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Atomik Circus: El regreso de James Bataille (2004)

Atomik Circus: El regreso de James Bataille
92 min.
4,2
320
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Sinopsis
James Bataille acaba en la cárcel por haber estropeado el gran festival y haber traumatizado a los habitantes de la ciudad de Skotlett. Pero logra escaparse de ella para encontrar a su prometida, Concia, quien empujada por su orgulloso padre, quiere llegar a ser una cantante famosa. Mientras tanto, unas criaturas de otro planeta llegan a este rincón de la América profunda. Los problemas acaban de empezar... (FILMAFFINITY)
Género
Ciencia ficción Aventuras Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Francia Francia
Título original:
Atomik Circus: Le retour de James Bataille
Duración
92 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Coproducción Francia-Alemania-Reino Unido;
4
Menudos petardos hay en Amsterdam...
Yo ya no fumo, y menos mal, la verdad. Aquellos tiempos de haragán hace lustros que pasaron. Total, que andaba por el Barrio Rojo hace dos días mirándoles las domingas a las pedorras que se exhiben en tanguita a los inocentes transeúntes que por allí pululamos cuando me topé de morros con un coffee shop. Pues bueno, pensé, y por dos euros me pillé un petardo de maría jamaicano a sapiencias de que me iba a sentar como el perro del hortelano. Me lo fumé viendo esta peli. Y flipé.

Hay que tenerlos como balones medicinales para rodar un engendro de estas características. No existe continuidad narrativa alguna. El héroe es un bobo de feria gabacho que intenta parodiar a los héroes yanquies pero no deja de ser un bobo de feria gabacho. La banda sonora por desgracia existe. El argumento va de allí para allá y te vacila. A veces toma forma humana y te mete una sonora colleja mientras se ríe en gabachuá. Los diálogos son la casera que vive en el tercer piso. Y es que además aparecen una serie de bichos absurdos y aburridos que se van comiendo a la gente mientras la hacen trocitos. Resumiendo, que la peli me estaba molando. Cuanto más fumaba más estúpida me parecía, pero a la vez más nota pensaba que había que darle. Jamás una montaña de caspa como la de esta película me había llegado tanto. Al final tuve dudas de si lo que me estaba subiendo era el petardo o era la peli.

Imbecilidad cutre y bizarra como no recuerdo ninguna. Recomendable para verla entre colegas, y con algo potente a mano.
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13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
1
Bergman, Jodorowsky, Tarkovsky, David Lynch, Poirauds: ¡no os entiendo!
Soy limitada para el cine experimental, la verdad es que no entiendo gran cosa y lo que entiendo me aburre y normalmente me da bastante repelús porque no sé qué necesidad tiene un ser humano de utilizar un lenguaje de comunicación para cualquier cosa menos para comunicarse. O igual es que, como estos tales Poiraud, se deben comunicar con seres superiores, quizás sean de esos fanáticos de los UFOS que creen que hay civilización en Saturno y que algún día vendrán a destruir el mundo y les mandan mensajes subliminales para hacerse amigos suyos. ¡Ya lo tengo! ¡Probablemente esta película será uno de esos mensajes subliminales!. Si alguno los descifra que me mande un mensaje al buzón. Aquí unas pistillas:

Mundo postapocalíptico o algo por el estilo pero en plan Arkansas raro.

Jaime Batallitas, un tío que sólo sabe meterse en follones conoce a una tal Concha, cantante e hija de una especie de señor poderoso que tiene un bar. Se enamoran y van a un festival a que ella cante (mal).

Jaime Batallitas, por razones que todavía se me escapan, se estrella (a propósito) con su moto contra el bar de su posible suegro, el del bar. Batallitas a la cárcel y Concha a pesar de ser el amor de su vida no queda nada desolada, de hecho al siguiente plano aparece cantando y no precisamente una marcha fúnebre.

Jaime Batallitas se escapa de la cárcel. Desaparece media hora de película. Mientras Concha charla con un tío que le revienta un flemón a su perro que parece una marioneta. Dicho sujeto (el señor, no el perro) organiza con el padre de Concha el Festival de la Tarta de Vaca.

En un salto espacio-elipsoidal, rebosante de simbolismo, aparece un productor musical llamado Alan Cagalera que va en su descapotable con una mujer a la que acosa sexualmente, son atacados por plantas raras que pinchan y no son ortigas, por guarros, no se hacen cochinadas en el bosque y menos si el bosque resulta ser carnívoro.

Alguien menciona al pobre de Jaime Batallitas, que, en un hipotético fuera de campo, debe estar trotando por algún páramo de la Arkansas postpunk.

El productor musical llega a Arkansas, conoce a Concha y se la quiere tirar y convertirla en una estrella musical y su padre quiere convertir el bar en un garito mexicano con rubios que llevan sombrero de mexicano.

De aquí al final todavía queda una pila de cosas bizarras por suceder, todo extrañísimo pero como dije está repleta de códigos para los extraterrestres, que en alguna parte del universo todavía deben estar descojonándose.
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11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
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