Con su propia ley (1989)

Huelga decir que cualquier episodio de “El equipo A” es bastante mejor que esto, su argumento es el típico judaico de que si puedes resolver tus problemas personalmente mejor que confiar en la justicia, por eso la peña se compra un arma en Estados Unidos que es mucho más barato que un abogado.

Lo más alucinante es que esto se vendía en su momento como uno de los estrenos de la temporada. Patrick Swayze venía de ser hiperfamoso con su “Dirty Dancing” y las niñas de medio mundo esperaban la siguiente. Incluso se quiere dar lustre en el reparto con gente como Liam Neeson y Helen Hunt, que no consiguen mejorar un ápice este bodrio. Debió de gafarla Ben Stiller, que también sale, por cierto esta vez no hace el gamba, el que lo hace es toda la producción.

No es tanto una película aburrida, sino como poco aprovechada. El ambiente urbano, tan propio del último tercio del siglo XX es uno de los motivos por los cuáles a pesar de acercarse a las dos horas de duración se ve sin dificultades una vez que entra en faena. Pues el atractivo del fondo, insisto, está ahí presente. Respecto a la forma, decir que simplemente se espera más vehemencia y determinación en los momentos cumbres, sobre todo en el desenlace, que se toma como un valor seguro a la hora de descargar adrenalina. Si en cambio se opta por hacer gala de un cierre no acostumbrado, este se interpreta como apocado y deja con ganas de algo mejor dado el tipo de película del que estamos delante, un thriller de acción con escasa trayectoria dramática más allá de la postiza excusa que pueda arrastrar un personaje para liarse a tiros con los malos en este tipo de casos. Lo cual es evidentemente insuficiente para plantear otro tipo de desenlace al establecido en el género.

Algo confusa y estancada, se sigue con cierto interés. No es que sea la decepción del siglo, solo que el resultado final no enamora.