Granja maldita (1987)

No ha sido muy afortunado H.P. Lovecraft en los múltiples relatos suyos que se han llevado al cine. Se podrían salvar de la quema Re-Animator, Re-Sonator y una pequeña joya serie B que a finales de los ochenta tuvo un paso limitado por cines en España, se tituló Granja Maldita. Basada en el relato The Color Out of Space, estaría dirigida por el actor David Keith (el padre de Matt Murdock/Ben Affleck en Daredevil) y la protagonizarían Will Wheaton (Cuenta Conmigo), Claude Akins (Río Bravo) entre otros intérpretes de no muy prolífica carrera.

Un meteorito cae en la granja de una familia de creencias católicas muy estrictas, causando una contaminación en el agua que crea una serie de infecciones y cambios de personalidad violentos en aquellos que la beben. Solo un hijo de ellos (Wheaton), el único con dos dedos de frente, se da cuenta y evita las consecuencias de la catástrofe.

Encontrar en los créditos de Granja Maldita el nombre de Lucio Fulci como productor da pistas de lo que se encuentra en la hora y media hora escasa que dura. Una producción que muestra con pelos y señales una historia que borda lo desagradable en más de un instante, con una ambientación malrollera y escenas de terror angustiosas. Una película que genera sensaciones incómodas y lo mejor, que se mantiene en la memoria mucho después de su visionado.

Tratándose de un subproducto sorprende que la mayor parte de sus apartados estén a tan buen nivel, destacando la dirección artística (la granja), el viscoso maquillaje (especial atención a granos y pústulas), los efectos especiales (pocos) y la banda sonora de John Debney, perfecto acompañamiento a las imágenes con un estilo entre Ry Cooder y las notas de Ennio Morricone para La Cosa. Incluso el reparto sale bien parado, con un prota (Wheaton) en la medida de lo correcto, y unos villanos que consiguen ser repulsivos (Claude Akins y Malcom Danare).

¿Defectos? Pocos. Señalar la introducción, flashforward de lo que es la película, cogida con pinzas. También un tercer acto que baja el listón respecto a la parte central de la película, la cual contiene muchos de los mejores instantes del cine de bajo presupuesto de los 80. Sin duda, son esos momentos los que harían que el mismo Lovecraft se sintiera orgulloso, por una vez, de la adaptación de un relato suyo al cine.

Cine de terror no tan malo como lo pintan y muy a propósito para pasar un rato angustioso, que se sepa que los efectos especiales son como los de antes, en los 80, mejores o peores, no va con el tema, la cuestión es la intranquilidad que logre el metraje de la cinta porque la cuestión es que es una modesta coproducción y que sale al paso con un buen guion y unas buenas y creíbles actuaciones. Claude Akins fue un actor que tocó varios palos, humor, drama, y se mantuvo muy bien en la televisión y aquí, como se espera de él cualquiera que le conozca, hace un papelón como granjero fanático religioso, que, por desgracia, va a perder su cosecha contaminada justamente por algo venido del cielo.
Una película curiosa, con tintes de terror, un maquillaje estupendo y, como digo, unas buenas actuaciones que te pegan a la pantalla con interés.
Atrae el gusanillo y la curiosidad por el tema fantástico y morbo también al crear en el espectador una intranquilidad continua por esa pobre familia del granjero y por lo que les empieza a acontecer.
Muy aconsejable llegado el caso de toparse con ella sabiendo a lo que se va.