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El tigre blanco (1923)

El tigre blanco
83 min.
5,7
34
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Sinopsis
Tres delincuentes llevan a cabo lo que parece un golpe perfecto. Pero, como se ven obligados a convivir juntos mientras se esconden de la policía, poco a poco empiezan a desconfiar los unos de los otros... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Intriga Cine mudo Crimen
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
White Tiger
Duración
83 min.
Guion
Fotografía
Compañías
6
Tres tristes tigres.
Puzzle familiar con instinto criminal. Aislamiento, desconfianza. Moraleja recurrente y precauciones incestuosas. Instintos, perdón y sabroso porvenir.

Browning vuelve a construir una historia de robo y enredos. Mantiene atmósferas tensas y la misma estructura argumental que en anteriores ocasiones. Llama la atención el juego de planos en la escena del robo y algún recurso terrorífico cerca del final. El suspense es alto en su tramo central. Objetos feriantes y trincheras desesperantes. Resuelve elementos forzados de manera inteligente, pero acelerada. Se disfruta.

Tigres blancos con calzador. Justicia divina sin rencor.
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7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El instinto criminal
“White Tiger” es la postrera película rodada por Browning para la Universal y también la última con Priscilla Dean, poco después de rodar “White Tiger” la Dean abandonó el estudio donde había cosechado sus mayores éxitos, desde entonces su carrera empezó a languidecer y, un par de años después la encontramos en comedias de dos rollos de Hal Roach. Browning, después de abandonar la Metro en 1918, se unió a la Universal, allí conoció a dos personas que serían muy importantes en el resto de su carrera, Irving Thalberg y Lon Chaney, “el hombre de las mil caras”, el primero, un joven y sagaz productor, quedó impresionado por el trabajo de Browning, así, Thalberg le concedió un presupuesto alto para la época para la realización de “La virgen de Estambul” (The Virgin of Stamboul, 1921), que obtuvo un gran éxito, sin embargo, Browning llevaba una vida que ponía en peligro su carrera, era aficionado al ocultismo, a las sesiones de espiritismo y a la magia negra, frecuentaba las fiestas más salvajes y mantenía una escandalosa relación con la menor Anna May Wong, actriz de origen asiático a la que había dirigido en “Drifting”, (1923). El fallecimiento de su padre, la separación de su mujer Alice Wilson y otros factores sumieron a Browning en una crisis de dependencia del alcohol, lo que provocó que los productores de la Universal lo consideraran un alcohólico sin remedio y su nombre fue desechado de diversos proyectos entre 1923 y 1924, Browning se convirtió así en el retrato perfecto del artista controvertido, insobornable, enigmático, autodestructivo y marginal. Por suerte, Alice volvió con Browning cuando éste prometió rehabilitarse y fue ella quien convenció a Irving Thalberg para que le concediera una oportunidad para reintegrarse en el mundo del cine, Thalberg, que había dejado la Universal y era ahora uno de los ejecutivos de la MGM, lo contrató para dirigir la magnífica “El trío fantástico” (The Unholy Three, 1925), afortunadamente, esta película de trama rocambolesca protagonizada por dos buenos amigos suyos, Lon Chaney y Harry Earles, fue un auténtico éxito y devolvió inmediatamente a Browning su condición de mito del cine.

Bueno, después de este largo preámbulo, volvamos a la película, tenemos la historia de dos hermanos cuyo padre (Alfred Allen) es traicionado por un hampón llamado Hawkes (Wallace Beery), que lo entrega a la policía y muere durante el consiguiente tiroteo. El niño, se escapa por un lado, en la creencia que su hermana también falleció en el tiroteo. La niña se marcha con el traidor, que le dice que su hermano ha muerto y la cría como su propia hija. Pasan 15 años y ambos se convierten en jóvenes veinteañeros que se dedican a lo que saben hacer: él (Raymond Griffith), a operar un autómata conocido como "el jugador de ajedrez", ella (Priscilla Dean), a utilizar sus virtudes manuales para hacerse con las carteras y billeteras de los visitantes a una feria de atracciones londinense. Sin saber que son hermanos, el Kid y Sylvia se convierten en buenos amigos, y cuando Hawkes, que ahora se hace pasar por el "Conde Donelli", ofrece al muchacho ir con el autómata a Estados Unidos, los tres viajan con el objeto de desvalijar casas de ricachones.

Es una historia bastante sombría y, a veces, exagerada, pero realmente interesante. A pesar de que no es, ni con mucho, ninguna de las grandes obras maestras que realizó Browning, seguro que hará las delicias de los fanáticos del director, además tenemos varios de los elementos habituales del cine de Browning: una estafa, el clima de feria de atracciones, la necesidad de los artistas de recurrir a la simulación para obtener ingresos que le permitan vivir, el ingenio para confeccionar invenciones que atraigan la atención de las personas que tienen ocio y también dinero aprisionado en sus bolsillos, el aislamiento en cabañas o apartamentos, las vueltas de la vida que reencuentra a hermanos luego de décadas... Por cierto, el título de esta película (una referencia artificial al instinto criminal) es tan arbitrario que sospecho que alguien en la oficina principal de la Universal le ordenó a Tod Browning que hiciera una película llamada “Tigre blanco” pero no le importó su contenido real.
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2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
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