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Mi vida es mía (1981)

Mi vida es mía
118 min.
6,6
488
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Escena (INGLÉS)
Sinopsis
Ken Harrison, un escultor felizmente casado, tiene un día un accidente de coche en el que queda paralizado del cuello para abajo. A partir de entonces tendrá que aprender a enfrentarse a su nueva y dura situación. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Discapacidad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Whose Life is It Anyway?
Duración
118 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Un éxito de Broadway (Tom Conty ganó el premio "Tony" por su actuación), trasladado a la gran pantalla con desiguales resultados: obtuvo buenas críticas pero escaso éxito de taquilla.
[FilmAffinity]
"Interesante"
[Diario El País]
7
Hábeas corpus
Interesante. El tema es conocido, sobradamente. El derecho a decidir (sobre el cuerpo de uno mismo), la eutanasia.
En este caso, es un escultor treintañero con mujer estupenda y más feliz que una perdiz que se estrella contra un camión y se queda paralizado de cuello para abajo. Pasan seis meses, en una elipsis brutal, y lo tiene claro, quiere morir. Es extremadamente inteligente, sensible, ingenioso y con un tremendo sentido del humor. Considera que, en verdad, ya está muerto, que solo se trata de confirmarlo, de dejarse ir, de "desenchufarse", no es necesario suicidarse, su cuerpo sin ayuda artificial es incapaz de seguir (y su mente, tampoco).
Y esta es la película; su lucha para conseguir que le dejen decidir, para conquistar su autonomía.
Lo mejor es la falta de maniqueísmo, exageración o sensiblería. La mirada es a favor del personaje, pero no se pone en contra de los médicos como individuos, solamente como institución (en el sentido de que tienen la fuerte y ciega tendencia/inercia profesional de olvidarse de la humanidad de los pacientes con el fin de preservar sus intereses, reduciéndolos, en estos caso tan graves de forma más evidente, a meros objetos, a "vegetales", a infraseres que no tienen capacidad de decisión, a los que hay que mantener con vida sea como sea, a pesar y a costa -y en contra- de quien sea. Y para ello desarrollan una serie de perversos mecanismos que se pueden simplificar/reducir al hecho de no escuchar ni tener en cuenta, nunca, la opinión del paciente).
Tenemos todos los tipos: desde el médico jefe al que solo le importa su profesión, pasando por su ayudante (muy atractiva mujer que sí "logra" ver a Dreyfuss -soberbia interpretación- como una persona) más sensible, hasta llegar al enfermero negro y su "chica", otra enfermera, que representan la juventud y la vitalidad, el apoyo alegre, lejano e incondicional. Finalmente, está la mujer que comprende la terrible situación y la acepta, sin miramientos ni contemplaciones.
El tono es amable, a pesar de todo, sencillo; una amargura dulce, una sordidez simpática, un intento de hacer pasar el trago con tacto y educación. También es verdad que recurre a ciertos subrayados y evidencias, quizás, innecesarios. Pero en conjunto es una muy apreciable historia, muy bien contada y entretenida. No arriesga ni aporta nada nuevo a un debate muy tratado, pero merece la pena, por su inteligencia, sentido común y buena escritura.
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5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Mar adentro ... en americano
La misma temática, o casi la misma, un escultor que debido a un accidente queda paralizado de cuello para abajo, no ve el sentido a su vida y decide pleitear con el Hospital, que se empeña en mantenerla bajo su tutela para conservarle la vida, el eterno dilema médico: mi misión es salvar vidas, ... ¿pero a costa de qué?

A veces hay que aplicar en los dos lados de la balanza lo positivo y lo negativo, para que se haga justicia. Bien realizada e interpretada, te crees la historia, porque desgraciadamente está de actualidad permanente.
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5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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