Nieve que quema (1978)

John Converse (Michael Moriarty) es un periodista destinado en Vietnam. Allí será testimonio directo de las crueldades que presencia de los soldados heridos en el campo de batalla le hace tomar la determinación de superarse a sí mismo intentando beneficiarse de un pequeño asunto que le puede reportar un montón de dinero: confiarle a su amigo de la Marina, Ray Hicks (Nick Nolte) que transporte hasta Estados Unidos un paquete con dos kilos de heroína pura valorado en doscientos mil dólares y confiarlos a su mujer (Tuesday Wield). La ingenuidad de su amigo le llevará a Ray a meterse en una complicada situación cuando es acechado por unos agentes de narcóticos que deciden ir a por cuando éste regresa de Vietnam.

Estrenada con los títulos de Who´ll Stop the Rain” o “Dog Soldiers” el film de Karel Reisz (Sábado Noche, Domingo por la Mañana) es un alegato antidroga en tiempos de guerra (aunque no se hace una crítica directa o concisa del conflicto, pero si en algunas de sus repercusiones: como el contrabando de narcóticos). Nick Nolte y Tuesday Wield materializan como fugitivos una historia de amor de línea similar a la que representarían Christian Slater y Patricia Arquette años más tarde con “Amor a Quemarropa” (True Romance, 1993) de Tony Scott.

Una destacable película justificada por sus interpretaciones aunque la fecha de estreno no le hizo justicia, ya que se quedó a la sombra de “El Regreso” de Hal Ashby y “El Cazador” de Michael Cimino. Desde un personaje dominado por la incapacidad de asumir sus responsabilidades (insuperable Moriarty, actor luego recuperado por Clint Eastwood en “El Jinete Pálido”), su atormentada esposa (bellísima Tuesday Wield, condenada al injusto olvido de las estrellas veteranas) y el protector anti-héroe interpretado por Nick Nolte.

Recuerdo que la vi hace tiempo. La grabé en vhs (no sé de qué cadena) y repetí varios pases. Es difícil de catalogar, por eso me gusta. No es una película bélica, pero viene a mostrar muy a las claras el vacío moral que hay en la guerra y las consecuencias de éste.
A las conclusiones a las que llega -a través de una interesante historia y de unos personajes muy bien seleccionados- son las mismas a las que se llega por las de cualquier otra, llámese como se llame, Líbano, Irak, Libia, Afganistán, etc. y muy particularmente si son coloniales.
Lo bueno es que la película contiene esto y más cosas, pero casi no te das cuenta. Consigue mostrarlo a través de los personajes, que son los verdaderos artífices de la historia, la crean, la van haciendo, la van siguiendo y, al final, también la sufren.
Pienso que el director dió manga ancha a los actores y acertó, la propia historia son ellos, sus contradicciones, sus convicciones y la ausencia de ellas, sus sofismas, su estupidez. A veces perece que les deja demasiado espacio, pero tengo la impresión de que tiene que ser así.
En los apartados técnicos decir que, en general, se cumple dignamente. Efectos especiales, banda sonora, fotografía, montaje, supongo que se les podría sacar punta, pero a mí me pasaron desapercibidos, me dejé llevar más por el drama que percibía. Y supongo que no era fácil ya que la película no está exenta de secuencias de acción. Pero lo consiguió, por lo menos conmigo.
Para mí, muy recomendable.