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World of Glory (C) (1991)

World of Glory (C)
15 min.
7,1
1.046
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Disponible en:
Suscripción
Cortometraje completo (SUECO con subtítulos en PORTUGUÉS)
Sinopsis
De pie entre la multitud, un hombre ve cómo encierran a gente desnuda en un camión. Seguidamente nos muestra a su madre, la tumba de su padre, y nos habla sobre su vida. Este clásico y singular cortometraje del ganador del Premio del Jurado de Cannes por "Canciones del segundo piso", ha sido citado como uno de los más importantes de la historia. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cortometraje
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Suecia Suecia
Título original:
Härlig är jorden (World of Glory)
Duración
15 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
10
Abre tus ojos, aunque te duela
Difícil cortometraje. Habla de la distorsión de la percepción de la realidad, lo que se llama alienación. De como el subconsciente nos protege de percibir la realidad, por lo agresivo que esta puede ser. Y no solo al personaje en cuestión, sino que también a nosotros, razón por la cual Andersson hace que éste nos vea continuamente, se voltee hacia nosotros, para que no seamos meros espectadores, sino que nos involucremos en esta tragedia que también nos alcanza.
Claro que abofetea más a los suecos, que en la Segunda Guerra Mundial se hicieron pasar por país neutral, siendo que tenían clara simpatía por los alemanes, mantuvieron con los mismos un comercio muy fluido, vendiéndoles hierro y piezas de artillería al partido nazi, al punto que al final de la guerra gozaban del estatus de país pujante y boyante, cerrando los ojos a las atrocidades que ayudaron a cometer. Esto no es algo que les guste escuchar a los suecos. Lo saben, lo mantienen en su subconsciente, pero no lo aceptan. Y Andersson se los echa a la cara sin miramientos.
Como decirlo, la película es perversa, muestra lo más malo de nosotros mismos, la continua negación a la que las personas se someten para negar la realidad. Esta es mi madre (la cual le tiende la mano y el la aparta), esta es nuestra tumba (¡la compró mi padre!), esta mi casa (no todos pueden, yo si puedo), voy a la iglesia y me persigno, y así, continuamente justificándose. Es incapaz de asumir que carece de referentes externos que justifiquen su existencia, es decir, está condenado a no ser, por lo que construye un arquetipo insignificante y destinado a desaparecer. Es decir, ¿cómo escapo de una sociedad fallida, manipuladora, en la cual percibo que soy parte de una masa y no un ente individual? Difícil, se requeriría una fuerza emocional y existencial tremenda para trascender de y a la misma. Andersson nos muestra a una persona muerta en vida, en estado de descomposición de lo cual lentamente va dándose cuenta, y hacia el final de la cinta siente los gritos y lamentos de los ajusticiados, pero su señora le dice que no, que duerma, que olvide.
Es una película muy complicada, difícil, no es condescendiente, que transforma un problema nacional (sueco) en una crítica para el resto de las sociedades. Aconsejo verla más de una vez para ir entendiéndola. A mi me queda grande, y con la clara sensación que se me escapa por mucho.
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105 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Hombres de paja
“Toda reificación es una forma de olvido” – T. Adorno

Hace unos días se anunciaba en el festival de Venecia el ganador del León de Oro, que recayó en el realizador sueco Roy Andersson, un cineasta y publicista con una amplia trayectoria en ambas facetas profesionales y que se caracteriza (en sus últimos trabajos para el cine) por una tendencia marcadamente existencialista. No en vano su cortometraje World of Glory puede considerarse como un manifiesto en que retrata la sociedad de su tiempo de una manera patética y que invita a la reflexión acerca de las problemáticas inherentes a este proceso infatigable y despersonalizador en pos del progreso, ah, el progreso. Así, se le atribuye a dicho corto un fondo crítico que apunta a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial y los posibles amiguismos de Suecia para con Alemania. En cualquier caso, no es lo que nos interesa, principalmente porque el retrato en escena va mucho más allá de aquellas coordenadas y pasa a convertirse en representación de las bajezas de Occidente como un todo que busca su perpetuación por encima de otras consideraciones.

El cortometraje se desarrolla, pues, sin sobresalto y sin estruendo, a partir de un puñado de hombres trajeados que condenan sin más ni más al humo de la inexistencia a unos cuantos desgraciados anónimos. Pasada esta primera escena, desagradable y perturbadora, se da por iniciado el descenso al hastío y el estancamiento más totales, erigiéndose el personaje principal en voz ridícula de sus coetáneos, todos ellos remedos de personas que se limitan a mirar desde un segundo plano, observar impacientes sus relojes o esperar ansiosos que el silencio regrese a instaurar paz en sus tareas meticulosamente programadas. Pareciera que el aire no fluyera entre los diversos planos estáticos que componen esta ahogada sinfonía del absurdo conformista, de ahí la sensación de acabamiento, de gris derrota y fatalismo entre las vértebras de un mundo que ha perdido su armonía y se ¿defiende? a base de ignorar cualquier factor externo que no entrañe un beneficio. Utilitarismo, que se dice.

Por suerte, el director no se queda aquí y amplía su registro con el ingrediente humor en las postales, y es que no hay nada más valioso que la risa filosófica para enriquecer la podredumbre y la falta de valores. Hablamos de humor y no gratuitamente, ya que hay pistas suficientes a lo largo del metraje para intuir esa pátina de divertimento tanto en la puesta en escena (véanse los rostros pintados de blanco carentes de expresión, los gritos fúnebres que invitan a la incredulidad, o la ineptitud imperante) como en el tratamiento de los diversos pilares temáticos, que parecen temblequear a cada segundo (familia, talento, religión, etc.). Andersson hará notar, así, la cosificación e intento de apropiación de todas las facetas de la vida para nuestro propio interés, haciendo inútiles las vías de escape o redención y permitiendo la retroalimentación del bucle esperpéntico actual.

Finalmente, al contrario que Bartleby, que "preferiría no hacerlo", la respuesta es no hacer nada diferente: seguir como hasta ahora y hasta siempre; apagar como se pueda aquellos gritos que nos buscan en la noche. Al plantarnos en la cara su cadáver de la gloria, el director nos invita a rebelarnos y aceptar la lucha por vivir dignamente la existencia. O no…

(crítica escrita para cinemaldito.com)
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23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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