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Sonatine (1993)

Sonatine
93 min.
6,9
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Trailer (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Murakawa no es solamente un gángster, sino uno especialmente violento y agresivo. Es todo lo imprudente que uno puede esperarse de un yakuza o incluso más, y ha conseguido buenas influencias. Pero empieza a estar cansado de su estilo de vida, quiere cambiar. Varios yakuzas de Tokio son enviados a Okinawa para ayudar a terminar una guerra entre gángsters. El conflicto se intensificará y Murakawa se convertirá en una pieza fundamental. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Thriller Crimen Yakuza & Triada
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Sonatine
Duración
93 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1994: Japan Academy Awards: Mejor música.
8
Crónica de de los últimos días
Sonatine se puede considerar el primer film de Kitano de la tipología del “yakuza-eiga”. Auténtico ejercicio deconstructivo del género, el director se complace en trasladar a sus personajes, miembros de un grupo traicionado por su propio clan, a un lugar de retiro donde esperar acontecimientos: en ese lugar, una playa de la meridional isla de Okinawa, lo carnavalesco se mezcla con la gravedad de la muerte por venir.

El héroe arquetípico del cine de yakuzas es un personaje escindido, una especie de “ronin” solitario movido por la necesidad (que no el deseo) de la venganza. Murakawa (Takeshi Kitano) es un héroe sin atributos: es violento, si, hasta el extremo, pero mata cuando es preciso hacerlo, con absoluto desinterés a su labor. Los ayudantes de Murakawa son leales, incluso íntegros y decididos, pero patéticos al mismo tiempo. Su exilio (en la costa) los aparta del mundo y los devuelve a un estado de niñez. De hecho, lo que parece disolverse no es un mundo (el de los yakuza en este caso), sino el mundo. La potencia simbólica de la tradición yakuza (de los valores míticos que la rodean y de la tradición cinematográfica que la evoca) reside en su contacto directo con la muerte, asumida con la firme decisión del bushido y experimentada en el interior de una atmósfera de violencia extrema e impersonal. Murakawa en definitiva, hace lo que se espera del héroe. Sin embargo, su actitud cansina, mecánica, es un atributo anti-épico, previsible y nunca adornado con la solemnidad de una postura moral o de honor.

La resolución de los conflictos que guían el devenir del relato puede verse de hecho como una gran estructura cuya finalidad es propiciar las condiciones de una muerte que se dote a sí misma de algún sentido. Tras la muerte sólo queda el silencio, un silencio idéntico al que antecedía a la explosión violenta. La muerte no restaura nada. Se cumple necesariamente sin más. El prototipo de acción violenta en el cine de Kitano suele articularse en una sucesión de planos y contraplanos más o menos frontales. Con la cámara situada en plena línea de fuego, los hombres se acribillan, inamovibles como estatuas (hasta que caen heridos), envueltos por el resplandor de las detonaciones. Los tiroteos del bar y el del ascensor reflejan gratamente su inconfundible estilo.
La playa, como sucede en tantas películas de Kitano, es un lugar para el juego y la confraternización. La recreación del combate de sumos, los hoyos cavados en la arena o la guerra de bengalas, son algunos ejemplos del “regreso” a la niñez de los personajes.

Sonatine es, en el fondo una “crónica de de los últimos días” mucho más interesada en evocar los tiempos muertos, las diversiones, los paseos, las bromas, el paisaje.
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68 de 76 usuarios han encontrado esta crítica útil
9
Y en aquel entonces, el asesino y yo jugamos en la arena
Gran filme de Kitano, en la que la playa y el genial Susumu Terajima (AKA Terashima) vuelven a aparecer. Una historia muy Kitano, Yakuzas violentos jugando como niños, ascensión y caída de un hombre y su "imperio", esta película nos muestra a un grupo de yakuzas que deben alejarse de la civilización mientras solucionan algunos problemas con sus jefes.
Kitano vuelve a mezclar al hombre violento con el niño juguetón, se nos muestra así a un Yakuza que hace su trabajo porque no sabe hacer otra cosa, pero cuando tiene tiempo libre, se pone a practicar origami, el lirismo y la belleza la ponen muchas escenas (como un Yakuza con su espalda tatuada bailando y cantando una canción infantil).
Los personajes crecen cuanto más salen, se crean amistades que sólo rompe la sangre y se empiezan venganzas que se llevan muchas vidas en nombre de esa amistad.
Las muertes son crudas, evitando el bombo de los tiroteos, los asesinos no se esconden detrás de la barra ni dan saltos y volteretas mientras disparan, sólo dìsparan y sobreviven (o no).
Larga obra a Kitano, llegó a nuestros televisores como aquel japonés de kimono y abanico en el popular "Humor Amarillo", y ahora es el jefe mafioso o el samurai "pro" que todos temeríamos pero del que no nos podemos alejar.
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35 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
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