Biggles, el viajero del tiempo (1986)

Biggles fue un personaje de novelas británicas pulp, del estilo del "Hombre de Bronce" o de las de Fumanchú. Ambientada en la primera guerra mundial, y al igual que el equipo de amigos de "El Hombre de Bronce", Biggles contaba con su propio equipo de combatientes muy particulares, al igual que "Nick Furia y sus Comandos Aulladores".

Cuando los ingleses, con poco dinero, pretendieron iniciar una serie de películas de aventuras de serie B, intentaron adaptar a este personaje enlazándolo con viajes en el tiempo y la creación de un personaje encarnado por Alex Hyde-White (hijo de un legendario secundario británico) que lo anclaba en los años 80 y le ayudaba en sus misiones, al igual que un muy envejecido Peter Cushing.

Sin embargo, todas estas buenas intenciones se esfumaron por un guión muy flojo, demasiado lleno de tópicos (la francesita es que tiene tela), con reminiscencias de los guiones del Doctor Who, pero en torpe. Yo la ví de estreno en Barcelona y me entretuvo, pero la volví a ver hace poco y la verdad es que envejeció mal. Sin embargo, es agradable de ver, para pasar un buen rato, a pesar de las limitaciones presupuestarias y de la espantosa música ochentera con la que la "adornan".

Obviamente, no fue un éxito y no tuvo secuelas.

¿Qué está pasando aquí?
Diversas escaramuzas de la I Guerra Mundial se trasladan a Nueva York y a Londres a finales del siglo XX.
Y viceversa.
Al patio de butacas le cuesta tomar las riendas de la situación y, pasado un lapso prudencial de cortesía, no sabe qué criterio adoptar.
Así que decide dejarse atrapar por J. Hough, confiar en P. Cushing y abandonarse.
Pero la trama es enrevesada y los personajes no poseen el magnetismo ni el carisma necesario para asumir la responsabilidad de la acción.
Queda ese cierto encanto del director que es capaz de sembrar la semilla de la curiosidad por ese agujero del tiempo de doble dirección que se abre y se cierra cuando menos se espera.