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Ayer no termina nunca (2013)

Ayer no termina nunca
95 min.
5,1
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Tráiler (ESPAÑOL)
Sinopsis
En el año 2017, en una España hundida por la crisis, una pareja se reencuentra en Barcelona tras cinco años sin verse. Se habían separado después de haber perdido a su hijo por una negligencia hospitalaria fruto de los recortes. Él había emigrado a Alemania, pero ha vuelto. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Crisis económica 2008
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Ayer no termina nunca
Duración
95 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Premios
2013: Festival de Málaga: 4 premios, incluyendo mejor actriz (Candela Peña)
2013: Premios Feroz: nominada a mejor actriz (Candela Peña)
2013: Premios Gaudí: 2 nominaciones, Mejor actor (Cámara) y actriz (Peña)
2
Postureo Coixet
Ayer no termina nunca. Tu película me golpea como puños de acero, Coixet. Qué dolor… Qué intenso dolor… Qué pretendido dolor se desprende de tus diálogos milimetrados. Forzado dramatismo que me hiela la sangre, como esas paredes de hormigón, como el viento gris de Berlín. Cambio a blanco y negro, sonido estridente, con la mirada perdida hacia el firmamento y vomito lo que pienso realmente, lo que no me atrevería a decirte a la cara, que tu filme es una puta mierda insoportable. Y grito. Guuuuaaaaarrrrrrgggghhhhh! 250 gramos de palomitas saladas removiéndome el estómago. Nada comparado a la aflicción que me producen todos estos años esperando a ver si cae otra Mi vida sin mí.

Es curioso la cantidad de veces que uno hace cosas que no quiere hacer. Como aguantar. Aguantar estoicamente los 108 minutos de Ayer no termina nunca. 108 minutos. O 220. Da lo mismo. Es el peso que uno siente cuando el metraje te golpea el cerebro como la metralla. ¿Por qué? ¿Por qué demonios no iría a ver Iron Man 3 como hicieron todos? ¿Qué tipo de autoflagelación me impidió seguir el rumbo hacia la salida que emprendieron otros? Dios… La vida es un sinsentido.

Sinsentido es… Sinsentido es arrancar un filme con un prólogo sugerente, con esos titulares de radio vaticinando el apocalipsis económico, para terminar convirtiendo la crisis en un adorno, en un anuncio de Bankia, lleno de frases vacías, que no dicen nada, que no llegan. Como tampoco llega el sufrimiento. El sufrimiento de una pareja que ha perdido un hijo y que luego se pierden el uno al otro. Bueno, que primero se perdieron a sí mismos y luego el uno al otro. Es importante el matiz.

Pero quizá no haga falta expresarlo todo con tanto cálculo. Intercalar las cigalas o el verbo follar de vez en cuando para que el texto no parezca tan trascendental, tan etéreo, tan poco terrenal. El efecto es el mismo. Todo es tan forzado como las gotas de lluvia cayendo por los orificios de esa especie de depósito pluvial. Qué preciosa metáfora. El profundo lugar donde guardamos nuestra esencia pero que tarde o temprano deberemos extraer. Pura poesía.

Poesía. Arte. Teatro. Auténtico teatro es lo que practican Javier Cámara y Candela Peña encima del escenario. Sentados frente a un telón, saldríamos pletóricos de la función. Pero esto no es una tragedia griega protagonizada por Núria Espert. No. Esto es cine. Y en pantalla, la teatralidad chirría, estremece. Como el frío de una tarde de verano o como Cámara recitando a gritos perdón. ¿En qué maldito momento, en qué jodido momento, que queda más cercano y desgarrador, alguien le vislumbró dotes para el drama?

Coixet. Hay cosas estúpidas que se quedan para siempre y cosas esenciales que se te olvidan. Sólo espero que de todas tus sentencias al menos te equivoques en esta. Deseo borrar de mi cabeza esas escenas de Candela pidiendo a gritos un doblaje de Muchachada Nui. O esta estúpida y pausada manera de escribir. Me agota tu drama, tus meditados silencios, la reiteración de tus diálogos. Ayer no termina nunca. El mañana nunca muere. Pero tu talento, desde luego, parece agotado.
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49 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Coixet va de Bergman y se queda en... Coixet.
Tras una bella presentación a lo “Coixet”, con una colección de imágenes magníficamente acompañadas por una banda sonora envolvente, uno piensa que sea cual sea el resultado, se podrá disfrutar del esteticismo, puesta en escena e impecable retrato de la inquietante España del futuro.

Pero ni eso.

Todo se desvanece en cuanto entran en juego los dos personajes. Entonces es cuando Isabel Coixet nos ofrece un nuevo drama con total impudicia, sin medida, tratando temas que no dan lugar a las sutilezas.

Juega a ser Bergman. Los diálogos extremos se suceden y ambos personajes se ponen al límite. Pero a contrario del director sueco, ese recorrido metafísico al alma se torna casi insufrible, con una sarta de frases del tipo “¿a qué huelen las nubes?” en modo trágico. Los diálogos y la conducta de los personajes están irremediablemente impregnados del “universo Coixet”.

Por si no fuera todo de por sí suficientemente onírico-transcendental, se van sucediendo flashes en blanco y negro, tipo ” El Señor de los anillos” cuando Frodo se ponía la alianza, para describir los pensamientos de los personajes.

Evidentemente el tema a tratar es extremadamente potente, como lo fue el personaje de Penélope Cruz en Elegy o Sarah Polley en Mi vida sin mí.

Candela hace de Candela. Quizá demasiado. Aún no sé si está excelente o si me ha horrorizado por completo en esa entrega absoluta.

Cámara da la sensación de impotencia. Simplemente no puede hacer más. Aunque tal vez sea suficientemente meritorio lograr encadenar esas frases sin caer en el ridículo.

http://www.elblogdecineespanol.com/
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44 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
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