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La doble vida de Verónica (1991)

La doble vida de Verónica
96 min.
7,2
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Sinopsis
Weronika vive en Polonia y tiene una brillante carrera como cantante, pero padece una grave dolencia cardíaca. En Francia, a más de mil kilómetros, vive Véronique, otra joven idéntica que guarda muchas similitudes vitales con ella, como su enfermedad y su gran pasión por la música. Ambas, a pesar de la distancia y de no tener aparentemente ninguna relación, son capaces de sentir que no están solas. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Música Drama psicológico
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
La Double Vie de Véronique
Duración
96 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Polonia;
Links
Premios
1991: Festival de Cannes: Mejor actriz (Jacob), FIPRESCI y Premio Jurado Ecuménico
1991: Globos de Oro: Nominada Mejor película de habla no inglesa
1991: Premios César: 2 Nominaciones: mejor actriz y banda sonora
1991: Premios Independent Spirit: Nominada a mejor película extranjera
1991: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor banda sonora
8
Drama ambíguo y fantasioso, que invita a pensar y a gozar de la belleza
Escrita y dirigida por Krzysztof Kieslowski, se rodó en Varsovia, París y en los Studios de Lodz (Polonia). En Cannes obtuvo el premio a la mejor actriz, el FIPRESCI, el Premio Ecuménico y la nominación a la Palma de oro. Ganó otros 5 premios.

La acción tiene lugar en Varsovia, Cracovia y París en 1989/90, a lo largo de unos 3 meses. Narra la historia de dos muchachas, nacidas el mismo día (23-XI-1966), que llevan el mismo nombre (Veronika y Veronique), tienen gran parecido, no se conocen y no tienen relación de parentesco, pero ambas sienten que no están solas, aprecian igualmente la belleza que les rodea, sienten pasión por la música y padecen una misma malformación congénita cardíaca. Veronika (Irene Jacob) vive en Polonia, tiene una magnífica voz de soprano, se relaciona con muchos amigos, le gusta el sexo, trabaja con celo y frenesí, le falta tiempo, con frecuencia va corriendo por la calle y, en un momento de estrés, le falla el corazón y muere. Veronique (Irene Jacob) vive en París y a la muerte de Veronika se siente profundamente triste, lo que le hace dar un giro a la vida. Deja el canto para dar clases de música en una escuela primaria y se enamora de un marionetista, Alexander Fabbri (Philippe Volter), que escribe cuentos infantiles con historias que ella siente como propias. Una tarde, entre las fotos que ella hizo en un viaje a Polonia, Alexander identifica una en cuyo fondo se ve la imagen de Veronika.

La película explora las relaciones entre sexualidad, música y feminidad. Para Veronika y Veronique la música y el sexo son dos pasiones paralelas, igualmente intensas y complementarias. La película encierra un gran interrogante ¿Cuenta una historia realista o una fantasía? El color dorado que inunda las imágenes, la atmósfera etérea e irreal que se respira, las extrañas e inexplicables relaciones entre las dos muchachas, parecen indicar que la obra es una deliciosa fantasía. Probablemente, la dualidad de Verónica es, también, una alegoría de las dos Europas, la occidental y la oriental, nacidas al final de la II GM. Es posible que se refiera, además, a las dualidades del mundo contemporáneo (Norte/Sur, opulencia/miseria, Primer Mundo/Tercer y Cuarto Mundo, etc.).

La música, de aires clasicistas, eleva y enriquece la obra con numerosos registros que se manifiestan en torno a una bellísima melodía central, recordada por el clarinete, la flauta, las sopranos. La interpretación es de la Gran Orquesta de la Radio y TV Polaca y del Coro Filarmónico de Silesia. La fotografía hace un uso magistral de la luz, la sombra y el claroscuro, mientras la cámara investigqa la belleza de cada plano. El guión se centra en la expresión silenciosa de los sentimientos íntimos de las protagonistas, sus temores, inseguridades y ansiedades. La dirección busca la elipsis y la concisión expositiva.

Película fantasiosa y ambígua, desconcertante y reflexiva, filosófica y emocionante, que invita a pensar y a gozar de la belleza que nos rodea.
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182 de 215 usuarios han encontrado esta crítica útil
2
La doble vida de Nadie
No resulta fácil juzgar una obra tan sobrevalorada como la firmada por el director polaco Kieslowsi en su etapa francesa (ésta película se rodó aun en régimen de coproducción, pero ya se percibe la ruptura formal con su etapa polaca). Ante el coro de alabanzas que se vierten sobre él, el choque con su vacua realidad tienta a quien esto suscribe a irse al extremo opuesto y descuartizar sus cintas, pero, francamente, es que esta "Doble vida..." no merece nada mejor al ser la más floja.
Enmascarar la anemia de contenidos tras una fotografía preciosista pero que acaba por saturar, o tras una partitura deliberadamente "culta", solo agrava el calibre del naufragio al añadirle pretensiones. Sobre todo cuando la mencionada fotografía deriva en ocasiones hacia terrenos peligrosamente próximos al video clip: pienso por ejemplo en una de las escenas de sexo de la película (creo recordar que era en ésta, sus cuatro últimas obras se me parecen demasiado), filmada con una lente de distorsión y que resulta calcada de otra ya aparecida en "El Muro" de Alan Parker. Sólo que Parker rodó lo que rodó, el video clip del disco de Pink Floyd, y no pretendía darnos gato por liebre.
En cuanto a sus dotes ¿narrativas? el problema de Kieslowski no es su lentitud, cada historia requiere su ritmo y éste no tiene por qué ser siempre rápido, pero es que ahí está el quid: el ritmo es inadecuado y cansino porque apenas hay historia que contar, y a ese vacío los entusiastas se empeñan en considerarlo densidad.
¿Densidad? Unos "personajes" acartonados, totalmente faltos de carácter, incapacitados para mantener otra relación que no sea de naturaleza sexual, unos diálogos insulsos, una historia que se pretende enigmática a base simplemente de no explicar bien las cosas, y un mensaje inexistente que intenta sustentarse en su propio envoltorio sin plantear jamás, no ya respuestas, sino ni tan siquiera preguntas...
Iréne Jacob puede ser fascinante por su físico, pero en tanto que actriz se pasea y exhibe por esta película sin hacer otra cosa más que poner cara de cordera degollada, sollozar de vez en cuando y aparearse accidentalmente casi como por despiste (para regodeo, suponemos, del director y de los incondicionales de la chica). No se la puede culpar de hacer un papel mediocre: lo que le cayó en suerte, más que papel, fue una papeleta.
Si Kieslowski quiso entender al ser humano como títere en manos del destino olvidó que es, en cualquier caso, un títere fascinante y extremadamente complejo. Demasiado complejo para él.
Cualquiera que haya tenido el placer de leer "El doble" (Dostoievsky), habrá podido comprobar lo que un auténtico genio puede hacer con una historia basada en la existencia de un enigmático alter ego, y eso hace aún más grave este "quiero y no puedo" de un director que tuvo un nivel muy superior en su "No amarás", rodada en su Polonia natal cuando aún sabía hacer buen cine sin recurrir a envoltorios de lujo.
¿Profunda? Sí, casi casi toca fondo...
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170 de 253 usuarios han encontrado esta crítica útil
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