- Sinopsis
- Un soldado de la Unión quiere vengarse de los seis hombres que asesinaron a su mujer y su hijo y quemaron su casa. Los va matando de uno en uno hasta localizar al jefe de la banda. (FILMAFFINITY)
- Género
- Western Spaghetti Western Venganza
- Dirección
- Reparto
- Año / País:
- 1971 / Italia
- Título original:
- Il giorno del giudizio
- Duración
- 99 min.
- Guion
- Música
-
- Fotografía
- Compañías
- Coproducción Italia-Reino Unido;
Despiadados y letárgicos tambores de venganza
4 de agosto de 2021
Interesante, denso, intrigante, violento, previsible, mediocre, irregular, pausado y decepcionante Spaghetti western que presenta y desarrolla la historia de un soldado de la Unión quiere vengarse de los que asesinaron a su mujer y su hijo y quemaron su casa.
Mario Gariazzo, escribe y dirige un spaghetti western breve y parsimonioso, que peca del empleo de un montaje denso y confuso, en su afán por resultar sorprendente.
Producción de corte televisivo, en la que hay espacio para la intriga y los enfrentamientos armados, pero que no consigue funcionar por completo, haciendo que resulte increíble y tediosa.
Por su temática, estética, osadía, humor, banda sonora y por la presencia de algunos intérpretes habituales del Spaghetti western, como: Craig Hill, me atrevo a decir que es una de esas producciones épicas, con las que Quentin Tarantino, pudo llegar a disfrutar en algún momento de su juventud.
La banda sonora compuesta por Ennio Morricone y con lo que parecen arreglos de Claudio Tallino, no resulta novedosa, ya que recuerda demasiado a la empleada en el Spaghetti western de Sergio Corbucci, Los despiadados.
Estos detalles y anécdotas, podrían considerarse grandes descubrimientos para seguidores del cine de Quentin Tarantino, pero no motivos suficientes como para recomendar su visionado.
Tambores de venganza, queda como un letárgico y decepcionante Spaghetti western.
Mario Gariazzo, escribe y dirige un spaghetti western breve y parsimonioso, que peca del empleo de un montaje denso y confuso, en su afán por resultar sorprendente.
Producción de corte televisivo, en la que hay espacio para la intriga y los enfrentamientos armados, pero que no consigue funcionar por completo, haciendo que resulte increíble y tediosa.
Por su temática, estética, osadía, humor, banda sonora y por la presencia de algunos intérpretes habituales del Spaghetti western, como: Craig Hill, me atrevo a decir que es una de esas producciones épicas, con las que Quentin Tarantino, pudo llegar a disfrutar en algún momento de su juventud.
La banda sonora compuesta por Ennio Morricone y con lo que parecen arreglos de Claudio Tallino, no resulta novedosa, ya que recuerda demasiado a la empleada en el Spaghetti western de Sergio Corbucci, Los despiadados.
Estos detalles y anécdotas, podrían considerarse grandes descubrimientos para seguidores del cine de Quentin Tarantino, pero no motivos suficientes como para recomendar su visionado.
Tambores de venganza, queda como un letárgico y decepcionante Spaghetti western.
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El tambor de Don Nicanor.
27 de octubre de 2022
"Tambores de guerra", "Tambores de venganza (de las dos formas se titula en España la cinta), total para encontrarnos con el "tambor de Don Nicanor".
El "Don Nicanor" es un sencillo juguete mecánico, una especie de hombre-orquesta con un silbato y un pequeño tambor. En la cinta vemos una variante en la que se sustituye el chiflo por una llave que da cuerda al mecanismo que acciona los brazos del tamborilero.
Pues bien, cuando se acaba la cuerda y deja de sonar el redoble aprovecha un oscuro pistolero (Hardin) para despachar a sus enemigos. El Don Nicanor es lo único que le ha quedado de su esposa y de su hijo asesinados por una banda de malhechores.
Y uno a uno los despacha hasta el número de veinticinco que pacientemente hemos contabilizado. Casi todos a balazos al concluir la sonatilla monótona del tamborcito.
Historia de venganzas, una más, en este caso desarrollada con un guion insulso y una pésima realización que incluye escenas de relleno que no pegan ni con cola, como las exhibiciones circenses en el pueblo.
Sin ritmo ni tensión, se mantiene cierto interés por conocer el jefe de la banda que puede ser cualquier de los que anda por allí.
Uno de tantos westerns europeos hechos con escasos medios y menores resultados cinematográficos. Pobre ambientación, interpretaciones rutinarias, ni siquiera encontramos destacable la banda sonora que lleva la firma de Morricone.
Lo mejor, Don Nicanor.
El "Don Nicanor" es un sencillo juguete mecánico, una especie de hombre-orquesta con un silbato y un pequeño tambor. En la cinta vemos una variante en la que se sustituye el chiflo por una llave que da cuerda al mecanismo que acciona los brazos del tamborilero.
Pues bien, cuando se acaba la cuerda y deja de sonar el redoble aprovecha un oscuro pistolero (Hardin) para despachar a sus enemigos. El Don Nicanor es lo único que le ha quedado de su esposa y de su hijo asesinados por una banda de malhechores.
Y uno a uno los despacha hasta el número de veinticinco que pacientemente hemos contabilizado. Casi todos a balazos al concluir la sonatilla monótona del tamborcito.
Historia de venganzas, una más, en este caso desarrollada con un guion insulso y una pésima realización que incluye escenas de relleno que no pegan ni con cola, como las exhibiciones circenses en el pueblo.
Sin ritmo ni tensión, se mantiene cierto interés por conocer el jefe de la banda que puede ser cualquier de los que anda por allí.
Uno de tantos westerns europeos hechos con escasos medios y menores resultados cinematográficos. Pobre ambientación, interpretaciones rutinarias, ni siquiera encontramos destacable la banda sonora que lleva la firma de Morricone.
Lo mejor, Don Nicanor.
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