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Oscuridad, luz, oscuridad (C) (1989)

Oscuridad, luz, oscuridad (C)
7 min.
7,1
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Cortometraje completo (Sin diálogos)
Sinopsis
En un pequeño cuarto, un cuerpo humano se va reconstruyendo gradualmente a medida que se van encajando las distintas partes que lo componen.
Género
Animación Comedia Comedia negra Surrealismo Stop Motion Claymation (Plastilina) Cortometraje (animación)
Dirección
Reparto
Animación
Año / País:
/ Checoslovaquia Checoslovaquia
Título original:
Tma/Svetlo/Tma (Darkness Light Darkness)
Duración
7 min.
Guion
Fotografía
Animación
Compañías
8
Lección de anatomía
En este corto de siete minutos de duración asistimos a la historia de un hombre que se hace a sí mismo. Literalmente. Tiene algo de alegoría medieval este extraño relato en que los miembros, guiados por las manos, van reuniéndose hasta formar un ser humano completo. El motivo del cuerpo desmembrado hace pensar en cierta pintura surrealista, en ciertos cuadros famosos de Dalí o de Max Ernst. Claro que este corto no es solo un cuento sobre miembros amputados, sino una especie de relato de la creación (en el que las manos moldean la plastilina igual que en el Génesis Yahvé amasaba la arcilla), un peculiar relato de la creación en que el creador y la criatura son el mismo ser.

En fin, divagaciones. Innecesarias porque el cortometraje es entretenido: no diré que bonito porque más bien hay un intencionado feísmo, como lo demuestra el que se usen órganos de animales (digo yo) o réplicas hiperrealistas de los mismos, si es que no son de verdad. Destaca también el tono ligero, nada solemne, de la película, con momentos cómicos como la ducha que debe recibir cierto miembro (el que llamamos "miembro" por antonomasia), para poder entrar por la puerta.

Como mínimo, tendrán ustedes siete minutos muy entretenidos.
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27 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
El Big Bang humano, fallido
Jan Svankmajer demuestra una vez más su dominio de la brutalidad vista como juego, y suavizada por una técnica aparentemente inofensiva.

Vemos como los miembros de ese hombre, casi ajenos a él, se le van uniendo; y, a la vez lo manipulan, de modo que el director llega a cosificar al ser humano de un modo tremendo (recordemos, que antes que la cabeza, aparecen las manos...), erigiéndose como una especie de dios creador, que curiosamente, moldea con una sustancia, cercana al barro que aparece en muchos mitos (el título es muy explícito en este sentido).

Se incluyen algunos momentos graciosos (el del vaso de agua), aunque contrastados por la explicitez de los viscosos órganos... y el crudo final... Un ser humano ahogado por su propia dimensión, en un mundo no hecho a su medida, que le sume en la oscuridad; negándole, de este modo la visión del cosmos, así como cualquier otra seguridad...

Esa luz puede que también sea un símbolo de la divinidad huída, en cuanto la persona ya está formada (también podría ser símbolo del crecimiento, la maduración, etc.)... de hecho, la bombilla toma tintes nietzscheanos, si se interpreta desde esa perspectiva...

Svankmajer deslumbra por su lucidez, su habilidad técnica, y conseguir transmitir tanto con tan poco, y en tan poco tiempo; pero no es apto, ni para todos los estómagos, ni para todas las mentes que no deseen adentrarse en los oscuros recovecos del ser humano, aunque sea través de la simple y tosca arcilla.
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14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
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