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Liliom (1934)

Liliom
118 min.
6,4
199
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Escena (FRANCÉS)
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Sinopsis
Liliom es un joven alegre que trabaja en el carrusel de una feria. La mujeres lo persiguen y a él le gusta coquetear con ellas. Pero un día conoce a Julie y ambos se enamoran perdidamente. Sin embargo, la vida con Liliom no es fácil; poco a poco Julie descubre que es orgulloso y agresivo. Cuando los dos pierden su empleo y Julie se queda embarazada, Lilliom planea un robo, pero todo sale mal y muere. Después de pasar un tiempo en el Purgatorio, se le permite volver a la Tierra para que tenga la oportunidad de enmendar sus errores o, en caso contrario, condenarse para siempre. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Fantástico Remake
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Liliom
Duración
118 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Ferenc Molnár
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6
El francés incorregible
“LILIOM” comenzó como una obra teatral escrita por el húngaro Ferenc Molnár, en 1909, en la que cuenta las aventuras y desventuras de un gamberro llamado Liliom Zadowski, quien hace las veces de pregonero de un carrusel en un parque de diversiones conocido como Hippo-Palace, cuya dueña, Madame Muskat, le ama con marcados celos y afanes posesivos.

La obra obtuvo tanto éxito que, el director Michael Curtiz, se dispuso a adaptarla al cine en 1919, pero hubo de abandonar el rodaje a medio camino, cuando tuvo que salir de Hungría por los cambios políticos que allí se estaban dando. Sería entonces, el americano Frank Borzage, el primero en llevar esta obra al cine, en 1930, con notable aceptación. Por estos años, otro gran director, se vería también obligado a abandonar su patria para no caer en las pretensiones del nazismo: se llamaba Fritz Lang, y en un tren marchó a Francia con apenas unas cuantas pertenencias. Al poco tiempo de estar allí, y apoyado de nuevo por el productor Erich Pommer, Lang se puso en la tarea de adaptar de nuevo la obra de Molnár ayudado por dos colaboradores franceses. Así surgió, “LILIOM”, primera y única película rodada en Francia por este genio alemán, pues ese mismo año, 1934, tendría su encuentro con David O. Selznick quien quiso llevárselo a Hollywood para que trabajara con la MGM.

Historia de amores y desamores, de anhelos de redención e ímpetus incontrolables, es este un fílme con afanes progresistas que, en medio de una cierta ingenuidad en algunos planteamientos y en algunos escenarios -sobre todo cuando se palpan terrenos espirituales-, mantiene un aire atractivo con aquel personaje travieso, seductor e incorregible, cuya preferencia por las criadas lo lleva un día a enamorarse de una de ellas, hasta el punto de abandonar su "atractivo" empleo para seguirla.

Como un claro alegato contra la posición de la Iglesia Católica y de otras religiones tan arcaicas –aunque más recientes- como Los testigos de Jehová, que afirman que “polvo somos y en polvo nos hemos de convertir”, la historia sustenta la filosofía oriental de que No es cierto que todo termine con la muerte, pues “sería demasiado cómodo si la muerte lo arreglara todo”, ya que en tal caso “¿dónde quedaría la justicia?” Esto, como la sustentación del registro akásico (memoria de todo lo vivido), tiene asidero en los estudios de grandes maestros como Annie Béssant, Rudolf Steiner, Samael Aun Weor y otros.

Causa risa ver a los policías del cielo o a ese comisario con alitas de pollito reafirmando la incompetencia de las instituciones oficiales, pero en cualquier caso, el filme motiva impostergables reflexiones y hace pasar un rato bastante entretenido.

Después… vendrá la relevante obra de un alemán en América.
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4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Entretenida
Esta singular película es una combinación ecléctica de géneros que van del melodrama a la fantasía, con muchos toques de humor.

La trama tiene similitudes con otras películas posteriores del director Fritz Lang, con un jóven vividor, granuja y mujeriego como personaje central, que tiene un deambular vital zigzagente y tembloroso, pero que es capaz de llevarse a todas las muchachas al huerto, es decir, de vivir la vida, o mejor dicho, de vivir su vida. Junto a él, una mujer enamorada y sufridora, que paciente y estoicamente acepta el carácter inconsistente y altivo de Liliom.

La película decae en su último tercio, en la parte más fantástica, no por la labor del director o de los actores, que en general están correctos, sino porque el argumento está cogido por los pelos, resulta artificial y no dá para más.

A pesar de ello, aparece el toque del genial director vienés en muchas ocasiones, por ejemplo en los cortes de los planos, y tiene muy buenos momentos de comicidad. Como es habitual en sus películas, la fuerza del destino juega un papel importante.

Está lejos de sus mejores trabajos y aún así es recomendable, aunque sin gran estusiasmo.
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