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Tarzán y su compañera (1934)

Tarzán y su compañera
104 min.
6,3
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Harry Holt, un antiguo novio de Jane, se encuentra en África formando parte de una expedición que busca marfil en el mítico cementerio de los elefantes. Él y su amigo Marlin Arlington esperan convencer a Jane para que vuelva con ellos a Londres. Pero Tarzán desaprueba su proyecto de saquear el cementerio. (FILMAFFINITY)
Género
Aventuras Secuela
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Tarzan and His Mate
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Tarzán Adaptaciones de Edgar Rice Burroughs
Links
7
MODELITOS DE LA LÍNEA: "MÍNIMA EXPRESIÓN"
Ha sido reconocida unánimemente como la mejor película de la serie Tarzán por lo que, no habiendo visto toda la saga, como es mi caso, parece prudente prestar oídos a las críticas especializadas. Y lo hago con sumo gusto, debo reconocerlo, porque esta segunda aparición, de cinco, de Maureen O´Sullivan como Jane Parker es un absoluto lujazo.

Y es que, siendo importantes las dotes interpretativas, en películas como esta, llenas de exhuberancias tropicales, tales dotes quedan supeditadas a las naturales. Estoy por asegurar que en las Actor,s Escuelas de aquellos años no se preparaba a los alumnos para luchas con leones, panteras, rinocerontes y otros seres del Arca de Noé. Por tanto, buscando realismos y naturalidades, los interpretes debían acreditar en su curriculum vitae argumentos digamos diferentes. Las dotes culturistas y atléticas de Weissmuller significaban una buena credencial. En cuanto a Maureen resultaba conveniente un físico capaz de lanzarse en plongeon desde selváticas alturas hasta los brazos de aquel hombre simio "tan blanco como nosotros". Y ella, aunque sin salirse de la normalidad (no estamos hablando de Pamela Anderson ni de Ursula Andrews) lo acreditó suficientemente.

Y ahí reside uno de los créditos del film: La creíble naturalidad de Jane. Año 1934. La censura en horas bajas y Maureen O´Sullivan luciendo modelitos de la línea "mínima expresión". El director y los productores se dieron cuenta de que Tarzan, Jane y por supuesto Chita (en su primera aparición estelar) estaban en el África tropical (ya saben, la del negrito), que en el África tropical hace calor, y que además, salvo inoportunas interrupciones de Reyes Magos trayendo vestidos de Paris, medias de seda y perfumes (no flores), estaban solos, y que las únicas miradas "inoportunas" probablemente serían las de la mona inteligente, algún colibrí de bajos vuelos o un cocodrilo madrugador.

Y es que ese desperezador baño matinal tipo limones del Zambeeze o similar, con la star fresquita y al natural, es una agradable y delicadísima sorpresa y la visión de los juegos bajo el agua tipo Sirenita, un regalo, lindo y sobre todo limpio para nuestros ojos. Por lo averiguado, se hicieron tres tomas, aumentando en las otras dos, las dosis de recato, para que la película pudiera exhibirse en Estados con censuras más agresivas.

Como en la primera parte, el argumento retoma esa especie de mito de El Dorado que supone el cementerio de los elefantes. Tema aventurero por excelencia, que capta nuestro interés y que contribuye a aumentar nuestra valoración, a pesar de algunas evidentes imperfecciones, especialmente en lo que se refiere a las superposiciones de imágenes en las luchas con las fieras, al descuadre entre número de buanaminos iniciales y finales y a las revoluciones de algunas carreras de los protagonistas.

Pero se pasa bien. Y esas pequeñas cosas... pues las perdonamos.
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31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Dime cómo trata a los animales y te diré cómo es ese hombre
Hace ya largo, muy largo tiempo, que un gran número de hombres ha asumido el exterminio de diversas especies animales con propósitos mercantiles. Y no les ha importado si para hacerse a sus carnes, sus pieles, sus colmillos o cualquier otro órgano que pueda mercadearse, han de ser crueles, torturadores y/o decididos asesinos. Se aplica la potencia del arma o la efectividad de la trampa contra la desventaja animal, y se hace luego lo que haya que hacer: maltratar, amputar, desollar vivo… importando única y exclusivamente que el cazador pueda satisfacer sus ímpetus. Y si aparece algún ser humano que pretenda oponerse a su caza o a su safari -aunque sólo acuda con argumentos en pro del respeto a la vida y la conservación de las especies-, tampoco tendrán miramientos en pegarle un tiro para seguir adelante con su empresa.

El marfil, es visto como oro por los cazadores furtivos, y comúnmente, lo extraen de las morsas o de los elefantes. Se usa para adornar mesas, joyeros, bastones, puertas y otras nimiedades, pero tiene clase porque hizo parte del arte bizantino y lo usaron griegos y egipcios entre otras culturas. El sufrimiento de los animales se minimiza ahora pegándoles un tiro en la frente (aunque a veces se falla y primero les revientan un ojo o les destrozan la trompa), pero en todo caso, se asesinan sin piedad alguna, porque prima el interés mezquino sobre el sagrado derecho a la existencia.

Los cazadores que vemos en “TARZÁN Y SU COMPAÑERA”, son de los más “nobles” que pudieran existir: No van al África a “disfrutar del exterminio de los elefantes”, sino a llevarse el abundante marfil que se encuentra en el sitio-cementerio a donde los gigantes paquidermos se desplazan cuando presienten que van a morir. De paso, Harry Holt planea recuperar a su exnovia Jane Parker -quien ahora convive con el famoso Tarzán-, pues él está seguro que estará mejor a su lado en la civilizada Inglaterra. Pero Jane les mostrará, a él y a su socio Martin-mi-amigo, que en la selva no hay tiempo para aburrirse, y que se puede jugar, pasear, volar por el aire asido a una liana, tener una “mansión” en cada claro, y hasta lucir muy sensual sin artificio alguno.

Pero no todo será color de rosa, porque la ambición desata los instintos, y así se forja una aventura donde Tarzán tendrá que demostrar que está dispuesto a cualquier cosa, para evitar que se propague el uso del marfil.

El filme resulta entretenido, nos recuerda la gran armonía que puede darse entre el hombre y los animales, y Tarzán y Jane, nos traen a la memoria los placenteros tiempos de la infancia.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
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