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Las joyas de la familia (1965)

Las joyas de la familia
100 min.
6,1
482
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Trailer (INGLÉS)
Sinopsis
Cuando una pobre niña rica (Donna Butterworth) se queda repentinamente huérfana, se plantea el problema de elegirle un tutor entre sus seis chiflados tíos (todos interpretados por Jerry Lewis). La heredera, de nueve años, visita a cada uno de ellos para decidir cuál es el más idóneo. Pero el proceso de selección no será sencillo, pues sólo uno de ellos es realmente sincero mientras que a los demás lo único que les importa es la suculenta herencia de la niña. (FILMAFFINITY)
Género
Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
The Family Jewels
Duración
100 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Links
Premios
1965: Globos de Oro: Nominada Nueva promesa femenina (Donna Butterworth)
9
El rey de la comedia con el permiso de Sturges
A lo largo de la historia del cine los directores de comedia como Preston Sturges o el propio Jerry Lewis han sido infravalorados por no hacer dramas, thriller, etc.
Jerry Lewis demuestra su enorme talento como cineasta y como actor con esta entrañable comedia.
Basada en sketches la película relata el periplo de una huérfana que tiene que elegir quien cuidara de ella entre sus excéntricos tíos, todos interpretados por el genial Jerry Lewis. Cada tío es mas disparatado que el anterior, las situaciones disparatadas típicas de Lewis se van sucediendo y cada vez son mas disparatadas.
Con una coherencia brutal dentro de la incoherencia de la comedia, Lewis compone situaciones extravagantes y de una inventiva arrolladora, con la que demuestra lo gran cineasta que es.
Muchos han sido los que han intentado copiar a Lewis desdoblándose en varios personajes y su resultado no ha sido tan interesante.
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12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
6
¡Y vaya que joyitas!
Es innegable que el cine de Jerry Lewis, desde que comenzó a actuar en solitario, pertenece a él más que a nadie. Lo haya dirigido Tashlin, Taurog… o él mismo, lo que salta a la vista es un clown que exhibe sus anhelos, pasiones y simpatías, pero también sus resentimientos, sus deseos reprimidos, sus complejos e incluso sus propios miedos.

Lewis pareciera no guardar secretos –o no sabe guardarlos- porque, en cada filme, reitera su afán de aparecer como un buenazo, pero enseguida se le escapan, impulsiva e irresistiblemente, sus emociones y deseos más ocultos. Es esto lo que lleva a que, ciertas películas, resulten quizás un poco diferentes a como él quisiera que fueran. Las fuertes pulsiones que el actor lleva dentro, pugnan por romper el dique… y en su momento, fluyen como manantial cuando las palabras mágicas: ¡Luz!, ¡cámara!, ¡acción! retumban en el set y el hombre se siente investido como un clown.

Por esto es que, por más afanes que Lewis tuviera de que, “LAS JOYAS DE LA FAMILIA”, resultase una buena comedia, el resultado ha sido sobre todo un amargo drama, donde en cada escena se descorre un sutil velo que conseguirá ser percibido por los ojos avizores.

Nos da la impresión de que, con el cuento del asalto, el héroe por coincidencia y la herencia en juego, la historia apuntaba a seguir el estilo de “¡Qué me importa el dinero!”, otra película suya que bien había pegado. Pero, de pronto, otra idea surge y todo se centra en la niña, Donna Peyton (Donna Butterworth), quien debe tomarse su buen tiempo visitando a cinco singulares tíos (hay un sexto, pero los administradores lo descartan porque se le considera desaparecido) para que, luego de tratarlos, elija a cual desea como su padre adoptivo.

Todos los tíos se parecen a Willard físicamente, pues Lewis los representa, uno a uno, en un alarde interesante, pero improcedente de histrionismo, puesto que los personajes no conectan luego familiarmente con el entrenador-chófer de la pequeña Peyton. Y relegando a ésta a un segundo plano, veremos las excentricidades -demasiado pausadas algunas y con situaciones reiteradas que casi apagan el ritmo narrativo- de aquellos tíos que poco conmueven con sus remembranzas cinéfilas y que la niña, por supuesto, descarta de inmediato.

Lewis atina al mostrar al desadaptado y no tan desaparecido tío “Bugs” (derivado de Boggie, parodia de Humphrey Bogart en sus viejos tiempos de gánster) como el Único que demuestra cordura y responsabilidad frente a la pequeña. Destroza así los prejuicios sociales, demostrando que las apariencias engañan, y de paso, ya nos ha dicho con el tío Everett, que el clown está cansado de los niños y que no quiere ser más el payaso que tantos aplauden. Willard, idéntico a Lewis y no al tonto de las muecas de antes, lo reitera. Ignoro si presentía, o sabía el actor estadounidense, que éste sería su último filme con la Paramount, pero hay un dejo amargo en la actitud de éste personaje. Lo que sigue es más el Lewis íntimo –que sale a flote sin querer queriendo-, y el resultado final no resulta edificante, porque deja latentes otras inclinaciones de las que la psicología podría ocuparse muy seriamente.
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6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
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