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Ali Baba Goes to Town (1937)

Sinopsis
Disparatada comedia musical norteamericana, con Eddie Cantor de protagonista. Su papel es el de Al Basbson, que sin querer interrumpe el rodaje de una película sobre Alí Baba. Contratado como extra, su mente comienza a jugarle malas pasadas llegando a soñar que es hijo del mismísimo Alí Baba, y vivir una aventura en el Palacio Real, donde incluso hay un complot para acabar con el reinado de su padre.
Género
Comedia Fantástico Musical Antigua Arabia Cine dentro del cine
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Ali Baba Goes to Town
Duración
80 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1937: Nominada al Oscar: Mejor dirección de baile
7
Parodia del New Deal aplicada al mundo árabe en el apogeo de Eddie Cantor
Hace unas semanas me propuse ir viendo cronológicamente toda la filmografía de Eddie Cantor, un casi total desconocido para mí hasta entonces pero que al llegar a la película que nos ocupa se ha convertido en un interesante descubrimiento.

No se sabe muy bien si fue él quien copió primero a Al Jolson o si Al Jolson lo copió a él al pintarse la cara con betún para remedar a los negros. Incluso se anticipó a Jolson en lo del cine sonoro, con una serie de "talkies experimentales" en los años 20 muy anteriores a "The Jazz Singer" (Alan Crosland, 1927), la mítica peli con la que oficialmente el cine aprendió a hablar y en la que su protagonista cantaba moviendo las manos y deambulando por el escenario de una forma tan anárquica como peculiarísima, pero que no es muy distinta del modo de actuar de Cantor en sus filmes, sobre todo los primeros.

Se rastrea también en esas primeras cintas como "Whopee" (Thornton Freeland, 1930) o "Torero a la fuerza" (Leo McCarey, 1932) una comicidad a través de los gestos y de la construcción de un personaje que casi siempre es (o finge ser) entre tímido y lelo, muy parecida a la posterior de Jerry Lewis, si bien tanto en los gags como en todas las tramas está mucho más presente y explícita la sexualidad. A fin de cuentas eran los tiempos previos al Código Hays, y ese tipo de humor picantillo, cuando es fino y no a base de sal gorda como el de Pajares y Esteso, es algo que siempre se agradece si se compara el cine de Cantor, pese a ser en gran medida su precedente, con la estomagante sexualidad reprimida y eunuca de las pelis de Lewis.

Otra cosa que también se aprende viendo las películas de Cantor, es cómo el humor de aquellas comedias musicales de los años 30 tiene mucho que ver con el vodevil. Recuerdan en muchos momentos a las de los Hermanos Marx, que a fin de cuentas provenían también de ese mundo, aunque a las de aquellos genios les falte, pese a incluir a menudo música, el ingrediente de las coreoagrafías y números musicales de Busby Berkeley, presentes en casi todas las de Cantor.

Y esta, "Ali Babá goes to town", que en España ni se debió estrenar, pues estábamos en plena guerra incivil, de algún modo supone el fin de un ciclo, pues hasta entonces Cantor había estrenado prácticamente una al año, la siguiente no llegará hasta el año 40 y con él propiamente como protagonista no quedan sino dos o tres que incluso no son ya siempre comedias musicales sino que se adentran en otros terrenos, como "Forty little mothers" (Busby Berkeley, 1940). Y es que ya desde "Strike me Pink" (Norman Taurog, 1936), hay en el cine Cantor una inflexión hacia un cine más consistente y maduro tras sus anteriores filmes, de tramas más endebles, muchos más números musicales y menos empaque formal, lo que no quiere decir que sean peores. Ni que esa misma evolución no sea probablemente paralela a la de la corriente dominante del cine norteamericano a lo largo de los años 30.

En "Ali Babá Goes to Town" también sucede que auqnue Cantor se vuelve a embadurnar de negro, como casi siempre, lo hará con unas connotaciones, si se quiere, menos racistas que otras veces. Siquiera sea porque lo hace para cantar junto a unos negros, y no él solo, en una secuencia memorable y de exaltación de la universalidad del lenguaje de la música de la negritud. Aunque algo de eso hiciera ya parcialmente en "Kid Millions" (Roy del Ruth, 1934), la peli que probablemente constituya la cúspide de la etapa anterior en cuanto a fastuosidad formal y musical. Y también en "Strike me Pink", en donde cantaba y danzaba junto a una negra, Dona Drake, y, si no recuerdo mal, aunque no puedo asegurarlo ahora, ni siquiera se pintaba de negro.

Pero si he escogido esta peli es, sobre todo, porque me parece no solo la más sólida de las que he visto de Cantor hasta ahora, sino también la más divertida y con más intención en su conjunto.

Se inicia con una premisa que inevitablemente te remite a Peter Sellers en el prólogo de "El Guateque" (Blake Edwards, 1968) y luego nos trasladamos en el tiempo hasta el Bagdad de "Las Mil y una Noches", como ya había hecho el actor antes en "Escándalos Romanos" (Frank Tuttle, 1933), viajando a la Roma imperial.

Lo que pasa es que aquí nos encontramos ante una trama menos desmadejada, más coherente y con mucha más intención que aquella, ya que "Ali Baba Goes to town" es, entre otras cosas, una divertidísima parodia del New Deal de Roosevelt y de las campañas presidenciales norteamericanas en la que la cita en el título de "Mr Deeds goes to town/El secreto de vivir" (Frank Capra, 1936) no es, por supuesto casual.

Pero es que, además, al ser el mundo árabe de hace diez siglos el campo de la parodia, la película puede ofrecer hoy día novedosas lecturas que alguien podría considerar políticamente incorrectas y que difícilmente podrían realizarse en la actualidad por atinadas que sean. Y ese, el ser una película que, con toda probabilidad, nadie se atrevería a realizar ahora si no quiere correr el riesgo de ser lapidado, es otro de sus principales atractivos.

Lamentablemente, en el rodaje de la secuencia de la alfombra mágica, que no es de lo mejor del filme, fallecieron en un accidente dos técnicos de efectos especiales, Harry Harsha y Philo Goodfriend. Es la nota triste de una película en la que los números musicales están perfectamente integrados y son más que estimulantes, empezando por el inicial, de la caída desde el tren, y los que siguen en Bagdad con una notable presencia de la negritud y de su música.
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