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Así acaba nuestra noche (1941)

Así acaba nuestra noche
117 min.
6,3
111
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Sinopsis
Tercer Reich (1933-1945). En 1939, Hitler provoca la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), al invadir Polonia. Empieza entonces una implacable persecución contra los judíos y los miembros de la oposición al nazismo. Para eludirla, tres disidentes políticos (Fredric March, Margaret Sullavan y Glenn Ford) se verán obligados a huir por toda Europa. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Bélico Nazismo Inmigración II Guerra Mundial
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
So Ends Our Night
Duración
117 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Erich Maria Remarque
Links
Premios
1941: Nominada al Oscar: Mejor banda sonora (dramática)
6
DE AQUÍ PARA ALLA Y SIEMPRE TEMBLANDO
Cromwell nos deja otra interesante película, aunque no de las más brillantes de su filmografía. Un poco cohesionado, y algo difuso thriller sobre el obligado éxodo que muchos alemanes se vieron obligados a emprender por el hecho de no aceptar el nazismo, apátridas sin un lugar donde asentarse debido a las continuas invasiones de Hitler. Checoslovaquia, Hungría, Austria.

Realizada en plena 2ª Guerra Mundial, lo que le da una interesante perspectiva. Este director relata la historia de tres personajes que vagan por Europa huyendo del nazismo, un éxodo constante, refugiados sin patria por culpa del gobierno alemán. La acción se inicia en 1937, en Viena, antes de la ocupación alemana en Austria. Miles de personas sin saber dónde refugiarse, renunciando a todo, a su vida, a sus raíces…

La película se inicia con multitud de picados y sombras, acentuando la tensión del momento, la crispación. Una detención en plena noche. Aquí se nos presentan a los protagonistas, un jovencísimo Glenn Ford en uno de sus primeros trabajos, y Fredric March. La escena de la detención es buena desde el punto de vista visual, pero la siguiente, con la burocracia ejerciendo su función, deja momentos algo estrambóticos, como ese primer plano bastante expresionista de Ford reflexionando y pensando en sus cosas, agobiado, donde la interpretación del actor deja que desear, quizá no por él si no por la dirección que se ejerciera sobre él, pero el caso es que no sabemos si está rememorando alguna escena sensual, si tiene pensamientos homicidas, o cualquier otra cosa…

Su movimiento de ceja resulta hilarante. La interpretación de Ford irá de menos a más, recomponiéndose conforme avance el metraje. En un principio mostrará de forma irregular un estado de alarma constante, inseguridad, que poco a poco irá remitiendo. Un 6,5.
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4
Interesante por determinados conceptos
Hasta no hace mucho, los diarios y revistas solían incluir entre los calificativos que ponían a disposición de sus críticos cinematográficos para calificar las películas que juzgaban, uno que rezaba: “interesante por determinados conceptos”. Y resultaba muy útil, porque es cierto que hay películas de cuya calidad no conviene ni hablar, pero que, no obstante, pueden salvarse y recomendarse al espectador por ofrecer un ángulo determinado de visión, un enfoque histórico aprovechable, la soberbia actuación de un actor o actriz o, como se decía en tiempos, unas vistas estupendas, unas imágenes impactantes, en fin, algo que salvaba la película, que sin este algo hubiera sido calificada directamente de infumable.
Pues bien, Así acaba nuestra noche podría calificarse de "interesante por determinados conceptos”. No creo que la película pase a la historia del cine, su argumento resulta cuando menos embarullado, pero, hete aquí, que se puede salvar por diferentes conceptos. Y éstos son, en primer lugar el año de realización: 1941 nos sitúa en plena Segunda Guerra Mundial, a pocos meses de que Hitler decidiera romper el tratado firmado con la Unión Soviética dos años antes y a otros pocos meses más de que el ataque de Japón sobre Pearl Harbour provocara la entrada en guerra de los Estados Unidos. El director, pues, John Cromwell, se puso a los mandos de esta película en pleno desarrollo de la guerra. Y no es lo mismo filmar una película sobre la Guerra después de 1945, cuando ha terminado, que hacerlo “in media res” y se ignora por completo su destino.
Sin embargo, Cromwell no nos habla de lo que está sucediendo a su alrededor, sino que se remonta a unos pocos años atrás, un par o tres, es decir, a la época en que la Alemania de Hitler empezaba a mostrar su voracidad y glotonería, tragando países de su entorno como si fueran vulgares salchichas. Este apetito alemán traía como consecuencia que mucha gente, que ya había tenido que abandonar Alemania con anterioridad, bien fuera por su condición racial, bien por circunstancias políticas diversas, se viera en la imperiosa necesidad de salir huyendo del país en el que, ilegalmente, puesto que eran indocumentados, habían hallado refugio, por mor del avance de las tropas alemanas y de la ocupación, de Checoslovaquia, Bohemia, Moravia o Austria.
Si te ciñes al suceder histórico puedes ver desde una situación privilegiada, desde una tribuna situada en lo alto, cómo los desplazamientos efectuados por los distintos personajes que forman parte de la película, les llevan a ciudades y países que tú, que cuentas con la perspectiva del tiempo a tu favor, sabes perfectamente que no van a ser una solución, ni mucho menos, a sus problemas: ves, por ejemplo, a la bella Margaret Sullavan, que había encontrado acomodo en Suiza, donde tú, espectador privilegiado, la juzgabas a salvo, huir precipitadamente de Zurich para encontrarse con el niñato y no menos bello Glenn Ford, en París, ciudad que sabes perfectamente ha de ser en breve peligrosísima para ambos. Y te vienen ganas de decirle a la protagonista, “¡No te vayas, quédate quieta!”. Si guardas todavía un cierto espíritu infantil, te convertirás así en espectador de un teatro de marionetas y querrás hacer como los niños para advertir al protagonista “bueno” de la función de la amenaza, el garrote o la sartén, por lo general, que se esconde en la sombra y de la que él no se ha apercibido.
Otro concepto de interés, y que no suele ser habitual, es el hecho de la gran belleza de todos los personajes femeninos, de alguna relevancia, que intervienen en la película, desde Margaret Sullavan a Frances Dee o Anna Sten.
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1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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