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License to Live (1998)

License to Live
109 min.
6,7
70
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Película completa (JAPONÉS con subtítulos en INGLÉS)
Sinopsis
Tras diez años en coma, el joven protagonista despierta de pronto. Trata de reconstruir los vínculos familiares y su propia vida, pero no es fácil... (FILMAFFINITY)
Género
Drama Comedia
Dirección
Reparto
Año / País:
/ Japón Japón
Título original:
Ningen gokaku (License to Live)
Duración
109 min.
Guion
Música
Fotografía
Compañías
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6
Despertares, extraños despertares
Cuando un pedazo de tu vida es arrancado parece que el tiempo se ha detenido y no se puede continuar como si nada, pues una brecha se ha abierto y la realidad no es la misma, una herida por la cual penetran rencores, desilusiones y dolorosas mentiras. ¿Se puede volver a recuperar una vida ya perdida?

Kiyoshi Kurosawa es un director que ha sabido observar el mundo y los individuos que lo pueblan desde una perspectiva muy particular; de las amargas películas de yakuzas de su temprana filmografía, invadidas muchas por irrefrenables deseos de muerte y venganza, a sus títulos más recientes, donde recurre al fantástico o al género del suspense ya con una muy elevada perfección técnica y formal, el nipón siempre se esfuerza en radiografiar al ser humano de manera íntima y siempre por la vía de la introspección psicológica, revelando a veces muchos perturbadores misterios, pero sin privarles de pertenecer a un mundo cotidiano y tangible.
Tras "La Senda de la Serpiente" y "Los Ojos de la Araña", doble proyecto "espejo" rodado en vídeo para Daiei junto a los guionistas Hiroshi Takahashi y Yoichi Nishiyama, el nipón demostraría como nunca su dominio del carácter de sus personajes y las historias ubicadas en los lindes de lo mundano pero rozando esferas inopidamente inquietantes a partir de "License to Live", donde deja atrás las "yakuza eiga" y sus relatos más violentos para profundizar directamente en el drama, haciendo de la austeridad y la aparente desnudez argumental su seña de identidad.

Es arriesgado afirmar que esta obra abre un nuevo camino en su cine, pues los temas que trata vienen de muy lejos ya (hay que remontarse a aquel irregular y extraño debut "Kandagawa Wars"), pero este nuevo enfoque se extenderá a "Charisma", "Barren Illusion" o la sublime "Sonata de Tokyo". Comenzamos de forma abrupta con un despertar, el de Yutaka, un joven que llevaba 10 años en coma a causa de un grave accidente; lo que acontece en los primeros minutos parece una comedia, sustentada sobre situaciones mordaces filmadas desde la distancia (estilo muy ligado al de Kitano, por ejemplo), pero nada más lejos.
Arropado por el huraño Fujimori, quien regenta un criadero de peces, ese niño atrapado en el cuerpo de un adulto, es, como todos los personajes del director, lanzado a un mundo cotidiano que desconoce y que le absorbe. Su opresión y alienación interior se exterioriza y crea ese entorno apático, plagado de sombras en movimiento; algunas de esas sombras que de mejor manera expresan su aflicción son las de su padre (Shinichiro), su madre (Sachiko) y su hermana (Chizuru), miembros de un núcleo familiar hecho pedazos. Ante este reducto de indiferencia y cinismo, Fujimori, amigo del padre, es el único que establece un verdadero vínculo paterno con el chico, sustituyendo al original.

Kurosawa no hace otra cosa salvo seguir paso a paso la experiencia vital del protagonista, despierto en un oscuro sueño sin saber si el suelo que pisa, si el aire que respira, si las sensaciones y emociones que siente son reales o el vestigio de una época pasada, quizás imaginada e inexistente. Cuando Yutaka pretenda reunir de nuevo a su familia vivirá una ilusión que anuncia su quiebra antes de iniciarse, por mucho que lo disfrute; una ilusión y una esperanza, la de reconstruir el rancho familiar en el terreno donde Fujimori tiene su negocio, siendo su incentivo un caballo extraviado, quizás abandonado, al que siente como su directo reflejo.
Fujimori, Murota (culpable de atropellar a Yutaka) y Kazaki (novio de Chizuru) dan cuerpo y voz a ese ser humano tan propio del cine del realizador (atención a la impagable conversación entre el primero y el tercero en la furgoneta), perdido, ajeno a la tierra en la que mora, que dirige el camino de su existencia hacia un punto difuso, lo cual realmente no importa en absoluto siempre que consiga descubrirse a sí mismo. Los protagonistas descubren y se descubren, aunque su lógica, torcida y humana, no les permita avanzar como es debido (todo al servicio de la interpretación, claro). Lo que queda en útima instancia es el vacío del presente.

Vacío metafórico que responde al vacío interior de los seres, y que Kurosawa cristaliza en la atmósfera, oscura y amarga, y en el entorno, árido y áspero. Siempre hay un vacío en su obra hecho escenario físico, un panorama desolador y acumulador de miedos, culpas e inquietudes, que brota del inconsciente de los personajes (el almacén de "La Senda de la Serpiente", el edificio donde se enfrentan Takabe y Mamiya al final de "Cure" o el mundo post-apocalíptico de "Kairo"), resultado de toda esa pérdida de identidad y asunción del vacío emocional y espiritual.
Composición cuidada y puesta en escena sobria, austera, pero rica en matices, que circula por los caminos de Hirokazu Koreeda, Shinji Aoyama, Takeshi Kitano y sobre todo Shohei Imamura, pero con el sello tan personal e inclasificable del realizador, capaz de extraer las más grandes anomalías de la realidad más normal y creíble, y con un sentido del humor único. Koji Yakusho, Shun Sugata, Ren Osugi, la artista Saeko "Lily" Kamata y un irreconocible Sho Aikawa (sobre todo para los que estén acostumbrados a sus yakuzas irascibles) destacan en papeles carismáticos, sencillos a simpe vista aunque muy complejos en el fondo. Con Hidetoshi Nishijima, por su perenne abulia y testarudez, es difícil empatizar con él.

Obra menor o quizás mayor del director, pero merece la pena descubrirla como desafío.
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