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Corazones en lucha (1921)

Corazones en lucha
80 min.
5,6
115
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Sinopsis
El comerciante Yquem le compra a su esposa, con dinero sucio, una preciosa joya en un local donde los delincuentes trafican con joyas falsificadas. Precisamente en ese lugar, Yquem encuentra casualmente a un hombre con el que su esposa había tenido un romance; al reconocerlo, lo sigue hasta un hotel y le envía una carta, imitando la letra de su mujer, para proponerle una cita. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine mudo Celos
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Alemania Alemania
Título original:
Vier um die Frau
Duración
80 min.
Guion
Fotografía
Compañías
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6
Pequeña historia de una mujer leal
Por más que pueda pesarnos el hecho de que, la novelista, guionista y actriz, Thea von Harbou, haya terminado su vida matriculada en el nazismo, es imprescindible reconocer el fundamental papel que cumplió en la obra cinematográfica alemana del director Fritz Lang, de quien no sólo fue su colaboradora sino también su esposa, hasta que éste se enamoró de la joven actriz Gerda Maurus con quien trabajó en “Los espías” y en “La mujer en la luna”.

Casada con Lang, entre 1922 y 1933, la colaboración de la señora Harbou se inició, en 1919, con la película “La imagen errante” y terminó con “El testamento del Dr. Mabuse” en 1933. El suyo fue un lazo íntimo, compenetrado y poderosamente fructífero, pues en lo esencial, fue de su puño y letra que salieron las historias de “Dr. Mabuse el jugador”, “Los Nibelungos”, “Metrópolis”, “Los espías”, “M” y otras tantas. Es decir, todos los filmes de gran valía que hizo Fritz Lang en Alemania, tienen la impronta de la talentosa Thea von Harbou.

Le debemos a ella personajes oscuros e impactantes, historias sociales cargadas de drama y de tragedia, caracteres profundos y leales a sus principios, y especialmente, un puñado de retratos femeninos dignos de admiración y del mayor aprecio.

¿Por qué se unió a los nazis la señora Harbou? Creo, que por algunas de las razones por la que, tanta gente buena, apoya en todo el mundo a los políticos corruptos: Por respetar la tradición política de la familia, por creer en las promesas demagógicas planteadas con eficacia, o por sentir que, otra ideología, podría desfavorecer su posición social actual. Pero, fuese lo que fuese, mi venia a Thea von Harbou por su gran aporte al arte cinematográfico.

“CUATRO EN TORNO A LA MUJER”, fue el segundo guión en el que trabajaron juntos Lang y Harbou. La última escala hacia el éxito, pues enseguida vendría “Las tres luces” y el resto de sus filmes perdurables. Esta, es otra modesta historia sobre una mujer leal y enamorada, cuyo marido no vive en paz hasta no obtener claridad sobre algo que ocurrió el día de su boda. Celos, especulaciones, afanes chantajistas, joyas robadas y otras falsificadas, un rubí extraído de la colección de un duque… y un retrato con dedicatoria, encontrado en poder de la acosada Florence Yquem (Carola Toelle), harán de éste un drama social que no consigue levantar suficiente vuelo, pues se enreda en situaciones un tanto confusas y en personajes que no toman forma.

Estamos ante un filme de bajo presupuesto, cuyo mayor encanto es esa mujer bella y ejemplar, dispuesta a la necesaria dignidad para preservar su matrimonio.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Celos.
42/07(07/02/21) Ordinario melodrama germano mudo que solo tiene el interés para todo buen cinéfilo de indagar en los orígenes de uno de los grandes cineastas de la historia del cine, el vienés Fritz Lang (Friedrich Christian Anton Lang 1890-1976), que a sus 31 años rodó su quinto largometraje, con guión mancomunado con su futura esposa (1922-1933) Thea von Harbou (“La mujer en la luna”, “Metropolis” o “M, el vampiro de Dusseldorf”), adaptando una obra del dramaturgo y guionista alemán Rolf E. Vanloo titulada “Florence oder Die Drei bei der Frau”.

Tiene el aliciente de intentar escrutar y vislumbrar sus señas de identidad, en este caso se pueden atisbar en su gusto de exponer a personajes atormentados por un trauma, tipos que gustan de disfrazarse para confundir identidades (“Dr. Mabuse”, de hecho aparece Rudolf Klein-Rogge, qUe al año siguiente protagonizaría el mencionado film), está el retrato de los bajos fondos (las deprimentes tabernas, sus trastiendas, las callejuelas,...) contrastándolo con decorados de la clase alta (grandes mansiones, vestíbulos de hoteles, la bolsa de valores,...), pero apenas hay rastro del expresionismo que le hizo mundialmente famoso.

Pero sus valores como film están muy por debajo de lo que está por llegar del realizador, con una historia confusa (quizás debido que falta metraje tras su restauración), con un comportamiento arbitrario de los personajes, con lagunas argumentales, donde todo huele a una teatralidad vetusta, con una cámara estática recogiendo escenas cual si estuvieran los figurantes en un escenario, con actuaciones histriónicas, derivando todo en un desarrollo irregular, con unos protagonistas con los que no conectas y te da igual lo que les pase. Todo esto en un pretendido retrato de una Alemania post-Gran Guerra, donde se pinta a la clase alta viviendo de la bolsa (o sea, especulando), viendo ociosos, comprando joyas en el mercado negro, ‘comprándose’ esposas, un microcosmos donde reina la delincuencia y las bajas pasiones.

Considerado durante mucho tiempo como perdido, un rollo de película en portugués fue encontrado en 1986 en la Cinemateca Brasileira en São Paulo por el historiador de cine Walther Seidler, un empleado del Kinemathek en Berlín, junto con 'Das Wandering Bild' de Lang, de la finca de un distribuidor local. Después de dos años de trabajos de restauración, se volvió a mostrar en 1988 en la Berlinale. La copia reconstruida tiene 1.618 metros de largo. Los subtítulos se han traducido del portugués.

Thea Von Harbou casada con Lang, entre 1922 y 1933, la colaboración de ella con el director se inició, en 1919, con la película y terminó con “El testamento del Dr. Mabuse” en 1933. De su unión nacieron todos los filmes de gran valía que Lang hizo en Alemania, como “Dr. Mabuse el jugador”, “Los Nibelungos”, “Metrópolis”, “Los espías”, “M” y más.

Yquem the Broker (Ludwig Hartau), especulador de acciones usa moneda falsa para comprar una joya de alto precio en el mercado negro para su bella y amorosa esposa, Florence (Carola Toelle). Yquem se disfraza para ir a comprarla (porque utiliza dinero falso, porque se encubre y por qué no va a una joyería legal es un misterio). Durante la transacción, Yquem se da cuenta de que un hombre tiene parecido sorprendente con un retrato que encontró entre las posesiones de su esposa. Su curiosidad desencadenada, Yquem sigue al hombre hasta su hotel y, duplica la caligrafía de su cónyuge, escribe una carta para el misterioso hombre, invitándolo a su casa para que el esposo pueda espiar sigilosamente al presunto ex novio de su esposa. El tipo al que Yquem sigue resulta ser el marinero William Kraft (Anton Edthofer), el gemelo idéntico de Werner Krafft (también interpretado por Edthofer). Werner Krafft estuvo enamorado de Florence hace mucho tiempo.

Es curioso como Lang utiliza un tramo de flashback para contar un hecho desde dos puntos de vista, algo supongo novedoso entonces, pero esto no pasa de apunte a pie de página. Ello en una historia de celos, crímenes, robos, chantajes, falsificadores, pero todo esto en un relato lioso, alargado, con situaciones difusas, que parece aspirar a mucho más de lo que da. Todo ello con un rush final aparatoso y sobreactuado.

Como curiosidad me llama la atención la aparición de un niño negro como recurso cómico estereotipado cuando pone saltones sus ojos ante algo que le sorprende. Con los 100 años del estreno del film cumplidos esto se ve como racismo, entonces simplemente humor.

Interesante producción para los complotistas de la filmografía de Fritz Lang y para los que gusten de indagar en sus marcas con las que regaría posteriormente sus cintas. Fuerza y honor!!!
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