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El tercer hombre (1949)

El tercer hombre
104 min.
8,2
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Sinopsis
Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena calle. El jefe de la policía militar británica le hace saber a Martins que Lime estaba gravemente implicado en el mercado negro. Pero a Martins no le cuadra un detalle: todos dicen haber visto a dos hombres en el lugar del atropello intentando ayudar a Lime, pero un testigo asegura haber visto a un tercer hombre... Adaptación de la novela homónima de Graham Greene. (FILMAFFINITY)
Género
Cine negro Intriga Drama Amistad
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Reino Unido Reino Unido
Título original:
The Third Man
Duración
104 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
Grupos
Adaptaciones de Graham Greene
Links
Premios
1950: Oscar: Mejor fotografía B/N. 3 nominaciones
1949: Premios BAFTA: Mejor película británica. Nominada a Mejor película
1949: Sindicato de Directores (DGA): Nominada a Mejor dirección
1949: Festival de Cannes: Gran Premio del festival (mejor película)
10
Yo era... amigo de Harry Lime
Tal vez una película de las número uno. El tercer hombre es puro encanto. Como en literatura o en pintura, se advierte enseguida una obra de estudio. No me voy a extender por la era donde está ya todo trillado. Me gustaría señalar lo visto en esta película en tres niveles y tres escenas.

El primer nivel se alcanza en la noria, en las alturas. Ahí Harry Lime dice a Holly Martins: "si miras desde aquí a los hombres, parecen hormiguitas; qué más da una más o menos..." Eso mismo diría Dios si no se hubiera hecho un día hombre, y la verdad, tiene gracia, pero cada hormiguita tiene su esperanza, su amor, su reunión mensual para hablar de literatura, de Beckett o de Zane Gray... Sus cosas.

El segundo nivel está en la superficie, donde el hombre lucha por sobrevivir. Ahí están dos escenas grandiosas en el cine: cuando Harry Lime aparece entre sombras bajo un portal porque el gato le descubre y la escena final de la película que es el desencuentro más explícito jamás filmado. La primera alcanza un momento nostálgico difícil de olvidar con esa preciosa melodía de Anton Karas que a lo largo de la vida tendrás más de una ocasión de volver a oír. ¡Qué grande hizo a Harry Lime la inolvidable cítara!

Harry Lime es nuestro amigo de toda la vida: el más enigmático, el más ocurrente, el que de joven se llevaba de calle a todas las chicas, el más gracioso, el que todos querían estar a su lado, el que siempre tenía dinero cuando todo el mundo estaba a dos velas... ¡Cuánto quisimos a Harry Lime! ¡Cómo no se iba a enamorar de él la mujer más bella y sensata! No es extraño que una chica guapa, seria y con lo pies bien puestos en la tierra, termine locamente enamorada del hombre más soñador y sinvergüenza que conozca.

Y el tercer nivel es el submundo. El infierno. Ahí no hay reuniones, ni amistad... Sólo huida y peligro, miedo y muerte. Y es bajo tierra donde aparece la tercera escena más lograda del cine: esas manos queriendo salir de la muerte, aferrándose a la vida como es el instinto primario del ser humano. Esos dedos que salen entre los barrotes inútilmente porque quieren escapar.

No obstante, con un poco de suerte tendrás amigos, trabajos, golpes y encuentros, en un mundo que siempre será hostil, se haya terminado la II GM o hayan pasado ya más de 60 años, y si encima llega un día en el que bajas de un coche a esperar, en el paseo más lánguido del mundo, a que pase la mujer que te ha enamorado, con esos toques de la cítara de fondo, habrás tenido la suerte de vivir también una inolvidable historia de amor. Acabe como acabe.
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319 de 355 usuarios han encontrado esta crítica útil
10
Por las cloacas de Viena
El tópico nos dice que estamos ante una película de O. Welles. Es cierto. En ninguna otra película que se haya realizado se deja sentir tanto la presencia del actor en el pulso que toma la dirección como en esta; pero de ahí a la autoría hay un paso gigantesco que olvidaría otros hallazgos de esta obra maestra. Lo que está claro es que Welles tuvo libertad absoluta de componer su fascinante H. Lime, no sólo rescribiendo su parte (todo ese magnífico discurso sobre la democracia y el reloj de cuco es suyo), sino dirigiendo sus secuencias. Prueba de ello es leer el guión de Greene, ahora ya tomado como una novela más de él, pero que en origen fue un guión encargado por el productor, A. Korda, y ver toda la construcción que realizó Welles en el que, junto con Kane y el capitán Quinlan, es su mejor personaje.
“El tercer hombre” tiene muchas historias, pero podemos resumir todas en un binomio: amistad / traición. Martins, un espléndido J. Cotten, llega a una Viena “un poco destruida por las bombas”, invitado por su amigo H. Lime, para descubrir que éste ha fallecido en un extraño accidente. Sobre esta premisa, la sabiduría de Carol Reed despliega una serie de momentos inolvidables, en un viaje lleno de cinismo por esa jauría humana que alumbra la posguerra y que tienen en las cloacas una de sus vías de comunicación.
Para eso C. Reed reinventa el expresionismo dotando a la dirección de un regusto barroco que será la marca de estilo: ángulos novedosos que casi nunca respetan la horizontalidad del plano, infinidad de picados y contrapicados, que hasta hacen creer a uno de los personajes que el cielo se halla en el suelo y el infierno en el cielo, juegos con la profundidad de campo como el maravilloso plano de presentación de Welles. Todo este toda a la película de una tensión única.
El reparto sólido y sensacional. Destacando, aparte de los mencionados, una Alida Valli que se eleva al estrellato tras esta película, o un Trevor Howard tan distinguido como siempre y que borda su papel.
Como decía la película esta llena de momentos únicos. Dejando aparte los ya conocidos: el plano de presentación de Welles, la persecución por las cloacas, la secuencia de la noria, hay dos que destacaría por encima de los demás: la secuencia de la delación echa a manos de un tierno niño. Una secuencia magistral, que sigue produciendo una angustia enorme al contemplarla y ver como ese tierno niño de dos años puede convertirse en un monstruo feroz; y por supuesto ese plano final y larguísimo que cierra la película de un modo desolador y renegando de una regla de oro: el final feliz.
Suena las notas de A.Karas. Siéntate y relájate; ¡estás de suerte! Harry Lime no ha muerto, ni el buen cine tampoco, te esperan noventa minutos de impagable celuloide.
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217 de 250 usuarios han encontrado esta crítica útil
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