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Tierra de los bravos (2019)

Tierra de los bravos
117 min.
5,2
641
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Sinopsis
El detective Matthias Breecher es contratado para encontrar a uno de los peores criminales de la guerra civil. En su búsqueda, su determinación será puesta a prueba por una misteriosa mujer. (FILMAFFINITY)
Género
Western
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Badland
Duración
117 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
6
Wéstern 4x4
Una verdadera sorpresa este reciente wéstern de Justin Lee del que no comprendo la nota tan baja. Badland es una película que engloba los obsoletos subgéneros del wéstern con una producción modesta, recordando a John Ford, Sergio Leone o Sam Peckinpah por el uso de elementos tan presentes en sus estilos. La concepción del personaje, construida en torno al arquetipo que Clint Eastwood dio al género como protagonista, está muy bien hasta el punto de conseguir mezclar la acción, el drama y el romance propio de los wésterns clásicos con su ritmo lento, amenizado por la sensación de estar viendo varias historias por la separación capitular de su argumento como hizo Quentin Tarantino en su último wéstern. El tema de la justicia donde la Guerra de Secesión funciona como su sombra está tratado con mucho clasicismo, dando rienda suelta al caballo que galopa nuestro protagonista, Matthias Breecher (Kevin Makely), por los baldíos inhóspitos del Salvaje Oeste, dando caza a su paz interior. Una obra que alude directamente a películas como Cometieron dos errores (Ted Post, 1968) o El fuera de la ley (Clint Eastwood, 1976), haciendo un solemne tributo a los padres del género y ofreciéndonos una aventura muy entretenida dentro de sus tópicos.

Este tipo de producciones un servidor las recibe con los brazos abiertos ya que, sin suponer un alarde de creatividad o imaginación en un género tan empolvado como explotado en la historia cinematográfica, ofrece una entretenida aventura con la gracia de las viejas glorias bien rodada por parte de Justin Lee. El director, que se muestra a gusto en el género, da con Badland una representación interesante de la América de posguerra, de la justicia, posicionándose en el bando de La Unión mediante su protagonista, un Pinkerton excombatiente al que los fantasmas de la violencia ensombrecen como a William Munny en Sin perdón (Clint Eastwood, 1992).

Para los cometidos citados, Lee usa los recursos apropiados para reunir la esencia del wéstern desde su mirada, usando los clásicos primeros planos de Leone, las panorámicas horizontales de Ford o el montaje de Peckinpah para dejarnos caer en el árido purgatorio, la dura y salvaje vida del Viejo Oeste. A través de su protagonista, la concepción de mujer que salva espiritualmente al protagonista, interpretada por Mira Sorvino, y la justicia, la historia adquiere gradualmente un tono más lento y reflexivo, muy marcado en la comparación del ritmo de los tres primeros capítulos y ese cuarto que funciona como epílogo y recompensa. La reivindicación sobre los derechos humanos es obvia cuando escoges a Tony Todd para interpretar una figura de poder en la América de segunda mitad del s. XIX que manda a un hombre a cobrar el precio de la guerra, en forma de hombres a priori imperdonables por sus delitos y juzgados de una forma que hace replantearse si hay justicia en la pena de muerte, llegando a poner sobre la mesa la polémica de la eutanasia en cierta conversación entre Breecher y el Coronel Reginald Cooke, interpretado por una cara tan conocida en el wéstern como Bruce Dern.

La preciosa fotografía de los paisajes de Santa Clarita por parte de Idan Menin consagra esa ambientación hostil en la que evolucionan sus personajes, donde La Muerte espera en cada camino y de la que Lee doma sus tierras para introducirnos en una road movie que, aunque se estanque en ciertos tramos con una superficialidad pesada (como en el capítulo dos), el director prepara el terreno para ofrecer su última crítica a raíz del abuso de poder por parte de sus mensajeros, de sus Sheriff, más concretamente en uno confederado llamado Huxley Wainwright e interpretado por un Jeff Haley al que la caracterización le sienta tan bien como a su personaje y que recuerda a esos personajes capados totalmente de piedad, cuya visión de la justicia es reprobable, como Little Bill (Gene Hackman) en Sin perdón o Rooster Cogburn en Valor de ley (Henry Hathaway, 1969). Las interpretaciones van por partes. Por uno, tenemos las anodinas del elenco principal como el muy atractivo pero inexpresivo Kevin Makely o Mira Sorvino y, por el otro, los elogiables trabajos de Jeff Haley, Trace Adkins o el inmortal Bruce Dern.

La tensión se mantiene bien, con pulso en secuencias como la pelea entre Breecher y Hector (Omid Zader) o la ‘conversación’ con Huxley, que rastrilla las calurosas arenas de Badland para las catarsis, los grandes momentos que todos los amantes del western amamos: los duelos y tiroteos. A pesar de que esta se presente de manera muy torpe, la esperada acción consigue de vez en cuando los golpes de efecto necesarios para impresionar, pero se precipitan en la falta de creatividad y dinamismo distando mucho de lo que espero ver como espectador en esas secuencias.

El carácter desenfadado de la película, sin ningún tipo de pretensión, es el último empujón que necesita el caballo de Lee para entrar como un wéstern moderno que exhala clasicismo por las puertas de mi gusto personal, haciendo una aventura realmente entretenida, a ratos interesante pero, sobre todo, muy digna para darle una oportunidad.
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11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
Crítica de Badland por Cinemagavia
*La llamada del deber

Es realmente triste que a día de hoy, se produzcan tan pocos westerns. Los pocos que llegan a ver la luz, tienden a decepcionar a todos aquellos espectadores, que se enamoraron del cine de John Ford, Howard Hawks o Anthony Mann. Esto hace que pocos directores se aventuren a rodar westerns en la actualidad, ya que la mayoría lo ven como un género desfasado dentro del cine. Justin Lee no solo ha conseguido realizar un buen western, sino también sorprender al espectador con la historia que nos relata.

El personaje de Mathias Breecher, es un hombre que se ampara en su deber y responsabilidad como espía. Esto lo tiene presente, a la hora de sentenciar a muerte a los distintos criminales que persigue. Podríamos pensar que los actos que comete son justificados y lícitos, pero detrás de toda muerte siempre hay una carga con la que lidiar. Este hombre va desgastándose y quebrantase por dentro, al ver que está condenando a hombres que pese a ser todos unos criminales, no dejan de ser seres humanos. Su único cometido es el de cerciorarse, que todas aquellas personas condenadas por la ley acaben ahorcadas; cosa que por muy justificada que estuviera en aquella época, no deja de ser desgarrador para la persona que tenía que llevarlo a cabo.

Ese elemento introspectivo que maneja la cinta, hace que te veas cada vez más interesado en la persona de Breecher. También podemos observar, como su percepción de los mismos hechos van cambiando. Nada es blanco o gris en este western, siempre hay un precio que el protagonista tiene que pagar.

*El abuso de poder

Badland hace un interesante planteamiento sobre el poder y el riesgo que ello conlleva. Esta cuestión la vemos más en detalle, a lo largo del tercer capítulo llamado “The Sheriff”. En este capítulo, Breecher tiene que viajar en búsqueda del sheriff de un pequeño condado. Este hombre pese al honorable cargo que tiene, es sentenciado por haber cometido diferentes crímenes de guerra, durante la guerra civil americana. En vez de velar por el bienestar y protección de sus conciudadanos, hace uso de dicho poder para un fin personal. Por lo que al ver la llegada de Breecher, lo ve de inmediato como una clara amenaza hacia él.

Esa ambivalencia del poder que se manifiesta a través de estos dos personajes, es uno de los aspectos más interesantes del film. Es en este capítulo donde el propio protagonista, se empieza a cuestionar sus convicciones como un hombre de la ley. Se da cuenta que el poder es una arma de doble filo, que puede ser usada para un buen fin, pero también para un fin maquiavélico.

Todo este trasfondo, hace que Badland no se apoye únicamente en los momentos de acción, lo que suele pasar con los malos westerns. Es un viaje que el espectador hace junto al protagonista, a través de sus ideales y los fantasmas que le van atormentando. Por eso se ha empezado esta crítica nombrando a la película como un western crepuscular, porque lo que vemos es el desgaste de un hombre a causa de la labor que le toca desempeñar.

*El purgatorio

Otro aspecto interesante de Badland tiene que ver con que todos los personajes, están huyendo de una forma o de otra de su propio pasado. La culpa es un elemento que está muy presente a lo largo del film, y que nos da a entender por qué ciertos personajes actúan de la manera en que lo hacen. Aunque intenten huir de los errores del pasado, se dan cuenta de que son incapaces de desprenderse de ellos. Hay un momento donde un personaje llega a decir, que están viviendo una especie de purgatorio en la tierra. Como si esa tierra tan violenta y sádica, fuera el precio que tuvieran que pagar por los pecados que han cometido.

Este hecho de Badland, se aplica por igual en el caso de nuestro protagonista. Podemos llegar a ver, como el sentimiento de culpabilidad acaba desgastándole emocionalmente. Ese trasfondo y el cómo está construido el personaje principal, hacen que la película pueda funcionar tan bien; ya que todos los acontecimientos están relacionados con el personaje de Breecher. A su vez, al estar dividida la película en diferentes capítulos, no solo somos capaces de ver con claridad las diferentes historias que van produciéndose, sino que también el cambio personal del protagonista.

*Conclusión

Badland es un western muy interesante, que consigue ser entretenido a la vez que reflexivo. Puede que en un principio, al espectador le parezca que la cinta tiene un ritmo algo lento, pero es algo que se verá justificado a posteriori. Tiene una dirección magnifica, haciendo uso continuamente de grandes planos generales al más estilo John Ford, y primerísimos planos de Sergio Leone.

Es una película en la que los amantes del western, van a poder disfrutar con la historia de este huraño protagonista. Una alegría y sorpresa, para todos aquellos que amamos el género y vemos como aun en la actualidad, se siguen haciendo buenos westerns.

Escrito por Daniel Jimenez
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16 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
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