Texas, 1870 (El retorno de Sabata) (1971)

"Texas, 1870" es una digna secuela de "Oro sangriento" (Ehi amico...c´è Sabata, hai chiuso!, 1969), dirigida también por Gianfranco Parolini. Repite Lee Van Cleef, repite Ignazio Spalla (con el nombre de Pedro Sánchez), y repite Aldo Canti (con el nombre de Nick Jordan). Sabata, el protagonista, es de nuevo un justiciero canalla que roba a ricos ladrones y corruptos. En esta secuela, el guión humaniza un poco a Sabata, en relación con el Sabata de "Oro sangriento". La historia se parece bastante a la de "Oro sangriento", hasta el punto de que esta secuela es también, en cierto modo, un "remake": así, Reiner Schöne rehace o reinterpreta el papel previamente encarnado por William Berger en "Oro sangriento", que es un papel de amigo traicionero, o de amigo-enemigo.

Lo mejor de este western, para mí, es toda la extraña y macabra secuencia previa a los títulos -lo que parece un duelo a muerte, entre velas y sombras, es una representación del circo en el que Sabata trabaja- y el pegadizo y maravilloso tema musical de Marcello Giombini, que escuchamos a continuación, y que es propio de un tipo de cine "de barrio" por desgracia desaparecido.

En esta ocasión es el circo dentro del western, con Sabata (Cleef) en un papel que recuerda mucho al del Superagente 86, el simpático Maxwell Smart (Adams) de la vieja serie de televisión que entretuvo a nuestra generación a finales de los 60. No cuenta con el famoso "zapatófono" pero sin con una "zapapistola" o con un "exprimelimones" que dispara.
Tenemos una vez más una ciudad controlada por una cuadrilla de mafiosos irlandeses sin escrúpulos pero muy bobos que, como es de esperar, nada tienen que hacer frente a Supersabata y un par de amiguetes cutres.
Como el guion es lo de meno, la realización se centra en los trucos de siempre escondiendo el dinero o el oro para hacerlo aparecer al final en el sitio más insospechado. Voila.
Personajes de sainete, impecables siempre, todos bien atildados con sus camisas de puntillas y sus puñetas. Música cargante, lo mismo que los movimientos de la cámara. Mujeres fatales sin personalidad alguna e interpretaciones para salir del paso. Cleef lo intenta pero es imposible levantar el muerto.
Lo mejor la escena inicial circense en la que se enfrentan a Sabata un grupo de pistoleros con armas que luego veremos usan bolas de pintura roja para simular las muertes. En fin, que inventan lo que luego conoceremos como paintball.
El resto un rollazo malo y aburrido que no recomendamos a nadie.