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Anna Karenina (1948)

Anna Karenina
111 min.
6,4
728
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Teaser
Sinopsis
Stefan Oblonsky pide a su hermana Anna Karenina que abandone San Petersburgo y regrese a Moscú para ayudarle a resolver ciertas desavenencias con su esposa Dolly. En el tren Anna viaja en compañía de la condesa Vronsky, a la que espera su hijo en la estación. El coronel Vronsky y Anna se enamoran a primera vista y cuando vuelven a San Petersburgo continúan intimando en las fiestas. Pero ella está casada y tiene un hijo pequeño, por lo que deben ser muy discretos y prudentes en sus encuentros. (FILMAFFINITY)
Género
Romance Drama Drama romántico Siglo XIX
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
Anna Karenina
Duración
111 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de León Tolstói Ana Karenina
Links
7
Drama de mujer
Cuarta adaptación al cine de la novela "Anna Karenina" (1887), de Leon Tolstoy, realizada por Julien Duvivier. Se rodó en los Shepperton Studios (RU). Producida por Alexander Korda, para su compañía London Films, se estrenó el 22-I-1948 (RU).

La acción tiene lugar en San Petersburgo, Moscú y Venecia, en tono a 1875. Alexei Karenin (Ralph Richardson), militar dedicado a la política, frío, intransigente, vanidoso, obsesionado por su reputación, mantiene una relación distante y descuidada con su esposa, Anna (Vivien Leigh) y el hijo de ambos, Segei. El coronel Vronsky (Kieron Moore), apuesto y apasionado, se enamora a primera vista de Anna, cuando la conoce casualmente en la estación ferroviaria de Moscú. Ella se siente atraída por él y se enamora contra voluntad, mientras baila con Vronsky una mazurca en una fiesta de sociedad en Moscú. Cuando ella regresa a su casa de San Petersburgo, Vronsky pide el traslado de destino para estar cerca de ella.

La película contiene un fuerte componente de crítica de la sociedad aristocrática rusa de finales del XIX y, por extensión, de la inglesa de mediados del XX. Denuncia la doble vara de medir que emplea para juzgar el adulterio del hombre y de la mujer. Mientras él es admitido sin reservas en todos los círculos sociales, ella es excluida de modo inmisericorde de los mismos. Parte de la famila adopta frente ella posiciones de exclusión, de indiferencia o de olvido, que no aplica a Vronsky. La madre de Vronsky (Helen Haye) se afana en bucar novia para el hijo y le presiona para que contraiga matrimonio y abandone a Anna. Los personajes que pueblan la alta sociedad rusa son en general vacíos, fatuos, mediocres y vanos. Practican la hipocresía y se rigen por principios de una inquietante doble moral. Aplican, además, convenciones sociales contrarias a los sentimientos humanos. Anna y Vronsky no viven el mismo drama. Éste afecta, sobre todo, de manera hiriente y perturbadora a Anna, alejada de su hijo, echada de su casa por el marido, incapaz de conseguir el divorcio por la obtusa negativa de Karenin, imposibilitada de regularizar su relación con Vronsky y abandonada por todos, incluso por su amante, que cada vez le presta menos atención y le dedica menos tiempo. Anna transita de la depresión a la desmoralización y de ésta a la desesperación, en un proceso que el film desarrolla con cierta oscuridad, vaivenes y embarullamiento.

La música, de Constant Lambert, refurza los tonos dramáticos y los sentimientos de desolación de Anna. La fotografía realza la belleza de Vivien Leigh y subraya la intensidad de su drama interior. El vestuario, de Cecil Barton, es excelente. El guión, de Duvivier y de Jean Anouilh, crea una atmósfera de dramatismo desgarrador, reforzdo por gélidas temperaturas y tempestades de nieve. La dirección se ve desbordada por la magnitud de la empresa y comete errores en la dirección de actores, especialmente visibles en el caso de Vivien Leigh, que no gradúa la progresión de su drama.
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17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
Tolstói jibarizado
Vetusta película con el inequívoco estilo del cine de finales de los cuarenta-principios de los cincuenta (no es mala época), mal envejecida pero digna, aunque uno lamenta que no la hubiera dirigido William Wyler o alguien así, un director que supiera cómo bajan las actrices las escaleras de los palacios y cómo los caballeros se atusan los bigotes y hacen reverencias antes de sacar a las damas a bailar (al Duvivier este le falta glamour y garra). Como es propio de la época, los diálogos son altisonantes y todos los actores vocalizan muy bien (por desgracia, la vi doblada), pero están un poco rígidos y se descuida el trasfondo psicológico de los personajes. Así Vivien Leigh tiene clase y cumple, pero poco más; Vronsky es un figurín sosaina y el personaje de Levin está reducido a la mínima expresión y sólo los que hayan leído la novela sabrán que es importante en el relato; Kitty, muy mona. A mí el actor que me pareció más entonado es Ralph Richardson como Karenin (y los secundarios no están nada mal, especialmente las damas de la nobleza, todas con aspecto de víboras y muy graciosas).

En resumen, cine con telarañas. Juzgada la película por sí misma es digna, pasadera. Ahora bien, no nos engañemos, la peli es a la novela lo que una seta de la aldea pitufa a la catedral de Burgos.
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19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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