Benjamin (2018)

Decimos película extraña, porque el personaje principal, un joven director de cine inglés, es extraño.

Tiene grandes dificultades para que una pareja amorosa le dure, y sigue a un personaje por internet con ideas peculiares, como si lo que dice fuera palabra santa.

El tema es que él va mal predispuesto a sus relaciones de pareja, y termina convenciéndose a si mismo que es una mala influencia para el otro, porque es incapaz de amar.

Al mismo tiempo, luego de una primera película al parecer exitosa, acaba de terminar la segunda, que justamente es en parte autobiográfica, sobre su rompimiento con su última pareja,y tiene serias dudas sobre la calidad de la misma.

El joven director está personificado por un buen actor como es Colin Morgan, quien hace unos años personificó a un joven mago Merlín, compañero del Rey Arturo, en una serie que fue exitosa.

Colin Morgan es de esos actores como Logan Lerman, que poseen gran ductilidad con los gestos, y pueden solo con su cara demostrar lo que el personaje va sientiéndo en profundidad, a lo largo de la película.

La película la vi dos veces, y la aprecié aún más la segunda.

Hay otras historias paralelas muy bien actuadas, pero la principal es la dificultad de Benjamín para ser feliz.

La vida le da una oportunidad al conocer a un joven músico francés, papel a cargo de Phenix Brossard, en un papel muy distinto al de la película Departeur.

Es un muchacho más joven que él, inteligente, tranquilo, con gran sabiduría para la edad que tiene, pero aunque objetivamente cualquiera apreciaría sus virtudes, no es el caso de Benjamín, que por su rechazo a una convivencia, el miedo a perjudicar al otro, y sobre todo su gran temor a amar, dificultará esta relación.

Recomendable.