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Humano (1962)

Humano
117 min.
7,3
143
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Sinopsis
Un capitán de barco y su sobrino se disponen a zarpar hacia una isla para realizar un trabajo con el que ganar algo de dinero para el próximo festival del pueblo. Les acompañan Hachi, un peón amigo de Sankichi, y Gorosuke, una buceadora que quiere aprovechar el viaje para vender parte de su pesca. Pero antes de llegar a su destino, una tormenta les alcanzará. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Aventuras marinas Pesca Supervivencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Ningen (Human)
Duración
117 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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8
Un escenario límite
Fantástica historia en la que se nos muestra, a ritmo lento y realista, las penurias de un naufragio y como los personajes interactúan entre sí.

El ángel exterminador dentro de una embarcación
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8
"Me pregunto si la carne humana tendrá buen sabor..."
En uno de los momentos clave de la historia, Hachi y Goro se revuelven por el mohoso suelo de la bodega mientras hablan sobre comida, inútilmente, pues el hambre les golpea las tripas como un martillo.
Entonces dejan de pensar en legumbres, animales, reptiles e insectos y en sus cabezas se arremolinan extrañas ideas...

Andando sobre cuatro patas, esa es la pregunta que les ronda: ¿tendrá buen sabor la carne humana? Han lamido las paredes y mordido la madera, no queda nada y la Muerte se les va a llevar muy pronto...pero primero lo hace la locura. El cineasta filma casi sin cortes y en planos largos algunas de las escenas más tenebrosas de toda su carrera y del cine japonés en general, con su particular habilidad para extraer los más bajos y feroces instintos del ser humano; es un instante clave por su dureza psicológica, pues a partir de aquí los simples náufragos desesperados cruzan una línea que les llevará a otro plano de realidad, el ocupado por los monstruos y demonios...
Instante clave de la bien titulada "Ningen", filmada por un Kaneto Shindo que se ha visto recompensado, incluso a nivel internacional, tras el estreno de "La Isla Desnuda", con la cual inicia la mejor etapa de su cine (los años '60) y salva a su pequeña productora independiente, la Kindai Eiga Kyokai, de una más que inevitable quiebra, cuando todo esfuerzo parecía inútil. El que se decida a adaptar la novela "Kaijin Maru" de Yaeko Nogami deja claro que no se desvía ni un ápice de sus principios; basada en hechos reales, la historia, publicada en 1.922 por esta prestigiosa autora y poeta de ideales izquierdistas, encaja a la perfección con el estilo y los temas del cine del guionista/director.

Volverá a usar un reducido equipo técnico y actoral, casi todos habituales colaboradores, y un escenario austero, que consiste en un pequeño barco, al principio amarrado en las orillas de Oshima, con sus tres tripulantes, Hachi, Sankichi y el capitán Kame, dispuestos a zarpar unos días para llegar al esperado festival regional; un cuarto aparece con el rostro de Nobuko Otowa, ya que Shindo cambia al hombre original por una mujer. ¿Será el miembro en discordia? No lo sabemos aún, porque durante los primeros minutos el Sol brilla en lo alto, hay deliciosas provisiones y un oleaje estupendo...
Pronto la mala suerte les vapulea en forma de tormenta. El nipón no será un Walsh, un Huston o un Farrow, pero sabe capturar la fuerza inmisericorde de la naturaleza como los más experimentados directores de aventuras del Hollywood dorado; al igual que logrará Teshigahara con la arena en "Woman in the Dunes", Shindo concede un poder hipnótico a las olas y las nubes a través de la magnífica labor de fotografía de Kiyomi Kuroda. Y empieza la deriva, con estos cuatro individuos inmersos en la profundidad infinita del océano, sobresaliendo rápida y furiosamente una diferencia de opiniones que les lleva a la división grupal.

El director aprovecha el duro realismo de las páginas de la obra original, no se sirve de burdos comodines para definir a sus protagonistas, y sin un elemento sospechoso como el capitán nazi de los "Náufragos" de Hitchcock, por ejemplo. Sí, hay una mujer, pero pese a sobresalir en un grupo de hombres no es el "cuarto elemento en discordia", más bien Hachi, el más desconfiado, conspirador y paranoico de todos, y mientras Kame se aferra a su fe inquebrantable como lobo de mar experto y devoto creyente, el joven Sankichi y Goro se dejan llevar y manipular por los otros dos, las principales fuerzas enfrentadas.
El primero un reflejo de la desesperación humana, el cinismo, la ausencia de esperanza, el segundo un defensor de la moral, la ética y la creencia en Dios, y al igual que el capitán Dooley de "Infierno Blanco", encargado de que sus hombres no se rindan ni caigan presa de la angustia; sin embargo acaban cayendo, todos ellos. Primero atacados por el hambre, la culpable esencial de la confrontación, más tarde torturados por los recuerdos de su vida cotidiana y finalmente por el terror de encarar un futuro que no existirá para ellos; incluso las duras imágenes de la 2.ª Guerra Mundial asaltarán a Kame sustituyendo a las maravillosas visiones que le envía el dios Konpira.

Imágenes de cruda intensidad que Shindo sabe capturar por medio de esa belleza formal tan propia de su cine, y a la que contribuyen el nombrado Kuroda y el músico Hikaru Hayashi, quien las acompaña de una banda sonora de "jazz" estridente y a menudo no poco desquiciante; imágenes de gran poder visual arropadas en un blanco y negro grasiento, cuyos primeros planos se posan sobre el sudor de los sucios cuerpos, la mugre de la madera del desvencijado pesquero, las barbas y los cabellos, desastrados, absorbiéndonos poco a poco en las tripas de esta atmósfera viciada, putrefacta e irrespirable.
Y aunque el cineasta (a cargo de la dirección artística) se desvíe hacia el terror psicológico ligeramente cuando la moralidad se deshaga como humo y la crueldad animal asome, no optará por la violencia física excesiva ni los cambios de ritmo abruptos, ni siquiera cuando lo peor haya pasado con el pobre Sankichi de mártir sacrificial, jugando así a la doble moralidad tras llegarle a los protagonistas la bendición de Konpira en forma de buque de guerra...y de repente convertirse la sensata en chiflada descontrolada, el violento nihilista en víctima de la culpa y el creyente íntegro en el mayor cínico del grupo, en un giro inesperado y retorcido.

Para absolutamente nadie, como bien quedará demostrado, hay escapatoria en esta obra, descarnada y brutal, que sería elogiada y premiada tras exhibirse en el Festival del Ministerio de Educación de las Artes, por desgracia muy olvidada hoy día debido a que fue otro de los muchos títulos anteriores al milagro de "Onibaba".
El cuadro actoral Nobuko Otowa/Kei Sato/Taiji Tonoyama/Kei Yamamoto va más allá de sus límites y consiguen por igual unas interpretaciones inolvidables.
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