Invasores de Marte (1953)

Clásico de la ciencia ficción de los 50, en la que independientemente de las segundas lecturas que se suponen siempre tienen este tipo de producciones en cuanto a equiparar la amenaza alienigena al Damocliano peligro comunista de la época (en plena caza de brujas de Joseph McCarthy), resulta muy entretenida, siempre y cuando el espectador actual no se muestre excesivamente crítico con la modestia de los efectos especiales y/o intensidad dramática del elenco actoral, y se centre en lo que de interesante tiene una historia que nos habla de marcianos apoderándose de la voluntad de los humanos (muy de moda por la época y cuya máxima referencia es aquella joyita de culto llamada "La invasión de los ultra cuerpos 1956") y de un niño luchando para convencer a los que todavía no han sido convertidos en esclavos al servicio de los marcianos, de lo real de la invasión y de la necesidad urgente de tomar medidas.

Basada en una historia de Richard Blake (ex combatiente en la Segunda Guerra Mundial y periodista) y dirigida por el prestigioso director artístico, William Cameron Menzies, cuenta con un Eastman Color, que imagino debía ser espectacular en su época (aun hoy en día se ve de maravilla), dice mucho de la habilidad de este hombre para con 4 decorados, 4 maquetas, y unos cuantos insertos de imágenes reales con soldados y tanques, dar sentido y continuidad de forma brillante a la trama, y hacer esta muy entretenida e interesante, tanto en su desarrollo como en ese final pulp con el que se nos obsequia.

En 1986, Tobe Hooper realizo un entretenido remake, en el que como curiosidad podíamos ver a Jimmy Hunt (el niño de esta que nos ocupa, que por cierto no lo hace nada mal) en el papel de jefe de policía.

En resumen, una película que cualquier buen aficionado a la ciencia ficción y/o medianamente informado de las circunstancias socio/políticas de la época en la que fue rodada, disfrutara como se merece.

El pronunciado desfase temporal le hace a uno ser indulgente. Los rudimentarios medios tecnológicos, casi un poco más las vestimentas de pelo verdoso brillante que lucen los marcianos sea lo peor. El arranque es prometedor, muy a lo “es mi padre pero se comporta de forma extraña”. El aspecto de los ultracuerpos, una invasión calculada, secreta y metódica es lo mejor.
El niño está creíble, evidentemente. Dice que ha visto un OVNI y terminan creyéndoselo. Como explican, los científicos tenían un observatorio y debían estar más o menos al corriente de la existencia de objetos voladores no identificados pululando por la zona, luego tampoco es una gansada de la película. Además, la doctora es una mujer de mente muy abierta y sabe escuchar y atender a razones; el niño tiene fama de ser muy serio, luego la actitud de la doctora es elogiosa. Yo también le hubiera creído al muchacho.
La cabeza del jefe marciano en la pecera está bien, tiene cara de paisano terrícola pero vale; de hecho los Simpson le contrataron para sus capítulos, y en Mars Attacks, Burton volvió a echar mano de la idea de la cabeza en una pecera. El camino al arenal tiene un aire a fantasía y tan de cuento que ya no piensas que es un cuento cuando algún imprudente se adentra peligrosamente.
Un pasable es lo justo, más o menos alto, porque interesante tampoco lo es mucho.