Invocation of My Demon Brother (C) (1969)

La mayoría de personas que están leyendo esto ahora mismo desconocen quien es Kenneth Anger. Admitámoslo, el director de Lucifer Rising (1972) o Scorpio Rising (1964) no tiene el mismo reconocimiento que el de Steven Spielberg. Resulta normal por otra parte, porque es difícil acercar al gran público una figura como Anger, cuya temática puede recoger desde violaciones, encuentros homosexuales furtivos (recordemos el año en que se realizan sus obras y el escándalo que suponía tratar todo esto en aquellos años) o invocaciones satánicas. Kenneth Anger es uno de los primeros directores Undergrounds del nuevo cine de Hollywood, y sus filmes llegaron a impresionar a cineastas de la talla de Martin Scorese o David Lynch, cuya influencia no han llegado a negar nunca. Además, Anger es una elección indispensable si queremos hablar del diablo en el cine, porque propició junto a sus compañeros más comerciales (Friedkin y Polanski) la nueva imagen del diablo.

Nunca obra y artista habían sufrido una mezcla tan apasionante. Kenneth Anger nació en el seno de una familia de actores, con lo que ya de pequeño conoció de primera mano el pútrido Star System norteamericano. Por otra parte, Anger es un cineasta alejado de los grandes sistemas de producción Hollywoodienses y empezó en el cine como un absoluto Outsider, al fuera de cualquier norma establecida. De hecho, por desprecio al mundo de Hollywood, el director escribió en el 1959 uno de los libros más famosos del cine, Hollywood Babilonia, donde se nos cuentan (mezclando el rumor y la leyenda urbana con el hecho histórico) todas las leyendas negras de los actores y profesionales de Hollywood, aquellas que no acostumbran a abundar en las historias oficiales. El libro de Anger se hizo tan popular que años más tarde volvería a retomarlo en una segunda parte, en el año 1986. Muchos sólo conocen al cineasta por esta faceta de escritor, lo que sería un tremendo error.

Para empezar, Kenneth Anger simpatizó con el último brujo de occidente, Aleister Crowley. Este personaje, de origen británico, se consideraba a sí mismo un gran mago y durante gran parte de la primera mitad del siglo XX viajó a lo largo del mundo (desde Asia pasando por Norteamérica) en pos de la búsqueda de unos conocimientos mágicos totales. La magia de Crowley mezcla diversas figuraciones, como los rituales egipcios o la iconografía satánica. Anger no es el único personaje que se ha visto influenciado por el último mago de occidente, pues entre sus máximos defensores encontramos a Jimmy Page, el célebre guitarrista de Led Zeppelin, que conserva actualmente el mayor museo vivo sobre objetos y curiosidades que un día pertenecieron a Crowley. Pero también Anton LaVey, el célebre codificador de la iglesia satánica tiene en su profesión grandes influencias del magro Crowley. Anger realizaría diversos cortometrajes en honor a este personaje enigmático, con El hombre que queremos Colgar (2002) o Brush of Baphomet (2009), ambas obras además realizan la misma función, recopilar visualmente las pinturas que llegó a realizar Crowley en vida, durante una etapa fugaz de su vida.

No es casual ni aleatoria la mención que hago de Aleister Crowley. Sin él, no entenderíamos el cine de Anger. Pero tampoco el de directores como Henrik Galeen (1881-1949) que realizó El estudiante de Praga, película que como ya hemos comentado anteriormente, tiene una aparición mefistotélica de primer nivel y que revela el interés de Galeen por las teorías ocultas que Crowley detallaba en sus principios.

En todo caso, también Anger y Anton LaVey se conocieron. En el cortometraje de Invocation of my demon Brother el propio LaVey tiene una aparición estelar de primer nivel, efectuando el ejercicio de una especie de sacerdote cuya misión consiste en invocar al demonio. Y además este cortometraje se puede relacionar con otro gran personaje de la contracultura, que tiene un papel fundamental en nuestra historia y la historia diabólica del demonio en el siglo XX: Mick Jagger.

Como todo el cine de Kenneth Anger, inclasificable propuesta sensorial, en este caso once minutos de metraje, en la que asistimos a lo que parece ser un ritual satánico, con montaje en forma de collague caleidoscópico, deudora del movimiento hippie en boga en aquel entonces, y con una desquiciante música de sintetizador al parecer compuesta por el mismísimo Mick Jagger, personaje con intereses ocultistas afines a Anger. Como todo el cine underground, experimental, o como se quiera llamar, requiere de un notable esfuerzo y receptividad por parte del espectador. El personaje del invocador es nada menos que Anton LaVey, fundador de la iglesia de Satán. Sin llegar a los niveles de Scorpio Rising o Lucifer Rising, las obras cumbres del director, una oscura, perturbadora y extraña experiencia, lo mas cercano al satanismo que ha dado el cine.