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The Land of Hope (2012)

The Land of Hope
133 min.
6,5
212
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Trailer (JAPONÉS)
Sinopsis
En un típico pueblo japonés, Yoichi Ono vive con su esposa, Izumi, y sus padres. La familia Ono vive una vida sencilla pero feliz, en un entorno de granjeros y agricultores. Un día, uno de los peores terremotos de la historia provoca que una estación nuclear cercana esté a punto de estallar. Todos los vecinos son obligados a evacuar por el gobierno. Pero la familia Ono tiene sólo la mitad de su jardín dentro del área de evacuación y tienen que tomar la difícil decisión de evacuar. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Catástrofes Terremotos Vejez / Madurez Familia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Kibô no kuni (The Land of Hope)
Duración
133 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Coproducción Japón-Taiwán-Reino Unido-Alemania;
Links
Premios
2012: Festival de Toronto: Mejor película asiática
8
Sono, y su personal visión del 2011. Cambio de Mentalidad.
Sion Sono es de esos directores que siempre hay que tener en cuenta y es uno de los estandartes japoneses dentro de la dirección hoy en día, ya que suele hacer un cine personal, atractivo y no experimental, ya qué guste o no guste sus películas ese es otro cantar, para eso están las opiniones individuales.

Kibo no Kuni, drama de ficción, nos sitúa años después del desastre del 2011, tsunami y catástrofe de Fukushima, en una región ficticia de Japón, Nagashima, que a causa de un tsunami y posterior explosión de la central nuclear, vuelve a repetirse la historia del 2011, y donde el pasar de los minutos vemos el devenir de 6 personajes, pertenecientes al mismo barrio y diferente edad (juventud, madurez, vejez), como afrontan ese incierto futuro, cada cual con sus problemas y sueños.

Sono deja de lado los efectos especiales y los grandes escenarios, para centrarse en el drama personal de los protagonistas, dejando que los actores y la historia personal de cada uno, sean el centro de la película, pero siempre haciendo guiños al 2011, y la repercusión de las catástrofes, tanto en la sociedad como en la geografía, y todo para crear una conciencia colectiva, tocar la conciencia del propio espectador, y para ello utiliza escenarios realistas, escenas surrealistas, pero naturales para el contexto, diálogos inteligentes e incluso “puntilladas” directas e indirectas.

Se disfruta y consigue perfectamente su cometido, que es el de concienciar.


Cambio de Mentalidad.
Este punto es personal, es parte de mi conciencia, por ello, y aunque nadie escuche, aunque orejas tenga, he de advertir, que si el camino que seguimos, aunque parezca liso y sin baches, tiene sus días contados, más mentalizarnos vale, que días duros nos llegarán, a causa de la ambición. Políticos y petroleros, euros y dólares, dolores y calamidades, diferentes todos son, más igual van acompañados hacía el fin. Pequeños pasos debemos dar, como los bebes empezar a caminar, uno a uno, con lentitud pero firme, aunque las rodillas tiemblen, buscar lo más importante, lo que deseamos para nuestros hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, FUTURO.
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17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
...Y entonces, la tragedia sacude tu vida
Si mantener una linea constante de trabajo y estilo es la base del éxito para muchos directores, otros prefieren probar sus habilidades navegando en los más dispares géneros, siempre evolucionando...

Y si alguien logra destacar entre esta clase de directores hoy en día es sin duda Sion Sono, para quien la experimentación y el riesgo han formado parte de su carrera desde sus comienzos. Tras impactar a todos con sus demoledoras "Guilty of Romance" y "Himizu", el nipón volvería a cambiar de mentalidad para centrarse nuevamente en la que fue una de las mayores catástrofes acontecidas en Japón: el terremoto que el 11 de Marzo de 2.011 azotó la costa de Honshu, en la región de Tohoku, provocando el posterior tsunami cuyas olas de más de 40 m. barrieron todo a su paso afectando además a la central nuclear de Fukushima.
Más de 15.000 muertos, 6.000 heridos y 2.000 desaparecidos dieron como resultado la crisis más dura a la que se enfrentó el país desde la 2.ª Guerra Mundial. Una crisis con la que muchos se solidarizaron y concienciaron, como el propio Sono, quien se propuso recrear la tragedia con la mayor honestidad, respeto y compromiso posible. Y lo haría de tal modo que su historia poco, o más bien nada, se aleja de los hechos reales, situando esta vez la acción dramática en la prefectura de Nagashima, donde un fuerte terremoto va a trastocar las humildes, felices y apacibles vidas de dos familias de granjeros residentes en un pequeño pueblo cerca de una central, la de Ken Suzuki y la de Yasuhiko Ono (a quien asaltará, como un mal presagio, una pesadilla sobre la catástrofe).

A diferencia de su tratamiento del tema en la mencionada "Himizu", más como una salvaje e indigesta metáfora de la desolación, de la miseria social reinante, en "The Land of Hope" el cineasta habla del incidente en sí, pero centrándose en las consecuencias. Nunca vemos una explosión ni el tsunami, sino en qué grado va afectando a todos los habitantes, que, invadidos por el pánico y la confusión, no sólo han de lidiar con el desastre propiamente dicho, sino con sus propios compatriotas, de quienes únicamente reciben rechazo, burla y desprecio, y con un Gobierno y una autoridad ignorantes que prefieren ocultar el suceso bajo una hipócrita mascarada y manipular la información, más empeñados en implantar medidas absurdas ("No puedes hacerlo, el país te gritará", dice Yasuhiko a Chieko cuando ésta se dispone a cruzar la valla) que en proteger a la población.
Un Gobierno y una nación de los cuales es preciso desconfiar. Tras el terremoto y la intervención de las autoridades, la trama se bifurcará mostrando cómo la difícil situación impacta en las tres parejas principales del film: Yoichi e Izumi, Yasuhiko y Chieko y Mitsuru y Yoko; de este modo les seguiremos a través de una tierra dominada por la incertidumbre, la inseguridad, la paranoia y el recelo. El director, con un marcado y crudo realismo, logra hacernos sentir como ellos, indefensos ante las consecuencias y secuelas derivadas del desastre, a menudo interpenetrando en la psique de los personajes para ponernos directamente en su piel (así veremos la radiación exterior y las estacas de la opresión a través de los ojos de Izumi y Yoichi o escucharemos la música del festival a través de los oídos de Chieko).

Yoko es incapaz de encontrar a sus padres entre las ruinas de la ciudad, Yoichi asiste a la degradación mental de su esposa por culpa del miedo a la radiación y Yasuhiko se ve acosado por un Gobierno que quiere arrebatarle su vida y su trabajo...pareciera que no hay salida posible a la pesadilla. Aun así, aunque la felicidad y la prosperidad vayan ligadas a la desgracia (el estar embarazada acrecienta la locura en Izumi), aunque el pesimismo y la amargura estén muy presentes, se aboga por la supervivencia y la unidad, pese a todas las dificultades que surgen en el seno de la familia y la pareja (esas estacas que sólo sirven para dividir) y los inclementes giros del destino. En definitiva, se aboga por la esperanza (de ahí el nombre del film).
Sin hacer alarde de artificios ni de efectos innecesarios, Sono abandona muchos de los elementos de su particular universo y se limita a narrar los hechos de manera sobria, más sosegada que de costumbre, reparando en los más ínfimos detalles para transmitir las más grandes emociones y radiografiando con total naturalidad (aunque a veces proponga ingeniosas metáforas y símbolos) los sentimientos de los personajes, a quienes filma casi sin despegar la cámara del suelo; registro sin duda heredado del melodrama clásico (¿Gosho, Naruse?) y que se acerca al de sus contemporáneos Koreeda y Yuya Ishii, o al del Kitano más sentimental.

Envuelto por una melancólica y casi imperceptible banda sonora y la fotografía de Shigenori Miki, la cual capta a la perfección la suavidad y profundidad del espacio, tenemos a un elenco de maravillosos actores que brindan interpretaciones harto conmovedoras y realistas, desde Jun Murakami y Megumi Kagurazaka hasta Yutaka Shimizu, Hikari Kajiwara e incluso Yoshihiro "Denden" Ogata, cuya aparición es más bien breve; aunque en especial cabe destacar a esos inmensos Isao Natsuyagi y Naoko Otani (atención a aquella inolvidable secuencia donde bailan en el paraje nevado).
Como ya hiciera en "Be Sure to Share", Sono, sin recurrir a excesos, vuelve a dejar patente su destreza para impactar al espectador simplemente plasmando la cotidianidad y las relaciones de los seres humanos, haciendo hincapié en la adversidad y la felicidad. Una fábula tan brutal, sobrecogedora y desgarradora como abrumadoramente lírica y sensible que vapulea al espectador hasta en las mismísimas entrañas y le encoge el corazón...

pero que ante todo rinde un sincero tributo a las víctimas de la catástrofe, a su lucha, al dolor, a los recuerdos, a la esperanza. Un tributo a la vida.
Me sorprende y me decepciona que no acabara en el Festival de los Oscars de aquel año.
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