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La noche del escándalo Minsky's (1968)

La noche del escándalo Minsky's
99 min.
5,5
53
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Escena -spoiler- (INGLÉS)
Sinopsis
En 1925, una joven que abandona la estricta comunidad "Amish" llega a Nueva York para convertirse en bailarina. Prueba suerte en el "Minsky's", un teatro de variedades del Lower East Side cuyo dueño sufre las presiones de la censura. Chick, uno de los cómicos del local, se enamora de la muchacha. Su veterano colega Raymond, que es un mujeriego, pretende utilizar a la chica para dejar en ridículo al censor y, al mismo tiempo, intenta seducirla. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia Años 20 Vida rural (Norteamérica) Amish
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Night They Raided Minsky's
Duración
99 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
La casta y devota chica que “inventó” el striptease
Al sexo nada lo detiene. El hombre no lo inventó, viene ligado a su esencia natural, y es un impulso que busca su salida estés despierto o dormido, lo quieras o no lo quieras. Y mientras más lo reprimas, más te asedia y te acorrala de manera irremisible. Casi invariablemente, una persona sexualmente reprimida es malgeniada, hostil, intolerante… y lo es más aún cuando lleva una vida sexual a oscuras, de manera hipócrita y aparentando una vida célibe ante la sociedad donde se desenvuelve. El psicoanálisis y las terapias holísticas han demostrado hasta la saciedad que, el principal factor que causa las neurosis, es una excesiva represión de las tendencias libidinosas. Lo malo no es el sexo, porque es éste una energía natural. El mal radica tan solo en la manera como muchos acceden y/o proceden con él. En primer lugar, traspasando los principios éticos, valiéndose del sometimiento o el chantaje, y en incontables casos engañando a seres inocentes. Y en cuanto al proceder, con actitud egocéntrica, abusiva o incompetente.

“Superada” la Era Victoriana (1837–1901) que, desde Inglaterra, salpicaría a casi todo el mundo con sus severas prohibiciones, su exacerbado moralismo y su castidad en cintura, comienzan a abrirse pequeñas brechas para soltar los diques de la libido… y así es como llega el año 1925, cuando comienza esta historia ambientada en el Minsky’s Burlesque de Manhattan, al que la Sociedad Newyorquina contra el Vicio, en cabeza de su representante Vance Fowler, tiene en la mira por sus bailes, gestos y frases subiditos de color.

Dos payasos hacen los principales sketches del programa: Raymond Paine (Jason Robards) y Chick Williams (Norman Wisdom) y ambos terminarán fascinados con una joven parisina (la sueca Britt Ekland) que acaba de llegar y quien viene a proponer sus bailes ¡con los que escenifica pasajes bíblicos! La chica pertenece a la comunidad Amish (de fuertes reglas morales y evasiva de la sociedad moderna), pero no obstante, pronto se sentirá atraída por la libre expresión sexual que advierte entre los miembros de aquella compañía teatral.

Convertida pronto en Mademoiselle Fifi (todas las alusiones al cuento de Guy de Maupassant son intencionales) Rachel se sentirá tentada por uno de los payasos, mientras que el socio de éste, fascinado con ella, decidirá protegerla de las tentaciones… hasta que a alguien se le ocurre tomarla como señuelo… y lo que ocurrirá luego, afirman algunos que fue lo que dio origen al irresistible striptease.

William Friedkin realiza con “LA NOCHE DEL ESCÁNDALO MINSKY’S” una comedia de muy buena factura pero de corto vuelo, que se nota afectada por el cambio de rumbo dado al personaje de Chick quien claramente lucía como el chico emparejable (¿la eterna tirria contra los ingleses o para salirse de lo predecible?), y por la muerte de Bert Lahr (el león de “El Mago de oz”) durante el rodaje, cuyo personaje (Spats) queda en agua cuando esperábamos que tendría su oportunidad.

Título para Latinoamérica: “REBELIÓN CONTRA LA GENERACIÓN HIPÓCRITA”
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2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
3
La película que enloqueció a la niña de El Exorcista
Lo que en teoría tenía que ser una película musical con números divertidos y diversión asegurada, se va diluyendo con el paso del metraje. Ni la encantadora Britt Ekland, ni las buenas intepretaciones de Jason Robards y Norman Wisdom logran entretenernos. Los diálogos son cansinos, las actuaciones son monótonas y en ningún momento sientes empatía por ninguno de los personajes. Lástima que un director como William Friedkin estuviera detrás de las cámaras de semejante engendro.
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0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
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