- Sinopsis
- Serie de TV (2000-2004). 3 temporadas. 18 episodios. Fumar, beber e insultar a la gente, especialmente a los clientes de su librería, son los pasatiempos favoritos de Bernard Black (Dylan Moran), un misántropo cínico, intolerante y sucio que rara vez expresa o muestra algún sentimiento positivo. Por el contrario, su ayudante y compañero de cuarto, Manny Bianco (Bill Bailey), es una persona agradable, amistosa, trabajadora y alegre. Fran (Tamsin Greig), la dueña de un local contiguo a black Books, es la única y vieja amiga de Bernard. (FILMAFFINITY)
- Género
- Serie de TV Comedia Sitcom Surrealismo
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 2000 / Reino Unido
- Título original:
- Black Books
- Duración
- 30 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Links
Premios
Desternillantes libros
17 de enero de 2009
Magnífica serie ambientada en una librería de viejo con un trío protagonista genial: el dueño, un tipo que fuma y bebe sin parar y que odia a los clientes, el ayudante que es todo lo contrario y la amiga del primero que tiene una tienda al lado.
Humor no apto para todos los paladares, destila incorrección política por los cuatro costados pero con gags realmente memorables.
Y además con tres temporadas (18 capítulos) tienen suficiente, no como otra series que se estiran y se estiran como el chicle de manera absurda.
Estos británicos son los amos haciendo series de humor.
Humor no apto para todos los paladares, destila incorrección política por los cuatro costados pero con gags realmente memorables.
Y además con tres temporadas (18 capítulos) tienen suficiente, no como otra series que se estiran y se estiran como el chicle de manera absurda.
Estos británicos son los amos haciendo series de humor.
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29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin normas y a lo loco
25 de septiembre de 2011
Otra imprescindible joya británica de humor irreverente, esta de tan solo 18 episodios repartidos en tres temporadas, especialmente indicada para cuando nos damos de bruces con la realidad y nos parece que solo los opulentos triunfadores están a salvo. BLACK BOOKS acude al rescate, en las cloacas de la metrópoli, al margen de todo convencionalismo, habitan nuestros héroes (Bernard Black, un librero sociópata; Manny, su pánfilo empleado y el proyecto de alcohólica, Fran, la vecina) dándonos lecciones magistrales de transgresión nihilista. No nos hagamos muchas ilusiones, no son unos valientes rebeldes antisistema, son unos descacharrantes egoístas, osados e inconscientes, pero capaces de generar la suficiente empatía y magnetismo como para lograr que envidiemos su resistencia a esta especie de determinismo al que parecemos abocados.
La serie es extremadamente hilarante, (algunos episodios son enormes como el de las lecciones de piano o el de la tienda de libros regentada por Simon Pegg), y es que dentro de esa vieja y cochambrosa librería, en medio de todo ese ambiente cutre en el que se mueven los protagonistas, el humor funciona como nunca. La condición humana - las envidias, los anhelos, las miserias, el amor - está todavía más expuesta, apenas hace falta un poco de mala leche para que se transforme en puro esperpento, y de todos es conocida la maestría de los británicos cuando se trata de aplicar el humor absurdo a la cotidianidad.
Así que cuando vengan mal dadas, acudamos a estos alter egos (imprescindible la copa de vino en la mano, como diría Fran) y que les den a los triunfadores, es preferible perder el tiempo con el buenazo de Manny a que nos dé lecciones de éxito cualquier especulador, y ya expuestos a la humillación que lo haga el irredento Bernard Black, y no el primer mandamás que nos salga al paso.
La serie es extremadamente hilarante, (algunos episodios son enormes como el de las lecciones de piano o el de la tienda de libros regentada por Simon Pegg), y es que dentro de esa vieja y cochambrosa librería, en medio de todo ese ambiente cutre en el que se mueven los protagonistas, el humor funciona como nunca. La condición humana - las envidias, los anhelos, las miserias, el amor - está todavía más expuesta, apenas hace falta un poco de mala leche para que se transforme en puro esperpento, y de todos es conocida la maestría de los británicos cuando se trata de aplicar el humor absurdo a la cotidianidad.
Así que cuando vengan mal dadas, acudamos a estos alter egos (imprescindible la copa de vino en la mano, como diría Fran) y que les den a los triunfadores, es preferible perder el tiempo con el buenazo de Manny a que nos dé lecciones de éxito cualquier especulador, y ya expuestos a la humillación que lo haga el irredento Bernard Black, y no el primer mandamás que nos salga al paso.
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