Doctor X (1932)

Quienes escribieron esta comedia "terrorífica" -Earl Baldwin y Robert Tasker, basados en la obra que, Howard Warren Comstock, estrenara en el Hudson Theatre de Broadway, en 1931-, se ocuparon ciertamente de indagar algunos datos científicos de interés (efectos de la luna, afloramiento de emociones reprimidas mediante refuerzos, estados de demencia inducidos por el afán científico…), pero no tenían claro que, para hacer un buen guion, esto no es suficiente... y así, se olvidaron de la coherencia y significancia de los hechos (la laxitud de los policías resulta indigerible; los experimentos del Dr. Xavier rinden culto a la ingenuidad con sus recursos teatrales; Taylor y Joanne resultan ridículos en su escena de playa…), y el suspenso y los recursos para causar susto son, por su parte, tan elementales que sólo sonrisas de decepción pueden aflorarnos y, en definitiva, uno termina por no tomarse en serio nada de lo que ocurre y no queda más que buscar ocasiones para reírse.

Con semejante trama -ante la que cualquier director se sentiría ridículo-, sorprende ver el profesionalismo del director, Michael Curtiz, quien se compromete de pleno para dar a esta 'historiecilla' (encargo de la Warner Bros.) el mejor aspecto visual que pudiera lograrse. El director húngaro, acude a sus aprendizajes de luz y de encuadre con la escuela expresionista, y ayudado por los siempre excelentes sets de su habitual artista, Anton Grot, crea composiciones escénicas de una belleza gótica encomiable. Siento que, en tal sentido, el filme hace escuela y deja sentada una buena plástica que, seguramente, muchos habrán imitado en el cine de terror de años posteriores.

A ver si ustedes recuerdan una historia como ésta: En la periferia de una vieja ciudad, se comienzan a producir una serie de asesinatos, ejecutados en noches de luna llena y con un bisturí como arma letal. La policía descubre que, los seis crímenes contados a la fecha, han sido ejecutados muy cerca de la Morgue de la calle Mott, donde funciona la academia científica del Doctor Xavier, y hasta ella acuden a indagar, siendo seguidos por un husmeador periodista.

Un puñado de excéntricos científicos con algunas limitaciones físicas, acompaña al director de la academia -quien vive con su bella hija-, y éste se compromete con la policía a que investigará quién puede ser el asesino. Lo que sigue es una cuasi-cómica experimentación sin ánimo de comedia; algo de comedia con apenas algún acierto; y un pretendido aire de terror que no funciona por más esfuerzo que uno haga para volverse condescendiente.

Pero, ¡cuánto aprecio esa enhiesta personalidad de Curtiz, que lo llevaba a ejecutar, con el mayor empeño, cualquier empresa que bajo contrato se le asignara, por más insalvable que pudiera parecer! Del centenar de películas que hizo en los Estudios hollywoodenses, apenas recuerdo dos o tres casos donde, a partir de cierto momento comenzó a trabajar con desgano, y sólo uno donde abandonó su tarea… y ésto sucedió porque se sintió indelicadamente interferido o acosado por alguien durante el rodaje.

Con todo, puedo decir que, <<DOCTOR X>>, es un pastel horneado sólo con la parrilla de abajo.

La factura técnica de la cinta es sobresaliente. El trabajo de Curtiz para la obra hace que los defectos sean menos irritables.

Una historia de culpables camuflados. Científicos obsesionados y periodistas intrépidos. Un acercamiento al género de terror, pero con demasiado desenfado. Irregular en el tono e irremediablemente encantadora en sus incoherencias de guión.

Ray Rennahan y su technicolor son las estrellas de la función.