Ambición de mujer (1951)

¡Cuánto se alegra la vida toda vez que surge una mujer con carácter y serias aspiraciones! Una mujer que se valore, que se respete y que luche por ser dueña de su propia vida, aumenta la luz del mundo e impone un grado más a la dignidad de la existencia. ¡Y cuánto apreciamos los hombres a una mujer que decide jugar su papel con claridad, con persistencia e integridad!

La modelo e incipiente diseñadora, Harriet Boyd, ha comenzado a sentir que, en una ciudad como New York, donde la mayoría de las mujeres viven esclavas de la moda y la única pregunta que hacen cada día es “¿Cómo estoy?”, con su talento puede abrirse camino si se propone lanzar, ella misma, los diseños que, hasta ahora, viene dando a otra marca para que los explote. Con algo de marrulla, Harriet consigue hacerse con el dinero que, en compañía del vendedor Teddy Sherman y del confeccionista Sam Cooper, le permitirá montar su propia empresa (Sherboyco)… y un amplio sendero donde el amor, las promesas de éxito y las tentaciones tendrán su habitual lugar, comenzará a recorrer… hasta que la vida le exija que, es el momento de elegir su definitivo camino.

La presencia de J. F. Noble, un empresario de muy claros conceptos que también se interesará profundamente en Harriet, dará lugar a esa suerte de triángulo amoroso donde, comúnmente, alguien sobra y alguien habrá de quedarse con el trofeo. En, Noble, está el preclaro ejemplo del hombre que pocas veces dice una palabra de más, y la precisión de cada frase suya, pondrá a la linda empresaria en una situación bastante compleja.

Ligeramente basada en la novela homónima del newyorkino, Jerome Weidman (1913-1998) - escritor que siempre se ocupó del hostil subfondo de los negocios y la política de su patria, ésta fue primero convertida en una obra teatral por el notable escritor -y también director- Abraham Polonsky y luego llevada a guion por Vera Kaspary, resultando así que, el ambicioso personaje de la novela, Harry Bogen, empresario en la industria cementera en la New York de los años1930, se convertirá en una sensual mujer, Harriet Boyd, diseñadora de modas en la misma ciudad y en los años 50’s.

El propósito del director Michael Gordon, fue ponerse del lado de esa lucha por los derechos y la dignidad de la mujer que, a partir de aquellos años, comenzaba a tomar nueva fuerza en América y Europa. El proceso que vive la diseñadora de modas, se desenvuelve de tan efectiva manera que, creo que muchas mujeres podrán ver en ella un ejemplo a tomar en cuenta.

Preguntas de gran peso surgirán en el camino, algunas de ellas alentadas por un grato personaje llamado Sam Cooper, al que, con gran carisma, interpreta Sam Jaffe: ¿Qué importa más, el dinero o el amor? ¿Se puede lograr algo significativo en la vida sin asumir riesgos? ¿Puede el éxito ser más importante que la lealtad?...

Susan Hayward, resulta admirable en ese rol de mujer que deberá debatirse frente a éstas y otras complejas preguntas. George Sanders, magnífico ejemplo de sobriedad y madurez. Y Dan Dailey, el hombre que ama con todo su ser… aunque no siempre sepa como debe hacerlo.

Entre los notables diálogos de “AMBICIÓN DE MUJER”, hay una frase de Noble que resulta excelente, porque tiende a definir el preciso sentir de dos tipos de hombres:

“Él te ama y te quiere poseer porque es alguien que no tiene nada. Yo lo tengo todo y lo único que quiero es compartir mi placer contigo”.

Si quieren saber a quién elegirá Harriet, hay que ver esta notable película.

Interesante melodrama con ciertos toques de comedia, con buenos diálogos y un reparto bastante acertado en general. Quien lleva el peso es Susan Hayward, en uno de esos papeles de mujer dura que le iban bastante. Sin ser un peliculón, esta metáfora sobre la ambición y el triunfo sobre todas las cosas (¿qué estás dispuesto a sacrificar por tus sueños?) se deja ver con interés. Además, sirve como crónica nostálgica de un Nueva York y un mundo de la moda desaparecido hace mucho. Ojalá producciones con mucha más pasta y marketing fueran la mitad de buenas.