base de consignas con las banderas y retratos al fondo, planteamientos planos y simplones, y una solución final francamente ridícula. Sé que usted, que era un apasionado de la escuela soviética de montaje, está de acuerdo conmigo.

El segundo, menos malo pero aún poco convincente, es lo que usted llamaría el conflicto de moral individual. Qué debe hacer la Iglesia frente a la crisis personal de los individuos, encarnada en la infidelidad del periodista norteamericano y la reacción de su esposa. Es algo superficial, le falta garra, aunque proporciona una de las imágenes más curiosas de la película: el Papa Anthony Quinn –disfrazado de cura de calle- citando a San Pablo mientras se inclina con el brazo apoyado en la pared en la que se recuesta Barbara Jefford. El consejo le servirá para arreglar su matrimono, pero en la proyección reclamamos a voz en grito el inmediato beso.

Luego, la película muestra con detenimiento el rito interno vaticano de la elección papal. Esto sí está bien, y si por algo se sigue viendo hoy “Las sandalias del pescador” es por esta parte. Lástima del periodista pelmazo que insiste en narrarnos, explicarnos y subrayarnos lo que vemos.

Lo que más me gusta es el retrato de Teilhard de Chardin, camuflado bajo el nombre de padre Telemond, al que da vida Oskar Werner. Así, se completa el triángulo simbólico: Lakota, el hombre de Fe, Telemond, el intelectual y Leone, el vaticanista de la curia. Hay que dar las gracias a los guionistas, o a Morris West, por no ilustrarnos el asunto con una subtrama en la que el intelectual se vea enfrentado a sus propias contradicciones, por ejemplo, yo qué sé, viéndose obligado a dar cobijo a un asesino en serie.

Me parecen estupendas las escenas de interrogatorio y juicio que sufre Telemond por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Que cada miembro del tribunal conserve la indumentaria de su orden le da un aire entre escolástico y medieval muy curioso, al cual ayuda también el hecho de que los teólogos sean gente de la talla de Nial McGinnis, Leon McKern o Paul Rogers. ¡Ya ve que puedo decir cosas positivas de esta película, padre!
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32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
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