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Destino: Woodstock (2009)

Destino: Woodstock
120 min.
6,3
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Sinopsis
Versión libre del nacimiento del festival más famoso de la historia. Fue Elliot Tiber quien hizo posible que, en 1969, el Festival de Música y Arte de Woodstock se convirtiera en un acontecimiento histórico. Elliot, un decorador neoyorquino, tiene que volver a su pueblo para ayudar a sus padres a llevar un viejo motel, El Mónaco. Cuando se entera de que en un pueblo vecino han suspendido un festival de música hippy, llama a los organizadores pensando que puede ser una ocasión propicia para revitalizar el motel. Tres semanas después, medio millón de personas se dirigen hacia una granja de White Lake para participar en "los tres días de paz y música". (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia Años 60 Música
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Taking Woodstock
Duración
120 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
2009: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
7
Tres días de paz y música
Quien quiera ver un documental sobre Woodstock, con sus míticas actuaciones, que busque en (como no) un documental o dvd musical del festival o los innumerables discos que debe haber al respecto.
Lo que aquí Ang Lee nos presenta no trata sobre el festival en sí, sino sobre lo que había detrás, sobre sus cimientos, los ideales que lo crearon, o la fiesta alternativa que tenía a su alrededor.
Utilizando como excusa e inspirándose libremente (lo que no indica una adaptación) en las memorias de Elliot Tiber (protagonista del film) sobre los orígenes de este mítico evento, la película pretende recrear y rememorar unas sensaciones y un sentimiento ya olvidado y obsoleto por nuestra sociedad actual.
Nos sitúa en las verdes y hermosas praderas del pueblo de White Lake, jugando muy sabiamente con la pantalla partida (toma nota Rosales de cuando este recurso se usa para beneficio de la historia y lo que se quiere contar, y no como mero recurso estético/innovador) que ayuda a esparcir nuestra atención ante las múltiples visiones y emociones que se vivieron aquellos días.
Nadie puede negarle al sabio Lee que sabe donde colocar una cámara y como moverla sin que el espectador note su presencia, y es así como entramos de lleno en esos tres días de paz y música sin parangón alguno. Además, una historia sencilla al servicio de la nostalgia y el ambiente más que para contar una historia al uso, contiene una multitud de personajes y actitudes tan vivas y tan bien recreados que, si no le pedimos lo que no nos quiere ofrecer y aceptamos lo que sí nos ofrece, hacen de esta aventura una fiesta tan emocionante como la que se relata de fondo.
Quizás el personaje de Hirsch es el que tiene una presentación menos cuidada (por cierto, si este actor empieza a elegir sabiamente sus papeles como en "Milk" o "Into the Wild", puede llegar a hacer grandes cosas en el cine) pero al final se acaba haciendo con el público al igual que Goodman, Schreiber o Staunton.
No es casualidad que el protagonista jamás llegue a ver el festival, porque Ang Lee desea centrarse en su envoltorio, en sus furgonetas pintadas de colores chillones y flores estampadas, las largas colas de gente que asediaban la carretera y los lagos llenos de hippies bañándose.
Y es que ves la libertad y la ausencia de prejuicios, de esa gente danzando sin ropa con sana alegría e ingenuidad, llenos de amor por la música, ennubilados por las drogas, amando al ser humano y no al género sexual, dejándose llevar y siendo puramente uno mismo, que te dan ganas de despojarte de tus ropas, lanzarte al barro y gritar junto a ellos ¡Yo también amo este monte!
Y ése es el sentimiento que quiere que tengamos Lee, y en mi caso lo ha conseguido.
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44 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
3 días de paz, música y humor
El mayor festival de la Historia quedó perfectamente reflejado en el documental homónimo de Michael Wadleigh. Ang Lee vuelve de su dramón homosexual, olvidado por el puritanismo hollywoodiense, y en este caso nos cuenta la historia no oficial del festival del 69 en clave de humor. Por supuesto, las expectativas eran altas.
¿Funciona? Funciona, sí. Porque aunque uno pueda entrar en el cine con ganas de ver a todos esos rockeros legendarios en plena actuación, no es lo que vamos a ver. De hecho, la historia pasa por lo alto todo el concierto y se centra en las vidas del joven Elliot, sus padres y los vecinos del pueblo donde se celebró el festival. ¿Pero qué hace que funcione? Más allá del protagonista, que hace un trabajo irreprochable, aunque él no es el blanco de la parte cómica sino de la revelación, del cambio que impone el espíritu Woodstock, el bicho al que el público observa evolucionar ante lo que se le viene encime. No obstante, se rodea de un enorme elenco de secundarios descojonantes, empezando por una inmensa Imelda Staunton, pasando por Emile Hirsch, totalmente entregado en su papel de hippy de espíritu, hasta un colgadísimo Paul Dano, que nos entrega una de las partes más entrañables del film. Atentos al número del teatro y a cada aparición de Liev Schreiber como Vilma. Impagable.
Os cuento la historia: Elliot trabaja en el hotel de sus padres; se encuentran hasta las cejas de deudas, pero el espíritu emprendedor y optimista del joven no se amilana ante ningún obstáculo. En otra parte, la ciudad que va a acoger el festival se echa atrás en el último momento, pero da la casualidad de que Elliot y uno de los organizadores del evento estudiaron juntos, así que el joven aprovecha la situación y, tras no pocas desavenencias, logran que Woodstock ’69 sea una realidad en ese pueblecito desconocido al que comienzan a afluir/ peregrinar/ocupar cientos de miles de asistentes, en su mayoría hippies con ganas de dar a conocer su mensaje de paz y amor a la humanidad a través del arte, en este caso la música. Música que, más allá del festival, inunda la película en los instantes oportunos, donde podemos encontrar las notas lejanas de cualquier participante del concierto hasta un vinilo de Judy Garland. Música que transporta ese mensaje, sí, pero que ante todo cautiva al espectador hasta hacerlo partícipe de uno de los instantes más culturales más determinantes de la Historia: no olvidemos las protestas por Vietnam, la defensa del maoísmo y, en definitiva, la proclamación de que la igualdad, de que la paz es el único camino. Cabe mencionar las múltiples referencias gay que planean sobre toda la cinta, algunas meros matices de actuación, otras toda una declaración de intenciones. En los sesenta y setenta, recordemos, la comunidad hippy predicada el amor libre, cierto, pero ante todo predicaba con el ejemplo.
¿Cuál es el mayor acierto de la película? (sigue en spoiler)
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20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
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