Resurrection, empieza el juego (2002)

Para qué andarse con rodeos, una película que de entrada habla de una vendedora de cerillas que resulta que lo que vende son mecheros tiene todos los visos para resultar cuando menos el timo de la estampita. Y eso que tiene un prólogo francamente prometedor, con claras influencias del cine mudo, y con una imagen estilizada y poética, se nos sitúa rápidamente en lo que se supone debería ser el corpus central del argumento, en la centralidad de lo que podría ser perfectamente un drama delicado e intimista, de tonalidades ingenuas pero románticas.

En lugar de ello saltamos sin solución de continuidad a otro mundo, expresión que resulta plenamente adecuada al hallarnos probablemente ante la primera película producida y realizada enteramente en Marte y/o alrededores. Imbuida en la estética del videojuego, se nos presenta el desarrollo de la trama como si de una partida de videoconsola se tratara, pero con la incapacidad de hacernos sentir partícipes del juego y reducirnos a la categoría de simple mirón de salón recreativo.

Videojuego, por otro lado que no superaría los más elementales controles de calidad de la industria, con unas transiciones horrorosas, una banda sonora ya de por sí lamentable pero además insertada de forma totalmente inadecuada y con una elección de temas que pretenden ser versiones divertidas de clásicos y que acaban por producir sonrojo por la cutrez de la propuesta, valga el ejemplo del “Bésame mucho” como acompañamiento de la escenas de acción de ese mutante transvestido al que catalogan de Lara Croft lesbiana.

Pero la clave para entender el desastroso desarrollo de la cinta se encuentra en su nula capacidad de síntesis, en que nunca el director sabe hacia donde quiere llevar su producto. Pretende ser un giro posmoderno de las convenciones de la acción y a la vez insuflar un cierto aire de trascendencia filosófica, por ello hay influencias que remiten a films que van desde el ExistenZ de Cronenberg hasta el ya resabido mundo de The Matrix, film al que por cierto acaba por copiar con una desfachatez absoluta, no sólo en la estética sino en situaciones e incluso efectos de sonido. (sigue en spoiler)