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Verano azul (Serie de TV) (1981)

Verano azul (Serie de TV)
50 min.
6,2
15.838
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Sinopsis
Serie de TV (1981). 19 episodios. Bea, Javi, Pancho, Desi, Quique, Tito y Piraña son unos chavales de diversas edades y procedencias que veranean en la localidad de Nerja (Málaga). Allí pasarán un verano inolvidable, entablando una especial amistad con los adultos Chanquete, un pescador del lugar que vive en un barco, y Julia, una pintora bohemia y melancólica, con los que compartirán muchas de las aventuras, emociones y descubrimientos propios de su edad. (FILMAFFINITY)
Género
Serie de TV Drama Comedia Amistad Infancia Adolescencia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ España España
Título original:
Verano azul
Duración
50 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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10
Crecer al reves aprendiendo a llorar.
Vaya, han pasado tantos años, tantas reposiciones, tanta madurez encubierta de los niños que amaron esta serie a principios de los ochenta que ahora queda muy bien presumir en las reuniones familiares de que tu odiabas verano azul, de que la serie era muy mala, de que ... de que ... pues aquí tienen, queridos adultos de gomina y traje gris, familia de plastilina, tarde de fútbol y polvo de sábado, aquí tienen una critica hecha desde las entrañas del alma, porque sí, digámoslo alto y claro, Verano Azul fue para muchos de vosotros la serie definitiva de vuestra infancia, y os sentabais cada tarde frente al televisor con hermanos, primos o amigos, a degustar un bocadillo de nocilla, mientras Tito, Piraña y el resto de la panda atrapaban bajo el cielo de Nerja el verano de sus vidas.

Me cogió esta serie, como no!!, en el pueblo asturiano de mis abuelos. Pequeño pueblo marinero y cantábrico rodeado de playas salvajes, praderas y acantilados, donde pasaba los tres meses de verano con mi bicicleta BH y una pandilla interminable de niños y niñas, sin clase ni deberes, solo inocencia y libertad, verano de días de mar y juegos, de pesca con un trozo de sedal enredado en el dedo, de peonzas y balones, de verbenas que sabían a regaliz, de me gustas no me gustas, de petardos en latas de coca cola, recolección de saltamontes, agujeros en los zapatos y besos en el moflete.

Y aquel verano televisivo se mezclaba con el nuestro de tal manera que al final ya no sabíamos si éramos ellos o nosotros. Porque sí, fuimos la pandilla que durante una tarde se dedicó a hablar al revés al incomprensible mundo adulto y nos reíamos mientras ponían cara de palo o de susto, nos hacíamos amigos de gente pintoresca que vivía de las maneras más extrañas como un tipo que habitaba en una cabaña de paja y que sabía hacer trucos de magia y tragarse el cigarrillo, desapareciendo de sus labios hacia el interior de su garganta para luego hacerlo regresar con un movimiento de manos, buscábamos al anochecer extraterrestres en la playa, explorábamos cuevas y lanzábamos botellas al mar con mensajes desesperados de amor.

Pero entre tanta diversión despreocupada, algo ocurrió. Nuestro gran compañero, aquel hombre bueno que todo lo sabía y que vivía ajeno al desorden del mundo en su Barco La Dorada se fue para siempre en una de las tardes más tristes que mis ojos de niño alcanzan a recordar, Y en un capítulo cruel y demoledor, a ritmo de una canción que no citaré y que aún a día de hoy no puedo escuchar sin que algo se me turbe, la tierra caía sobre el ataúd de Chanquete mientras nuestros ojos se llenaban de lágrimas. Y no entendimos nada de nada salvo que aquella serie inocente se había convertido de repente en algo mucho más grande que todos nosotros y nos iba a enseñar muchas cosas para las que probablemente no estábamos preparados.
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115 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
Que ni el viento la toque
Por "La Dorada", entrañable lugar de encuentro de aquella inolvidable pandilla.

Por Javi y Pancho, y su rivalidad por Bea, que paradójicamente rozaba el homoerotismo.

Por Quique, su simpatía y su serena aceptación del protagonismo ajeno.

Por Bea y Desi.

Por el Piraña y Tito, los peques de la pandilla, y sus hilarantes salidas.

Por las carcajadas de Chanquete.

Por Julia, la pintora, y la educación y buen ejemplo alternativos a la de los padres de los chicos.

Por esos padres que, queriéndolos tanto, son incapaces de entender a sus hijos.

Por esa bofetada... de puro amor.

Por ese "extraterrestre" y su naranja.

Por ese "dinámico" final del verano.

Por el atrevimiento de su creador, Antonio Mercero, a tocar temas hoy inanes pero en su momento inéditos e intocables, en aquella sociedad española recién y afortunadamente semirecuperada de lo que había salido...

Y porque algo se muere en el alma...

Por todo ello, y aunque se le pueda reprochar un tanto su a veces descarada tendencia a la sensiblería, gracias sr. Mercero, por habernos hecho pasar un... varios veranos azules e inolvidables con esta serie.


Que ni el viento la toque...
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