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Esposas frívolas (1922)

Esposas frívolas
117 min.
7,0
587
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Escena (Español)
Sinopsis
Un vividor se hace pasar en Montecarlo por un respetable conde ruso, e intenta seducir a una distinguida dama norteamericana que pasa sus vacaciones con su marido, un destacado diplomático. Jean Renoir declaró que ver esta película fue determinante en su futura carrera como cineasta. (FILMAFFINITY)
Género
Drama Cine mudo
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Estados Unidos Estados Unidos
Título original:
Foolish Wives
Duración
117 min.
Guion
Fotografía
Compañías
Links
7
"EL HOMBRE AL QUE LE GUSTARÍA ODIAR"
Cuando Stroheim "salió por patas" de la Academia militar austriaca y emigró a los USA, decidió que era para quedarse a costa de lo que fuera. Como hacerse pasar por oficial del ejercito imperial y ser de familia aristocrática. Este hijo de un sombrerero supo buscarse la vida actuando en papeles de malvado militar, que le dieron fama y mote, aprovechando el conflicto de la gran guerra y asesorando sobre aspectos castrenses europeos. Terminado el filón bélico, convenció a Carl Laemmle fundador de la Universal, de filmar un guión suyo, que por supuesto tenía que dirigir él con un presupuesto de cinco mil dólares. Y a partir de aquí surgió la leyenda.
La cosa se llamaba "Maridos ciegos" (1919), iba sobre deslices de mujeres casadas, que estaban de moda con las películas de De Mille, con exteriores en paisajes de montaña y no lo debió hacer mal porque fue el mayor éxito de la Universal, aunque acabará costando no cinco sino cien mil dólares.
La crítica lo encumbró, él se auto confirmó como un genio y tras "La ganzua del diablo" (1920), hoy perdida, se planteó darle otra vuelta de tuerca al tema de las casadas seducidas, ahora en Montecarlo, con "Mujeres frívolas", título que hace alusión a la novela que está leyendo la protagonista.
El divismo de Stroheim estaba en su cima y decidió rodar una cinta de 8 horas. Sus extravagantes exigencias de rodaje, su perfeccionismo patológico, los fastuosos decorados (la plaza del Casino de Montecarlo enterita), que en parte se destruyeron y hubo que volver a construirlos, partitura especial para el estreno por Sigmund Romberg, etc, etc elevó la factura a más de un millón de dólares de la época.
Tuvo que venir el nuevo ayudante de Laemmle, un tal Irving Thalberg, que también comenzaba aquí su leyenda, a leerle la cartilla y como no pudo despedirle, utilizó el elevado presupuesto para promocionar la película y se la recortó dejándosela en "solo" cinco horas. Por varios problemas como la muerte del actor que encarnaba al marido a mitad de película y tijeretazos en la sala de montaje la cosa se quedó en tres horas y media para el estreno y una vez vista la reacción del público acabó en torno a las dos horas.
Con tantas mutilaciones, apenas nos podemos hacer una idea de si el genio de Stroheim podía ser mayor de lo que nos ha llegado hoy día una vez recuperado parte de lo censurado con dos horas y veintitrés minutos. Aún así la cinta es mas visible y coherente que la posterior "La Reina Kelly" (1929) cuyo destrozo la dejó convertida en apenas unas piezas de un puzzle.
La cosa va de unos estafadores que se hacen pasar por un conde militar y unas princesas rusas, dedicándose ellas a pasar dinero falso en el casino y él a seducir a la mujer del embajador americano, entre otras (en versión posterior se cambió lo de embajador por empresario), resaltando el cinismo y la maldad del falso conde interpretado por el mismo Stroheim, en un personaje con algo de opereta inspirado probablemente en las obras del autor teatral Schnitzler.
Aparte del folletín se puede intuir la diferencia entre el mundo moribundo europeo de apariencias después de la primera guerra mundial y el nuevo mundo "inocente" y prometedor personificado en el matrimonio norteamericano, ideas de contrastes que huelen a Henry James.
Stroheim acabó renegando del resultado final lógicamente y que en la versión actual termina precipitadamente debido a los recortes. Aún le quedaba fuelle a este singular director para seguir creando trabajos tan memorables, en otras compañías como "Avaricia" (1924) a pesar de que la tijera siguiera devorándole el celuloide.
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12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
7
El seductor.
95/40(22/02/09) Buen film del singular director y actor Erich Von Stroheim, que se reservó el papel protagonista. Es una dura crítica a la alta sociedad, por toda su hipocresía, donde lo que vende es la imagen, las apariencias. La cinta tiene su desarrollo en Mónaco, gira en torno a un mujeriego, timador, que se hace pasar por un militar ruso, que la revolución bolchevique se lo ha quitado todo, que vive en una villa alquilada por sus dos supuestas primas, que pretende enamorar a una estadounidense casada con un millonario aburrido, para sacarle dinero. Stroheim borda su papel de embaucador, con la labia suficiente para para vender hielo a los esquimales, con su pose de caballero, pero que en realidad no es más que un trilero salido. Esta rodada con elegancia, mostrándonos como se movía la sociedad pudiente de la época, una sociedad en decadencia, donde las mujeres se iban con el primero que les contara una gracia. Como defecto decir que para este viaje no hacían falta estas arrobas, es decir que la historia no da para casi dos horas y media, parece ser que en el cine mudo se estilaba la talla XXL de duración. Recomendable a los que gusten de melodramas mudos. Fuerza y honor!!!
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13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
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