40 días y 40 noches (2002)

Tipica americanada aunque con algunos toques interesantes. Su objetivo lo cumple que es entretener y hacerte una risas al lado masculino y también con historia de amor para el lado femenino (no es por ser sexista ya que a mi me encanto la historia de amor). Las actuaciones tampoco son malas por lo menos las de los actores principales Josh Hartnett y la preciosa Shannyn Sossamon llegando a enamorar por momentos.

No son 19 días y 500 noches, pero como si lo fueran, porque lo de la cuaresma sexual (masturbación incluida) de nuestro protagonista se nos presenta aquí como el puro infierno en la tierra. Para él, claro, porque el resto de sus colegas y allegados se descojona y hace apuestas, tener amigos para esto.

Bien pensado, lo de la huelga sexual masculina por una temporada no estaría mal. Las chicas podríamos tomarnos un buen descanso de tangas incrustrantes, tacones que te dejan los pies como un pretzel, dietas leoninas para mantener el estómago plano por si triunfa la cita y hombres de esos que cuando hablas con ellos estás por contestarles "mis pezones bien, gracias. Ahora mírame a la cara.". También estaría curioso ver cuántas jefas inaguantables perderíamos porque el director de turno no ve motivos para darle poder a una incompetente a la que no se está tirando o comprobar si nuestras parejas nos hacen puto caso sin la perspectiva de un polvo a continuación de la charla de cada día o cuántos amigos masculinos nos siguen llamando para quedar cuando saben que no hay nada que trajinarse.

Aunque por otro lado...y visto de una manera distinta...perderíamos bastantes ventajas tácticas. Y eso no está bien, no.

La trama, como se puede ver podría haber tenido grandes posibilidades que no hace falta ser un genio para desarrollar. Pero aquí se trata de hacer una comedia romántica a toda costa, incluso cuando la historia pide a gritos una revisión maligna de la clásica guerra de sexos y el desequilibrio brutal de poder que se produciría si las mujeres dejásemos de ser, de golpe y porrazo, metas sexuales que atacar, conquistar y derribar. Lo que pasa es que Lehmann no es un gran director ni Josh Hartnett un actor con especial labia, con lo que la cosa se queda así, en super coitus interruptus. Con todo, me hizo reír, me entretuvo y me hizo plantearme la posibilidad de un mundo en que los hombres se propusiesen un paréntesis de sexo, con todas sus deliciosas y horribles connotaciones...así que se merece un dignísimo aprobado.