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Accidente sin huella (1969)

Accidente sin huella
107 min.
7,2
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Trailer (FRANCÉS)
Sinopsis
El hijo único de Charles Thenier muere atropellado por un conductor que se da a la fuga. Decidido a encontrar al criminal, empieza a investigar por su cuenta. Poco después, conoce a una mujer que podría ser la cuñada del culpable. (FILMAFFINITY)
Género
Intriga Policíaco Crimen Venganza Polar francés
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Que la bête meure
Duración
107 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Italia;
Links
Premios
1971: National Board of Review: Mejores películas extranjeras
1970: Asociación de Críticos Norteamericanos (NBR): Nominada a Mejores películas extranjeras del año.
"Obra maestra"
[Diario El Mundo]
8
“Voy a matar a un hombre, no conozco ni su nombre, ni su dirección, ni su apariencia, pero lo encontrare y lo matare”.
Adaptación de la magnífica novela y uno de los clásicos de la literatura pulp, “La bestia debe morir” escrita por el padre de Daniel Day Lewis, Nicholas Blake (incluida en esa excelente colección de ed. Bruguera que no me canso de recomendar, en la que a lo largo de sus 150 títulos son todos los que están en cuanto a novela negra de toda condición y pelaje) de la que en 1952 ya se rodo una versión en Argentina dirigida por Román Viñoly Barreto y con Narciso Ibáñez Menta en el papel del padre vengador (no la he visto ya que no la encuentro por ningún lado y vive Dios que me gustaría).
Arranca con la escena de un niño pescando en solitario al amanecer a la orilla del mar, escena que se va intercalando con la de una pareja a bordo de un Ford Mustang negro rodando deprisa por una comarcal y acabando la secuencia con ambos (niño y coche) convergiendo en un pueblo, donde vemos como el coche atropella (y mata) al niño y se da a la fuga.
A continuación vemos los títulos de crédito e inmediatamente después vemos a un tipo sentado en la parte de atrás de un taxi escribiendo algo en una libreta que a través de la voz en off de sus pensamientos sabemos que son las siguientes frases: “Voy a matar a un hombre, no conozco ni su nombre, ni su dirección, ni su apariencia, pero lo encontrare y lo matare”.
Con este magnífico arranque, ambientada en la Francia rural de los 60 y con una historia que parece haber sido escrita para ser dirigida por Claude Chabrol, se nos narra de forma pausada (se toma su tiempo marca de la casa, para introducirnos en las peculiaridades, actitudes y modo de vida de esa familia medio burguesa de la que el impresentable asesino es el patriarca) y preñada de una tensión que te mantiene atento desde ese principio en el que vemos al padre, Charles Thenier (Michel Duchaussoy, recientemente visto en las dos joyitas que nos cuentan la vida del gánster Jacques Mesrine, como el padre de este) buscando una aguja en un pajar, luego cuando por una casualidad de la vida conoce la identidad de la mujer que acompañaba al conductor del coche que mato a su hijo, una actriz de tv llamada Helen Lanson (una deliciosa Caroline Cellier) y como resultado de la convivencia necesaria para su objetivo comienza a enamorarse de ella y finalmente con Tenier viviendo bajo el mismo techo que Paul Decourt (Jean Yanne), el asesino (que resulta ser cuñado de Helen) y familia, mientras a través de la voz en off mediante la cual sabemos en todo momento el cómo y el porqué de sus actuaciones, nos acercamos a esa magnifico final de la trama a modo de tragedia griega y de la excelente degustación de esta extraordinaria y absorbente película.
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31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
8
TIEMPO, PACIENCIA Y CASUALIDAD
En torno a estos tres factores gira esta magnífica adaptación cinematográfica de la novela clásica de Nicholas Blake, "La bestia debe morir", y también el cine de Claude Chabrol, un realizador cuya perspectiva o mirada sobre lo criminal recuerda poderosamente a la de Simenon (no en vano llevó algunas de sus novelas a la gran pantalla), por su naturalismo, ironía y ritmo narrativo.

TIEMPO: Chabrol, al igual que el protagonista de la película, hace una hábil gestión de los tiempos narrativos. Así, en la película, al igual que en la investigación de Charles, los acontecimientos se suceden pausadamente, poco a poco, alternados con momentos reflexivos, íntimos, bien sugeridos por el empleo de la voz en off y las lentas panorámicas. Gracias a ello el retrato de ambientes y las localizaciones cobran un naturalismo notable, uno de los rasgos que distinguen la obra del realizador.

PACIENCIA: En el cine, como en el crimen, es importante no precipitarse -como escribiría Lumet-, ir madurando poco a poco el plan del filme, al igual que el asesino mide sus pasos. La paciencia es buena, porque permite reflexionar sobre los motivos y los personajes. Con ella podemos preguntarnos si está justificada la venganza a toda costa, incluso si su víctima es un ser despreciable y asesino, y también podemos observar los efectos que causan el dolor y la culpa. Sin ella sólo nos quedaría la acción, y esta no permite el análisis de las actitudes humanas, tan ácida e irónicamente retratadas en las secuencias familiares, en las que la vacuidad de los diálogos y la violencia latente de sus miembros revelan el desdén de Chabrol por la burguesía francesa, siempre presentada bajo el signo de la hipocresía.

CASUALIDAD: A veces son pequeños detalles los que llevan al crimen; un niño que vuelve de la playa, un coche a toda velocidad, un atropello, una huída. También la coincidencia o el azar pueden poner al vengador tras la pista; una abolladura, un coche atrapado en el barro, unos lugareños parlanchines, una mujer. Y de nuevo es la casualidad la que puede condenar o liberar al vengador; una caída, un viaje en barco, un diario, un hijo rencoroso. Y en el cine también es una variable de gran importancia, pues quién sabe si hubiésemos podido disfrutar del arte de Chabrol si este no hubiese recibido una apreciable herencia al comienzo de su carrera.

Por tanto, un soberbio filme acerca de la venganza -digna en este caso de los clásicos griegos o del Conde de Montecristo- que condensa las virtudes y temas habituales de su autor, un Chabrol que al abordar esta historia daba comienzo a su mejor momento creativo, como así lo demuestra que por aquellos años realizase obras tan meritorias como "La Mujer Infiel" y "El Carnicero", verdaderas cimas de su filmografía, junto con alguna obra posterior.
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22 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
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