Hombres de piel dura (2019)

La de José Celestino Campuzano es otra manera de hacer cine, de contar, de complicar la vida al espectador, de desasosegar, de echar de la sala a quien no gusta del cine experimental; en fin, un cine necesario pero incómodo.

Los actores no lo son, y claro que se nota; el presupuesto es escuálido, y también; pero la verdad monstruosa se muestra sin filtros y estalla en pleno rostro como un puñetazo. Para tener conciencia de lo desagradable, lo patético, de la perversión enfermiza..., lo mejor es oler, mojarse en sus humores pútridos, aceptar que al ladito de nuestro ideal mundo de cartón-piedra existen otras malolientes realidades y hacia ahí nos conduce el realizador argentino.

¡Vale, que tú no necesitas tanta dosis purgante de certidumbre, tanta hiper-realidad; pues no vayas a verla! ¿Está Dios dentro de esta ciénaga?

Una película muy curiosa, se podría decir que el director intenta hacer una especie de culebrón campirano pero en versión gay.
Los diálogos son lejos lo peor de la propuesta, declamatorios, melodramáticos, rancios, parecen sacados de una mala y vieja telenovela, nadie habla como lo hacen varios de los personajes, sobre todo Ariel y los curas. Igual las interpretaciones, se mezclan algunas pocas realistas, con otras exageradísimas, con actores no profesionales, etc.
Las situaciones son una mezcla entre el retrato realista de las miserias morales, sexuales y sociales que ocurren en ciudades del interior, con otros del más clásico folletín, y luego pasando a la casi pornográfico. También tiene momentos de auto parodia.
Creo que con todo se puede reconocer que hay un autor detrás de todo esto, y que si bien se lo podría tachar de oportunista, por usar temas de moda como el abuso sexual de parte de los curas y la complicidad con la que cuentan dentro de la comunidad religiosa, lo hace de una forma muy particular, personal se podría decir, intenta trascender el morbo y sensacionalismo, aunque sin evitar los momentos crudos, pero ir más allá, no lo consigue del todo porque se expresa de una forma acartonada aunque por lo menos yo valoro el esfuerzo.
Una estética muy lograda y también un bue ritmo, algo rarísimo en el cine independiente argentino.