¡Armas al hombro! (1918)

Nunca me había puesto a hablar de este GENIO. Uno de los pocos que te hace reir a gusto, y sin decir ni una sola palabra. Un gurú de la comedia, al que sus propios compatriotas le obligaron al exilio por ideales no tan afines con lo que tocaba. Una paradoja.

Una vez más Charlot sale a escena con lo que todos ya sabemos: bombín, zapatos enormes, bigotito y una larga lista de acciones absurdas que provocan mil y una carcajadas. Una delicía da ver a Chaplin haciendo de Charlot, que parece que el personaje de ficción es Chaplin y no al revés, ya que en sus más de 40 películas haciendo de mendigo llega a alcanzar una perfección plena. Puras coreografías llenas de saltos, volteretas, caídas...

Cuando se filmó la película sobre la Primera Gran Guerra ya se sabían los horrores que ésta ocasionó. Chaplin supo hilar una buena historia sin que la crudeza lo invadiera todo. Se sabe que en las trincheras se vivía deleznablemente pero Chaplin las utiliza para sacar de ellas situaciones totalmente surrealistas y divertidísimas.

Nunca una comedia sobre la Primera Guerra Mundial había sido tan divertida, entretenida y de poca duración. El maestro Charles Chaplin nos muestra como, de una forma original, se puede realizar un mediometraje excelente.

Es muy divertido ver las aventuras de Charlot en las trincheras del frente del ejército estadounidense. Tanto su aprendizaje como los compañeros de trinchera o el rescate que tendrá que realizar son soló algunas de las acciones que le harán ganarse el respeto de las tropas americanas.

Brillante interpretación de Charles Chaplin que es digna de admiración. Con un reparto no muy abundante donde aparece su hijo (Syd Chaplin) y Edna Purviance entre otros.

Fue la segunda película que se rodó para el First National Pictures. Como curiosidad, añadir que este mediometraje mudo fue sonorizado en 1945 pero su proyección fue prohibida por el mismo Chaplin.