Making of (ESPAÑOL) 1/3
Ver 3 más- Sinopsis
- La frustración y el hastío vital de Michel des Assantes, un prestigioso cirujano plástico parisino, es insoportable: tiene una esposa a la que no ama, un hijo que le resulta ajeno y unos amigos a los que desprecia, pero es incapaz de quitarse la vida. Un día, le compra la bicicleta a un estrafalario ciclista que iba a hacer la ruta París-Tombuctú y se lanza a hacer el recorrido: Tombuctú se convierte para él en la Tierra Prometida. (FILMAFFINITY)
- Género
- Comedia
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1999 / España
- Título original:
- París-Tombuctú
- Duración
- 105 min.
- Guion
- Música
Premios
"No me río, no me sugiere nada. A veces siento vergüenza ajena"
Carlos Boyero
[Cinemanía]
5
3
Positiva
1
Neutra
1
Negativa
Ver más
A ninguna parte
20 de abril de 2009
A pesar de que ha sido denostada por parte de la crítica, yo soy de los que opinan que todo se debe en buena parte al hecho de que "a Berlanga se le puede exigir más". Quiero decir que no es una mala película ni mucho menos, que sigue teniendo los puntos jocosos habituales, y que es una de sus cintas más caóticas.
Además, París-Tombuctú nos retrotrae a la filmografía anterior de Berlanga, pues recupera a Michel Piccoli (con el que trabajó en "Tamaño natural"), y vuelve a Calabuch, el pueblecito imaginario que ideó 40 años antes.
Por supuesto que no está a la altura de los clásicos, pero es una buena muestra de que este hombre, casi a los 80 años, seguía teniendo la mirada ácida y el humor negro que le convierten (una vez más) en el mejor sociólogo español.
Además, París-Tombuctú nos retrotrae a la filmografía anterior de Berlanga, pues recupera a Michel Piccoli (con el que trabajó en "Tamaño natural"), y vuelve a Calabuch, el pueblecito imaginario que ideó 40 años antes.
Por supuesto que no está a la altura de los clásicos, pero es una buena muestra de que este hombre, casi a los 80 años, seguía teniendo la mirada ácida y el humor negro que le convierten (una vez más) en el mejor sociólogo español.
[Leer más +]
21 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Triste y rabiosa dinamita libertaria.
31 de marzo de 2010
Un erotómano, solitario y hastiado médico francés (Piccoli) decide huir de su consulta parisina y hacer un recorrido final hacia la ciudad de Tombuctú (lo mismo daría Cuenca) para allí acabar sus días. A medio camino hará escala en Calabuch (Valencia). Es un hombre harto, que desea huir y desaparecer, al que solo le agarran a la tierra la contemplación de la anatomía femenina, el fetichismo y la comida. Es, no nos engañemos, el "alter ego" del propio Berlanga. Y por ello esta película es una desesperada obra libertaria, hecha no para inventar la transgresión o dinamitar, sino para volver a mostrar la mala hostia que gasta su autor y su bajo concepto del ser humano. Es la (pen)última película de un solitario, de un erotómano y viejo verde, de un incontrolable, de un anarquista desengañado, de un temeroso al fin y al cabo (spoiler).
Tres narices le importa a Berlanga que a estas alturas le critiquen su falta de aliño en la puesta en escena o la profusión del dejà vu en ciertos chistes chuscos o repetitivos; lo que le importa realmente es volver a empalidecer a jóvenes genios revolucionarios con su leve estilo dónde maneja la comedia coral y de múltiples situaciones como nadie (y eso que al principio la película está algo afectada de cierta confusión en los actores). Es cierto que hay un guión muy irregular y personajes mal definidos, pero lo que para otro hubiera sido un caos lo lleva Berlanga a un terreno dónde resolutiva y contundentemente logra transmitir inteligencia transgresora, verdadera mala leche, auténtica rabia cómica compulsiva. Así, en el microcosmos plasmado en la película desfilan todo un lujo de personajes: hermanos hijos pretendidos de Manolete, pero en realidad de unos enanos (una ninfómana Concha Velasco; una pía Soler Leal, un fetichista Gurruchaga); un anarquista nudista en Juan Diego; una alcaldesa lesbiana; un cura malhablado y corrupto en Santiago Segura; un ciclista legendario en Luis Ciges; un revolucionario desengañado en Manuel Alexandre... y más.
Y recorre Berlanga lugares comunes de su gran obra primeriza e intermedia como "Calabuch", "Bienvenido Mister Marshall" y "Tamaño natural" (un muñeco de madera con el que se acuesta Piccoli). Y a través de todo ello subyace la final y triste filosofía berlanguiana de la pendiente revolución, de que es imposible acabar huyendo, acabar suicidándose, acabar solo y desaparecido de la pestilente sociedad por el miedo de cada uno, por el miedo de los demás, porque no te dejan, porque no puedes, por mala suerte. Qué triste. Qué auténtico. Qué bien que Berlanga, aún con sus excesos y defectos, haya vuelto con la penúltima. Qué alegría, amigo plácido, verdugo de lo impuesto, iconoclasta apóstol del hedonismo. Viejo Berlanga. Joven maestro.
Tres narices le importa a Berlanga que a estas alturas le critiquen su falta de aliño en la puesta en escena o la profusión del dejà vu en ciertos chistes chuscos o repetitivos; lo que le importa realmente es volver a empalidecer a jóvenes genios revolucionarios con su leve estilo dónde maneja la comedia coral y de múltiples situaciones como nadie (y eso que al principio la película está algo afectada de cierta confusión en los actores). Es cierto que hay un guión muy irregular y personajes mal definidos, pero lo que para otro hubiera sido un caos lo lleva Berlanga a un terreno dónde resolutiva y contundentemente logra transmitir inteligencia transgresora, verdadera mala leche, auténtica rabia cómica compulsiva. Así, en el microcosmos plasmado en la película desfilan todo un lujo de personajes: hermanos hijos pretendidos de Manolete, pero en realidad de unos enanos (una ninfómana Concha Velasco; una pía Soler Leal, un fetichista Gurruchaga); un anarquista nudista en Juan Diego; una alcaldesa lesbiana; un cura malhablado y corrupto en Santiago Segura; un ciclista legendario en Luis Ciges; un revolucionario desengañado en Manuel Alexandre... y más.
Y recorre Berlanga lugares comunes de su gran obra primeriza e intermedia como "Calabuch", "Bienvenido Mister Marshall" y "Tamaño natural" (un muñeco de madera con el que se acuesta Piccoli). Y a través de todo ello subyace la final y triste filosofía berlanguiana de la pendiente revolución, de que es imposible acabar huyendo, acabar suicidándose, acabar solo y desaparecido de la pestilente sociedad por el miedo de cada uno, por el miedo de los demás, porque no te dejan, porque no puedes, por mala suerte. Qué triste. Qué auténtico. Qué bien que Berlanga, aún con sus excesos y defectos, haya vuelto con la penúltima. Qué alegría, amigo plácido, verdugo de lo impuesto, iconoclasta apóstol del hedonismo. Viejo Berlanga. Joven maestro.
[Leer más +]
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre París-Tombuctú
Fichas más visitadas