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El descuartizador de Nueva York (1982)

El descuartizador de Nueva York
91 min.
5,8
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7
¡Cuac, cuac! ¿Te he molestado Williams? ¡Cuac, cuac! Soy inoportuno, ¿verdad? ¡Estabas haciendo marranadas con esa zorra! ¿eh? ¡Cuac, cuac!
¿Quiso Lucio Fulci hacer una parodia del cine giallo con esta película? No lo sé, pero está claro que lo consiguió, aunque fuera de forma involuntaria.
Los giallos siempre se caracterizaron por lo endeble de sus guiones: giros de argumento inverosímiles, diálogos anodinos, asesinos con traumas ridículos, finales tramposos... Pero “El Descuartizador de Nueva York” eleva estos defectos hasta tan altos niveles, que provoca la continua carcajada en el espectador.

Para ocultar la identidad y género del asesino, en estas películas se solía usar un recurso bastante cuestionable. Tanto en las escenas de asesinatos como en las conversaciones telefónicas que mantenía con los protagonistas o con la policía, el asesino hablaba con la voz distorsionada, poniendo voz de pito o hablando entre susurros casi incomprensibles.* Pero en la delirante “El Descuartizador de Nueva York”, el asesino tiene la voz de… ¡el pato Donald! Cuando pillándonos desprevenidos, asistimos al primer asesinato, el nivel de descojone que se puede alcanzar es mayúsculo.
Las conversaciones telefónicas que el psicópata asesino mantiene con el descerebrado policía Williams, también provocan la carcajada. Lean el título de esta crítica para hacerse una idea.

El elenco de personajes no tiene desperdicio: un viejo policía atolondrado y putero, un petulante científico que psicoanaliza al asesino mientras ayuda a darle caza, una madurita ninfómana que frecuenta espectáculos porno, un musculoso violador feo y lisiado, un físico que dice investigar sobre física nuclear “porque es la moda”, y la bellísima novia de éste, única superviviente de las victimas del asesino.

Con este cúmulo de excentricidades, los diálogos bochornosos y los giros inverosímiles de la trama, no desentonan en absoluto. Y cuando nos meten la solución final con calzador, dando unas explicaciones psicológicas tan sumamente absurdas, uno no puede evitar pensar si se están burlando de films como “El Pájaro de las Plumas de Cristal”, o si se están autoparodiando.

Pero lo curioso, es que a pesar de sus indudables momentos cómicos, “El Descuartizador de Nueva York” también contiene algunas secuencias bastante terroríficas, una vez nos conseguimos sobreponer al hecho de que los crímenes son perpetrados por un imitador del pato Donald. Esta vez Fulci, en lugar de mostrar un gore exagerado, filma asesinatos más realistas no exentos de crueldad e intensidad. Especialmente destacaría el último, con diferencia el más visceral y despiadado de todos.

Si a esto añadimos una dirección mucho más ágil de lo que este director nos tenía acostumbrados, una suculenta carga erótica y una banda sonora ochentera bastante resultona (aunque a años luz de las magníficas piezas musicales de Fabio Frizzi), terminamos encontrándonos con uno de los films más entretenidos, divertidos y disfrutables de la filmografía de Lucio Fulci.
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39 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
5
Los despojos de Don Lucio
Resulta sorprendente que una de las pelis más polémicas de Fulci sea, precisamente, un giallo. Un subgénero cuya dotación visceral y hemoglobínica no alcanza -ni de lejos- la desmedida cuota repulsiva que sí contienen otras obras del italiano como, por ejemplo, “Nueva York bajo el terror de los zombies” o “Miedo en la ciudad de los muertos vivientes”.

Deduzco, por consiguiente, que el revuelo que supuso en su época la peli de Fulci no atiende a estos parámetros. Y eso me impulsa a considerar -por ende- que el pollo que montó el italiano con “El descuartizador de Nueva York” se debe, exclusivamente, a una cuestión de índole erótica o sexual. Porque sí, obviamente la peli de marras tiene numerosas secuencias de desnudos y sexo explícito. Escenas que incluso podríamos catalogar como Softcore, Sexploitation o sencillamente S. Algunas tan lascivas y malsanas como la de la masturbación podal de Alexandra Delli Colli en la sala de billares. Y recalco lo de malsana porque es en esta secuencia, precisamente, en la que ese fuerte hedor misógino del que tanto se habla cuando se menciona esta peli alcanza aquí su máximo apogeo.

Aún así, no acabo de entender (y en eso coincido con Nachete) el por qué del escándalo suscitado por esta peli. Máxime cuando ninguna de sus violentas escenas (porque sí, violentas lo son un montón) pueden considerarse realmente como imposibles de digerir para cualquier amante del género.

“El descuartizador de Nueva York” me parece, en cualquier caso, uno de los trabajos más flojos de Don Lucio. Quizás porque parodiar un subgénero tan defenestrado como el giallo contiene implícito un riesgo ineludible: que todo el mundo crea que los ostensibles despropósitos argumentales de la peli sean producto de un mal guión o una mala dirección en lugar de proceder de un plan estratégicamente predeterminado.
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19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
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