arrow

El último magnate (1976)

El último magnate
125 min.
6,3
2.043
Votar
Plugin no soportado
Añadir a listas
Escena (ESPAÑOL)
Sinopsis
Adaptación cinematográfica de la última e inacabada novela de Francis Scott Fitzgerald. La acción se desarrolla en los años treinta, la época dorada de los estudios de Hollywood, y trata sobre la desmedida ambición y falta de escrúpulos de los que están dispuestos a utilizar todos los medios a su alcance para conquistar la gloria: aspirantes a actores, escritores y productores cinematográficos. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Años 30 Cine dentro del cine
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Last Tycoon
Duración
125 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de F. Scott Fitzgerald
Links
Premios
1976: Oscar: Nominada a Mejor dirección artística
1976: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor guión
1976: Asociación de Críticos Norteamericanos (NBR): Nominada a Mejores 10 películas del año.
"La última película de Elia Kazan conserva hoy todo su poderío, además de representar un estilo casi en vías de extinción: el de los filmes clásicos, rodados por cineastas que querían contar historias por encima de todo. Soberbio guión (...) fascinantes imágenes que retratan un fragmento de la historia de Hollywood en el que junto al glamour conviven los sueños de poder, ambición y arribismo. Una mirada nada cómplice, nada cinéfila, a los años dorados del cine. Por si fuera poco, el deslumbrante reparto redondea la función."
[Diario El País]
6
4
Positiva
1
Neutra
1
Negativa
7
El magnate
Último film realizado por Elia Kazan. Se basa en la novela inacabada de Francis Scott Fitzgerald "The Last Tycoon", adaptada por Harold Pinter, autor de un magnífico guión. Se rodó en los Paramount Studios, salvo algunos planos de exterior. Fue nominada a un Oscar (decorados). Producida por Sam Siegel, se estrenó en "première" el 15-XI-1976 (NYC).

La acción tiene lugar en Hollywood, en los años 30. Monroe Stahr (Robert De Niro) ocupa el cargo de director de un gran estudio de Hollywood gracias al apoyo del Consejo de Administración de la compañía y a la admiración de algunos de sus miembros. De carácter emprendedor y buen conocedor del oficio en sus diferentes facetas, desarrolla una actividad febril que le permite disponer de gran capacidad para imponer decisiones de trabajo que afectan a muchas personas.

La película es un drama, que se combina con un singular relato romántico. La descripción del mundo del cine en la época dorada del sistema de estudios aporta una visión de los intereses, pretensiones, ambiciones y debilidades que lo caracterizaron. El director no se propone la tarea de construir un retrato de alta definición, sino que se limita, con lucidez, a trazar un elegante esbozo que ofrece una perspectiva amplia, bien organizada y rica en detalles. Algunas de las imperfecciones que se atribuyen al film (referencias incompletas, líneas de acción inacabadas, etc.) responden a un proyecto diseñado con inteligencia, conocimiento de causa y conciencia de los riesgos de las empresas desproporcionadas. El enfrentamiento entre los intereses de las corporaciones y de sus gestores, atentos sobremanera a los resultados económicos, con los de los creadores, más preocupados por los temas de nivel y calidad, se dan acompañados de tensiones entre guionistas y productores, ejecutivos de NYC y Hollywood, opiniones políticas contrapuestas, visiones homofóbicas, etc. El conjunto conforma una intrincada red de acciones y reacciones que dieron vida a una década espléndida de buen cine. La figura del protagonista está inspirada en Irving Thalberg, ejecutivo de la MGM, conmocionado por la prematura muerte de la esposa.

La música, de Jarre, crea una banda de aires de época, situada siempre en posiciones de fondo. Incluye excelentes solos de instrumentos de viento y añade tres canciones ajenas: "My Silent Love", "Out Of Nowhere" y "Love Is Just Around The Corner". La fotografía es rica en contenidos (muestra más de lo que parece a primera vista), recursos expresivos (planos singulares, movimientos de cámara, etc.) y sugerencias (imágenes a través de una cortida de agua). Se beneficia de una adecuada ambientación y de un brillante elenco de grandes actores de la vieja escuela (Mitchum, Curtis) y de la nueva de mediados de los 70 (De Niro, Nicholson). La referencia habitual de Kazan a Europa se reviste de la forma de piropo de admiración dedicado a sus actrices (Jeanne Moreau) y, a través de ellas, a su cine.
[Leer más +]
38 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
La despedida gris de un genio del cine.
Ahora que los guionistas de Hollywood están de huelga y reivindicaciones merecería la pena volver a visitar “El último magnate” para comprobar como los labradores de todo este negocio siempre han sido los peor pagados y a los que menos se ha invitado siempre a la fiesta de la recogida de la cosecha. Pasaba en los años treinta, pasa ahora y pasará siempre, ya que los productores tienen un concepto de propiedad no sólo de todo lo que rodea la creación sino también de las personas, cosa que hay que combatir.

Al margen de ello, siento lástima que uno de los más grandes de todos los tiempos como Elia Kazan se despidiese del cine con una de sus peores películas.

Con una factura clásica y con un elenco de actores enorme –entre ellos me quedo con la actuación de Robert Mitchum- y prodigioso, muy del gusto de la década –aunque esta no vaya de catástrofes- “El último magnate” es un intento fallido de mostrarnos el ascenso y caída de un tiburón del negocio del cine, producido, como no, por unas faldas.

A pesar de las más de dos horas de metraje, la historia no da para más de una hora, el resto, son interminables secuencias, demasiado cansinas, donde Kazan se recrea con los actores pero que no aportan nada a la narración y que le hace perder un ritmo que no obtiene en ningún momento.

Está basada en una novela inacabada de esos escritores un tanto plomizos de la literatura norteamericana como es Francis Scott Fitzgerald, pero que evidentemente como miembros del imperio siempre tendrán más lugar del que artísticamente merecen. El guionista Harold Pinter, sólo consigue en muy contadas ocasiones mostrarnos el verdadero Hollywood, y es más con las miradas que con las palabras, donde encontramos las mejores escenas, muchas de ellas de un romanticismo demasiado caduco para la época.

Por cierto el propio Kazan demuestra tener un amplio sentido del humor, al introducir un personaje de origen griego anticomunista con gran intolerancia caricaturizando también a los derechistas, y dejando claramente que él fue un hombre progresista que si hizo lo que hizo en un momento de su vida no fue desde luego por traición, sino porque aquello en lo que creía había perdido el norte, algo que sucedió a miles y miles de personas decentes.

Poco más, una película que no quedará en la retina de casi nadie, y que demuestra que el gran Kazan, el de los años cincuenta, quedaba ya muy lejano.
[Leer más +]
35 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más información sobre El último magnate
Fichas más visitadas