Whoopee! (1930)

La productora de Samuel Goldwyn asienta sobre las sólidas espaldas de su estrella Eddie Cantor este primitivo musical que tiene el valor de mostrarnos que ya entonces el coreógrafo Busby Berkeley tenía las ideas muy claras y obsequiaba al espectador con planos cenitales caleidoscópicos, como los que más tarde se convertirían en marca de su estilo, o un trávelin bajo los arcos formados por las piernas de las coristas, o los típicos movimientos coordinados de muchachas en hilera, es decir, tenía ya una idea muy cinematográfica del show musical que debía de contrastar muchísimo con las estáticas presentaciones frontales de las demás películas. Además, el aficionado al género encuentra el aliciente de la interpretación de Eddie Cantor, con su voz aguda y solvente y su rica y cómica gestualidad, de dos canciones que se harían clásicas tanto del music hall como del jazz: My baby just cares for me y la que da título a la película. Incluso aguantan bravamente el paso del tiempo y los cambios de mentalidad algunos de los chistes de Cantor, como ese de que tiene que dormir con gafas porque si no, sería incapaz de reconocer a la gente con la que sueña. A pesar de la ambientación de western y algunas secuencias exteriores, la película tiene un agradable sabor a interior, a artesanía teatral, a golpeteo de pies sobre tabla. Evidentemente, el argumento y las situaciones que afloran de él no tienen el menor interés.