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La aventura (1960)

La aventura
145 min.
7,6
5.053
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Trailer (INGLÉS)
Premios
1960: Festival de Cannes: Premio del Jurado
1960: Premios BAFTA: 2 nominaciones incluida Mejor actriz extranjera (Vitti)
1961: Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a mejor película extranjera
8
La vasija rota
La aventura es una metáfora del deseo y de la insatisfacción de una generación del absurdo atrapada en la mediocridad y la impotencia como los personajes moravianos.

El padre desplazado, las ruinas en la isla, el museo cerrado... son todas imágenes de soledad y sobretodo de una ausencia del principio de autoridad, de una antigüedad frágil y desprovista de sentido en unas manos frívolas como la vasija antigua hallada en la isla que las manos de un indiferente deja caer. En este sentido, guarda una relación profunda con "La dolce vita" de Fellini, estrenada igualmente en 1960. (Además, ¿quién puede dejar de notar la afinidad entre el Marcello de "La dolce vita" y el Sandro de "La aventura"? Ambos insatisfechos conquistadores e incapaces de creación alguna, ya fuera como escritor, aquél, o como arquitecto, éste. Se contentarán con la mediocridad, con ejercer de "paparazzo" el uno y con aceptar el diseño por encargo el otro)

No falta el tema existencialista de la fugacidad de las cosas y de los sentimientos. La relación de Sandro y Claudia tiene su comienzo más significativo en los interiores de un tren, signo de lo pasajero. El afán de conquistar a Claudia es puesto en duda mediante el paralelismo paródico con un donjuan de provincias que trata de seducir a una chica de pocas miras. Ya después de la entrega de Claudia en un valle, el paso de un tren que despierta el recuerdo en el espectador enfrenta las promesas del ayer con la vaciedad del ahora, con el animal triste después del coito fugaz. ¿Y después? Si no estás contento, busca una aventura nueva, como le dice un cínico Sandro a su desencantada pareja.

La ausencia de autoridad y la fugacidad de las cosas. Ambos temas, que en realidad son uno solo, quedan condensados en la afirmación de Sandro en lo alto de un campanario ante unas vistas monumentales: "Quién necesita hoy cosas bellas, Claudia. ¿Cuánto duran? Todo esto se construyó para que durara siglos. Hoy, como mucho, diez, veinte años, ¿y después?..."
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135 de 147 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Genialidad y misterio...
Así como Hitchcock es el maestro del suspense y la narrativa, digamos tradicional, en la medida en que consigue nuestra atención a base de llevarnos, como en una montaña rusa, a través de un planteamiento, un nudo -con sus consiguientes sub nudos o puntos culminantes- y un rápido desenlace, Antonioni es el maestro de la subversión narrativa, de la destrucción de los códigos dramáticos tradicionales.

Y así en su cine (igual que en la vida) puede ocurrir que determinado planteamiento no tenga forzosamente que llevarnos a un desarrollo y luego a un desenlace. Es un cine en el que toma más importancia el subtexto que el texto, lo que se oculta que lo que se expone, el silencio y la quietud (que nos remiten a la meditación o a la contemplación) que los fuegos vacuos de la convencionalidad dramática. Pero lo mejor de todo es que siempre hay un elemento de elegancia, de rigor, y sobre todo, de misterio, que se sustrae a ser analizado por la lógica.

Y La Aventura es el paradigma de todas estas características. Una mujer desaparece en un islote, y en el transcurso de su incierta búsqueda, su mejor amiga y su novio se enzarzan en una apasionada -aunque ambigua y culpable- relación amorosa que va relegando a la mujer desaparecida y a la propia búsqueda a un plano cada vez más marginal. La ausencia, en este caso, es la génesis del amor y de la pasión, pero también del olvido. Un olvido que no solo aqueja a los protagonistas sino también, progresivamente, a los propios espectadores, provocándonos -por lo menos a mí- una sensación extraña, indefinible, una suerte de profunda y subconsciente convulsión interior.

Los escenarios romanos y sicilianos, la fotografía en blanco y negro, los movimientos de cámara, los encuadres, son de una belleza y precisión pocas veces vista. También debo resaltar la belleza, elegancia, y expresividad de Monica Vitti. Su atormentada presencia en la sublime secuencia final es uno de los momentos más bellos, desolados, y conmovedores que yo he visto en el cine.
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120 de 147 usuarios han encontrado esta crítica útil
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