Una larga ausencia (1961)

Podría ser un melodrama más, uno de tantos que escarban en las tragedias personales y que pretenden conmover y siempre buscan la lágrima del espectador, normalmente con finales que acaban en situaciones límites que se van trabajando durante toda la película. "Una larga ausencia" tiene su toque personal porque es original de principio a fin, responde al modelo melodramático clásico, eso es indiscutible, pero alcanza su singularidad al hurgar en el dolor de una persona que, como bien explicaría cualquier sinopsis, reencuentra por casualidad tras una buena cantidad de años a alguien que amaba y que creía perdido

Son los caprichos del destino, el azar y las leyes del caos que hacen y deshacen. Mientras ella planea unas vacaciones con su puntual amante aparece un vagabundo delante del bar que regenta cuya imagen seguramente le inquieta. La ópera, la voz y finalmente la confesión oportuna de haber perdido la memoria hacen que todo encaje. Me encanta que ella se desplome, me encanta que ella reciba la noticia con una sonrisa que la hace más bella aún, me encanta que la película se distraiga en detalles de él que nos lo definen como un ser alienado, perdido, totalmente ido. Y que ella no se rinda, que lo intente hasta el final.

Enhorabuena a los que lleguen aquí y hayan empleado su tiempo en ver esta película, tan escondida, tan recóndita, que ni siquiera yo tengo claro qué motivos me llevaron a buscarla. Merece la pena incluso para aquellos que no sientan especial predilección por los dramas, aunque éste sea algo contenido. Las últimas escenas en el bar, ese tú a tú trágico mientras bailan, es para no olvidar...